Las últimas palabras de Sonia Rebeca Soloaga (36) no conmovieron al tribunal, que la condenó a prisión perpetua por el crimen de un matrimonio de jubilados en su casa del barrio de Parque Avellaneda, hace dos años.
Al momento del crimen, la mujer se desempeñaba como policía de la Ciudad junto a su por entonces pareja, Diego Alberto Pachilla (37), quien fue absuelto: había llegado en libertad al juicio, acusado del delito de «encubrimiento agravado».
Soloaga, presa en el Complejo Penitenciario Federal IV para mujeres de Ezeiza, agachó la cabeza tras escuchar el fallo vía Zoom. María Florencia Chirico (41), hija de las víctimas, se largó a llorar y se abrazó con su esposo.
«Estoy de acuerdo con el fallo porque el crimen no quedó impune. Es una sensación rara la que se siente , ya que mis padres no volverán jamás. No es de odio, ni de alegría. Es simplemente un pedazo de justicia. Porque no debería haber pasado nunca el crimen», le dijo a Clarín Mariano Chirico (40), el otro hijo del matrimonio,
Según la acusación, Soloaga mató a los jubilados para robarles dinero y pagar el viaje a Disney de su hija de 15 años. Los fundamentos de la sentencia se darán a conocer el próximo martes 13.
Al momento del crimen, ocurrido el 11 de junio de 2019 en la propiedad de la calle Eugenio Garzón 3581, la mujer se desempeñaba como policía de la Ciudad y sus víctimas solían darle café o le permitían pasar al baño.
Para la Justicia, Soloaga asesinó a Alberto Antonio Chirico (71) y su esposa María Delia Speranza (63) de «un disparo en la cabeza» y para ello utilizó «un almohadón bordó» con el objetivo de «disminuir y amortiguar el ruido», y también «para no verle la cara a las víctimas».
En el juicio, a cargo del tribunal integrado por los jueces Alejandro Noceti Achával, Gabriel Vega y Gustavo Rofrano, Soloaga afirmó en sus últimas palabras previo al veredicto: «Lo lamento mucho por lo que pasaron estas personas, pero yo también importo, yo también tengo familia, tengo papás, tengo hermanos, sobrinos, y en especial a mi hija», que tiene 17 años.
«Nadie pensó en el dolor que mi hija sentía cuando veía esas cosas en la tele, hablando de mí, sin sentido, la verdad lo lamento mucho pero no tengo nada que ver, no me voy a hacer cargo y quiero que piensen también en mi familia, en mi hija que me está esperando en mi casa», expresó.
Pachilla, que era policía de la Comisaría Vecinal 9C y también fue desplazado de la fuerza, se rehusó a decir sus últimas palabras ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 7.
El fiscal de juicio, Oscar Ciruzzi, avaló la investigación de su colega de instrucción Estela Andrades, y pidió la máxima pena por el delito de «robo agravado por haber sido cometido con arma de fuego en concurso real con un homicidio triplemente agravado por criminis causa, por la alevosía y por haber sido cometido con un arma de fuego, en concurso con falsa denuncia».
En el caso de Pachilla, el representante del Ministerio Público Fiscal había solicitado una pena de tres años de cárcel pero por el delito de «encubrimiento doblemente agravado».
Ciruzzi reconoció que no tenía pruebas para acusar a Pachilla como partícipe en el doble crimen, pero sí para considerar que fue la persona que ayudó a Soloaga a hacer desaparecer el arma homicida que para el fiscal fue la pistola 9 milímetros que la acusada primero denunció como que le habían robado en un asalto y luego como perdida en un baño de una estación de servicio.
El abogado de Soloaga, Augusto Arena, pidió la absolución para su clienta al considerar que durante el juicio oral hubo «abrumadoras pruebas» para dejarla en libertad y defender la versión de la mujer policía respecto a que si mintió sobre el destino de su arma no fue porque cometió este doble crimen, sino porque temía ser despedida de la policía por extraviarla.
La mujer solo admitió la falsa denuncia: «Nos separaron hace dos años, dejé a mi hija cuando tenía 15 años, hoy en día tiene 17, y por un error mío. Sí, fue un error, me hice cargo, me voy a hacer cargo de equivocarme con la denuncia, de eso sí me voy a hacer cargo».
El mismo día del hecho, Soloaga denunció que la habían asaltado y robado el arma y 300.000 pesos en Flores, y que se había «olvidado» la pistola y el dinero cuando fue al baño de una estación de servicio.
«La verdad que a mi criterio, estuvo claro que (Soloaga) no lo hizo sola. Es una pena que quienes la habrían ayudado estén libres, pero no se pudo definir quién de todos habría sido. Queremos agradecer al juez, al fiscal, a nuestros abogados y a los medios de comunicación», sostuvo Mariano Chirico.
El caso
La fiscalía dio por probado que Soloaga cometió el crimen del matrimonio Chirico entre las 12 y las 14.30 del 11 de junio de 2019, en la zona donde ella cubría servicio de parada.
«Al lugar ingresó la nombrada cuando le habilitaron el acceso. Primero ejerció violencia sobre ambas personas y con unos golpes consigue que le señalen dónde tenía guardada una suma importante de dinero, entre 70 y 80 mil dólares y entre 50 y 60 mil pesos», señaló.
El fiscal sostuvo que luego de conseguir el dinero, Soloaga mató a las víctimas, con quienes tenía una relación de confianza.
La hija de las víctimas declaró que su madre le dijo que la mujer policía solía entrar a la casa para usar el baño y no le gustaba porque «hacía preguntas raras» sobre cambio de dólares y que su padre le dijo que era «amiga» y que le solía convidar café con leche.
«El conocimiento previo que existía entre Soloaga y las víctimas es lo que lleva a que les quite la vida para evitar cualquier tipo de reconocimiento», señaló el fiscal.
Como móvil del crimen, Ciruzzi sostuvo el robo del dinero y mencionó una deuda de más de 6.000 dólares que Soloaga tenía con la empresa «FunTime» para poder pagar un viaje a Disney que le quería regalar a su hija por su cumpleaños de 15.
EMJ