Este lunes se cumplen 15 años del asesinato de Solange Grabenheimer. Y algo se sabe con certeza: el crimen quedará impune. Porque este lunes prescribe la causa de manera definitiva.
Por Pablo Vaca
Aunque ahora alguien aparezca y confiese con lujo de detalles cómo aquel 10 de enero de 2007 le clavó cuatro puntazos en el cuello a la joven de 21 años en su cama del PH de Güemes 2280, en Vicente López, no podrá ir a juicio ni preso.
El caso fue muy comentado en su momento: la víctima y la principal sospechosa, su amiga Lucila Frend, eran lindas, jóvenes, educadas, de zona Norte. Vivían juntas. Incluso, en 2018 se hizo una película, Acusada, con Lali Espósito, basada en esta historia. Frend, hoy de 36 años e instalada hace tiempo en Barcelona, fue juzgada y absuelta por unanimidad en 2011. En el proceso, tanto el fiscal como la familia de la víctima apoyaron la hipótesis de la culpabilidad de la imputada.
La clave de la acusación era que Lucila podía haber estado en la casa con Solange en el momento en que fue asesinada. Concretamente, la data de la muerte había sido estimada entre la 1 y las 7 de ese día, y Lucila admitía que se había ido de allí a las 7.30. Sin embargo, en el juicio se comprobó que el médico que calculó el horario de la muerte no le tomó la temperatura al cadáver -dato básico para deducir la hora- porque no había llevado un termómetro. Había otros argumentos menores y llamativos en la imputación, como que Frend había llorado poco en el velorio. En su fallo absolutorio, los jueces hablaron de falta de pruebas y de una pobre investigación.
Esa misma chapucería se verifica en otros crímenes resonantes. En el de María Martha García Belsunce, asesinada en 2002, el primer informe médico decía que la socióloga se había resbalado y ahogado en la bañadera de su casa del country Carmel, cuando en realidad tenía nada menos que cinco balazos en la cabeza. Su marido, Carlos Carrascosa, fue acusado y condenado en 2009, y luego absuelto en 2016. En algún momento de este año, sin fecha cierta, comenzaría el juicio contra Nicolás Pachelo, vecino de la víctima, quien siempre fue apuntado por la familia Belsunce como el verdadero responsable.
En el del Nora Dalmasso, hallada muerta en su casa de Río Cuarto con el cinto de su bata atado al cuello, más de 20 personas contaminaron la escena del crimen. Hubo un pintor detenido, que se hizo popular como “el Perejil” y luego las sospechas se dirigieron al hijo de la víctima, Facundo. Ambos resultaron inocentes. Hoy, a 15 años del homicidio, el viudo, Marcelo Macarrón, que el día de la muerte estaba en Punta del Este, enfrentará un jurado popular en algún momento de este año por “homicidio calificado por el vínculo, alevosía y precio o promesa remuneratoria”: lo acusan de haber pagado para que mataran a su esposa. Lo encuentren culpable o inocente, el o los autores materiales de asfixiar a la mujer respiran tranquilos, pues esa causa también prescribió.
Otra impactante muerte cuya investigación se dificulta por errores elementales es la del fiscal Alberto Nisman. Desde el entonces secretario de Seguridad, Sergio Berni, hasta la ya retirada fiscal Viviana Fein, pasando por peritos y policías, fueron multitud los que pasaron sin observar mínimos cuidados, ese 18 de enero de 2015, por el departamento de Puerto Madero que alquilaba el denunciante de Cristina Kirchner por encubrir a los responsables del ataque a la AMIA con el Memorándum con Irán.
Por ejemplo, un perito en balística, para ver el número del arma hallada en el baño junto al cadáver del fiscal, pasó el dedo por la corredera de la pistola, y borró todos los rastros que podrían haber existido. En síntesis, por ahora no hay acusados de homicidio. Sólo el perito informático Diego Lagomarsino está procesado como partícipe necesario de la muerte, y cuatro custodios, por incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Este domingo, Lucila Frend habló por primera vez en 11 años. En una carta a la agencia Télam, dijo que se sentía frustrada e impotente por la prescripción de la causa por el crimen de su amiga. “Es un día muy triste y amargo para mí y para todas las personas que queríamos a Sol y que hace 15 años esperamos justicia. Si bien nada ni nadie nos devuelve a mi amiga Sol, el esclarecimiento era algo que nos merecíamos todos”.
Tiene razón Frend. Séneca dijo que “nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”. Y nada hay más tardío que una causa cerrada por prescripción.