Hasta 2016, la carrera de modelo de Laura Martínez Waltos iba en ascenso, con desfiles y apariciones en programas de televisión. Ese año, “Laly” comenzó una relación sentimental con Jorge Martín Lemos (25).
Un hombre que desde entonces convirtió su vida en un infierno de prohibiciones, celos y golpes que en 2021 casi se desemboca en un cro,em sin retorno: el 11 de septiembre pasado, Lemos embistió con una camioneta RAM 4×4 el auto en el que la joven se movilizaba junto a un amigo por el barrio porteño de Chacarita.
Después, Lemos se fugó con rumbo desconocido y desde aquel día no se sabe dónde está.
Por eso, la Justicia emitió dos días después del ataque una orden de captura en su contra, acusado de tentativa de homicidio y el 27 de enero el Ministerio de Seguridad de la Nación comenzó a ofrecer una recompensa de un millón de pesos para aquel que pueda aportar datos que permitan su detención: Laura es representada por el abogado querellante Gastón Marano, el mismo que en 2019 logró la condena de 14 años a Jonathan Fabbro por abusar de ahijada.
El monto es elevado en la escala usual, propio de un asesino consumado. Sin embargo, su escondite no ha sido impedimento para que desde la clandestinidad todavía someta a Laura a una vida llena de miedo.
Desde el día que la arrolló con su camioneta en la esquina de la avenida Córdoba y Jorge Newbery, el hombre le manda mensajes y audios de WhatsApp todos los días para asustarla, insultarla y recordarle que conoce todos sus movimientos, afirma Laura misma. Hoy, prácticamente no puede salir de su casa y mucho menos puede pensar en trabajar de lo que le gusta, ser modelo. Su vida, dice, es insoportable.
Además, teme por la hija de cuatro años que tiene en común con Lemos y su hijo de una pareja anterior. “Vivo presa. No trabajo de nada porque no puedo. Él en cambio sigue libre. Se mueve como quiere a pesar de que ofrecen una recompensa por él. Pero en el juzgado me dicen que encontrarlo es difícil. Él estuvo de vacaciones hace poco, se mueve como quiere. Sólo quiero que lo detengan”, dijo Laura a Infobae.
Cuando la relación apenas se consolidó en 2016, el hombre comenzó a manifestar celos por cualquier detalle de la vida de Laura. Él sabía de la exposición pública que su novia tenía cuando la conoció, pero eso no fue impedimento para que gradualmente impusiera su reglas en la relación. Casi sin darse cuenta, “Laly” se vio inmersa en una espiral de violencia que la fue alejando de su trabajo, de su familia y de sus amigos. Desde el comienzo de la relación le ordenó que tenía que mandarle fotos de dónde estaba. No la dejaba usar cierta ropa y de a poco le prohibió trabajar. El patrón clásico de la violencia de género se volvía aún más extremo.
Así, fueron más de dos años sometida a las prohibiciones de Lemos hasta que en el 2018 la situación se agravó. En ese entonces, comenzaron las agresiones físicas.
Laura quiso cortar de raíz con la situación y denunció a su pareja ante la Justicia por los golpes. Como suele ocurrir, le impusieron una restricción perimetral a Lemos, pero no sirvió de nada. El hombre impuso su voluntad y continuaron viviendo juntos. En el medio nació su hija pero la violencia siguió marcando el ritmo de su vida familiar. Para ese punto, “Laly” ya era prácticamente una ex modelo que vivía como su novio quería. Seguía con él por miedo a que la matara.
“‘Si me dejas, me mato yo’, me decía. Eso era lo que me hacía seguir la relación porque sabía que corría riesgo. Esperaba alguna ayuda de que se lo llevaran preso pero esa ayuda nunca existió”, contó la mujer. Poco menos de dos años después, agotada de la vida que tenía junto a Lemos, Laura decidió separarse definitivamente y dejar la casa que compartían. Alquiló un departamento y se mudó junto a sus hijos.
“Cuando corté, no lo entendió. Me decía ‘vos vas a seguir siendo mía de por vida’. Por eso creo que me intentó matar, porque para él yo le estaba siendo infiel”, agregó. Las amenazas, el hostigamiento, las vigilancias en la puerta de su casa fueron cosa de todos los días pese a estar separados. Martínez Waltos prácticamente no salía de su casa. Se vio obligada a cambiar a sus hijos de colegio para protegerlos. Finalmente, en junio de 2021 tomo una decisión drástica. Cortó todo vínculo con Lemos, le prohibió ver a la hija y se mantuvo a resguardo como pudo. Dejó de hablarle.
Pero el hombre continuó el acoso. Eran mensajes diarios con insultos y amenazas a pesar de que ella bloqueaba cada uno de los números telefónicos desde los que se comunicaba. Pero la medida no surtió efecto y por eso en agosto lo denunció por segunda vez ante la Justicia por violencia de género. Le dieron un botón antipánico y le asignaron custodia policial.
“No sirvió de nada. Me seguía a todos lados. Se me aparecía en cualquier lugar. Hasta acampó en la entrada de mi casa. Me mandaba mensajes en los que me decía sabía todo lo que hacía. Está obsesionado al punto que después de que lo denuncié, se tatuó mi cara en uno de sus brazos. Es un enfermo”, relata “Laly”.
