Las pericias realizadas por el CICAT del Ministerio de Seguridad a los 19 celulares de los detenidos y figuras alrededor de la desaparición de Loan Danilo Peña -y las conclusiones de los análisis realizados por la Policía Federal-, empiezan a revelar algunos aspectos interesantes de la búsqueda.
Por ejemplo, en el análisis al celular Samsung de Laudelina realizado con el sistema UFED se descubrió que ya en los primeros días de la desaparición, muchas personas del pueblo de 9 de Julio sospechaban que la mujer sabía más de lo que inicialmente revelaba. Mientras la Justicia miraba de reojo su accionar el día de la desaparición y los medios de comunicación la entrevistaban para conocer de su boca la secuencia de los hechos, algunas de sus amigas más íntimas le reclamaban “que diga la verdad”.
Ese reclamo, se extrajo de una conversación de un grupo de WhatsApp perteneciente al propio celular de Laudelina y figura en el reporte de 97 páginas confeccionado por la Policía Federal Argentina y entregado a la jueza Cristina Pozzer Penzo. Llama la atención porque el chat es del 20 de junio, apenas siete días después de la desaparición, cuando, al menos públicamente, nadie veía a Laudelina como una sospechosa de entregar al chico.
Mucho menos, como la posible responsable de plantar el botín de Loan en el barro para despistar la búsqueda.
Un contacto registrado como “Librada Robl”, le escribe a la tía de Loan: “¿Lau, seguís en el grupo?Hablá. Decí lo que sabes. Pensá en tus hijos. Mira que todo da vueltas en la vida y te pega donde más duele, de eso estoy segura. No puede perderse así nomas como que se lo tragó la tierra”, le escribe.
El mensaje continúa: “No puede ser tantos días. Encontraste vos la zapatilla. No soy nadie para juzgar, ni acusar sin pruebas pero… ¿cómo no van a saber?. Es un inocente, por Dios. Hablen, no se queden callados. Loan no está perdido. Ojalá me equivoque y que Dios me perdone si lo es así, pero acá hay gato encerrado”.
Laudelina no respondió a este mensaje. Lo leyó y lo ignoró. Lo mismo hizo con otro, de otra amiga, que reafirmaba los dichos de la primera: “pero los gatos no salen de su escondite”. Luego, le pidieron que requiera custodia policial para proteger a sus hijos.
Un día antes, el 19 de junio, Laudelina le había enviado el contacto de María Victoria Caillava, invitada a comer pollo en el almuerzo de la casa de la abuela Catalina en el Paraje Algarrobal, a su hija Macarena, que esta semana aseguró que su madre mintió al introducir la hipótesis del accidente. Para ese entonces, Caillava no había sido detenida en el caso.
Un detalle hallado en la pericia sugiere que el vínculo entre los Peña y Caillava es mucho más estrecho de lo que parece.
El teléfono de Melisa Benítez, hija de Laudelina y Antonio Benítez, también preso por el caso, fue incautado en las redadas. El análisis a su agenda reveló que Caillava estaba agendada como “TÍA VICTORIA”.
Lo explican uno de los investigadores: “Sabíamos que había una afinidad, pero no creíamos que tanta. Evidentemente, ambas familias se conocen mucho”.
Estos datos se suman a la cantidad de indicios que entregaron los teléfonos, cuestiones sugerentes, tal vez escandalosas, como visitas a páginas porno, fotos de mujeres muertas.
Sin embargo, en lo encontrado en los celulares no hay un solo dato que le permita a los investigadores acercarse a los más importante: el paradero de Loan, o qué hicieron con él.
Martín Candalaft
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