“Laly” estaba dispuesta a rehacer su vida después de cinco años de estar encerrada y sometida. Quería recuperar a sus amigos y todo aquello que tenía hasta 2016. Aquel 11 de septiembre, un amigo pasó a buscarla en el auto por su departamento de Chacarita. Con algo de miedo, la mujer bajó, se subió al vehículo y comenzó a mirar para los costados con la intención de chequear que Lemos no estuviera allí.
Es que de acuerdo con su relato, era muy común que su ex pareja se apareciera repentinamente para reclamarle algo o simplemente para insultarla. Junto con su amigo, “Laly” miró por la ventanilla nuevamente para asegurarse y finalmente emprendieron su camino. Apenas una cuadra después, en Córdoba y Newbery, Lemos apareció en escena con su camioneta. Se ubicó detrás del auto donde estaba su ex mujer y lo embistió sin dudarlo. Lo que vino después fue brutal.
“Nos empujó hacia la otra esquina, nos hizo llevarnos puesto un semáforo y quedamos del otro lado contra un paredón. El auto quedó completamente compactado y quedé hospitalizada. Vinieron los bomberos, la policía y una ambulancia. Él se dio a la fuga desde ese día. Por lo que supe, primero se fue a Paraguay y luego volvió al país”, contó.
La víctima resultó seriamente herida. Sufrió golpes de consideración en varias partes del cuerpo, raspones y por muy poco pierde la vida. Las imágenes de cómo quedaron los vehículos -a las que accedió Infobae- son impactantes y dan cuenta del fuerza de la colisión. El amigo de Laura sufrió varios golpes pero sólo fue atendido en el lugar. El violento dejó la RAM y huyó.
La violencia llegó a un nivel que la joven nunca imaginó. Pero lejos de detenerse, Lemos fue por más. Le escribe a diario por WhatsApp y por Instagram. Los mensajes contemplan casi todo un abanico de emociones. Van desde agresiones y amenazas de muerte, hasta expresiones de un supuesto amor. “Me dice de todo. Un día me insulta, otro día dice que soy el amor de su vida, que me odia o que me quiere ver. Busca citarme. Me escriben sus amigos incluso para decir que me quiere ver pero yo sé que quiere verme para cumplir con su cometido. Por lo menos ya bloqueé un total de 70 números de teléfono. Pero todos los días me escribe de alguna manera”, remarcó.
La situación judicial y un prófugo que hace lo que quiere
El 13 de septiembre, la Justicia ordenó la inmediata detención de Lemos. Según explicó a Infobae el abogado de Laura, Gastón Marano, en un principio la calificación fue por lesiones y daños. Sin embargo, logró que se agravara y pasara al fuero nacional. Fue así que quedó en manos del Juzgado Criminal y Correccional Nacional Nº 61 y pasó a estar acusado de intento de homicidio agravado por el contexto de violencia de género, en concurso ideal con lesiones y daños.
Pero no es la primera orden de detención que pesa en su contra. La Justicia -explicó el letrado- ya emitió en el pasado reciente dos pedidos para que lo capturen y ambos por las denuncias de violencia hechas por la modelo. La primera fue porque no cumplió con una insólita condena de 8 días de prisión que un juzgado le impuso por agredirla. Además cometió nuevos delitos pese a esa sentencia y por eso ordenaron su detención.
La segunda fue emitida por un Tribunal Oral que lo requirió para cumpla con un juicio en su contra por la segunda denuncia de “Laly”. No se presentó y pidieron su captura. La tercera es por la que está prófugo desde hace 5 meses y la de mayor gravedad.
“En este caso se trataba claramente de un intento de femicidio. Por eso se consiguió la incompetencia del trámite en la Ciudad de Buenos Aires y pasó a tramitar en Nación. Actualmente la causa está en el Juzgado Criminal y Correccional Nº 61 de la Nación. Estuvo a cargo del juez Darío Bonanno, quien hizo todo lo posible por tratar de localizar al sujeto. Ahora hay una juez subrogante de otra jueza”, detalló el abogado.
En el ofrecimiento de recompensa de la cartera de comanda el ministro Aníbal Fernández -que además fue publicado hace casi un mes en el Boletín Oficial- se detalla que Lemos “se encuentra imputado por diferentes hechos, todos enmarcados en el contexto de violencia de género: hostigamiento, amenazas, desobediencia y homicidio agravado por el vínculo en grado de tentativa”.
El último domicilio registrado del acusado es la calle Mozart, en el barrio cerrado » El Cortijo”, ubicado en la localidad bonaerense de San Miguel. Pero los datos de su familia, los mensajes que le manda a diario a “Laly” y hasta la foto divulgada masivamente no han sido suficientes para que el Estado argentino dé con el acusado. La propia víctima vio en las últimas semanas cómo su ex se mueve como quiere. Afirma que sale con sus amigos a bailar y hasta se fue de viaje. Hace su vida pública y todavía permanece prófugo. La modelo lo único que pide es que lo detengan y así volver a retomar las riendas de su vida.
“Tiene tres órdenes de detención por tres causas distintas. Ya tiene una condena por violencia contra ella y tiene pendiente un juicio por violencia también contra Laly. ¿Qué espera el Estado para encontrarlo, que la mate?”, criticó Marano.