Salgo de la radio y un taxista me grita desde su auto sin detenerse: “Que tus amigos periodistas que defienden a los presos se lleven ellos un violador a su casa”.
Una hora antes había entrevistado al juez Richard Trincheri, uno de los tres magistrados neuquinos que votó a favor de que un hombre de 69 años, condenado a 12 años de prisión por violar durante 4 años a su nieta desde que ella tenía 7, cumpla la pena en su domicilio de Junín de los Andes, pueblo de 15 mil habitantes en donde todos se conocen y viven cerca.
Atiné a responderle al taxista y en ese instante mi productora de Radio La Red, Gaby Bolañez, me mandó el mensaje de la mamá de la mujer violada. Lo escuché parado en la calle. Sentí que nada más tenía que hacer ni decir.
“Acabo de escuchar al juez. Tengo una mezcla de bronca por lo que dijo el juez porque uno termina sin entender. Quizá uno no tiene los argumentos legales, con los conocimientos legales, como para hablar con ellos así de frente. Lo único, es que veo por ahí, dentro de la resolución, que está planteando que el abuelo de mi hija no debe tener ningún contacto con los menores que viven dentro del mismo predio, que son sus nietos y son cinco. A mí me causó horror y voy a resguardar a mi hija y lo voy a hacer. Pero es un horror esto porque él vuelve el lugar que fue escenario de varios de los abusos y es como que reconstruyen el escenario de la situación y ojalá y dios quiera que ninguno de esos niños sufra lo mismo. Muchísimas gracias”. Eso me dice la mamá de una joven violada por 4 años por su ex suegro.
Podría argumentar cientos de aspectos jurídicos y sociales sobre el tema. Por ahora, sólo puedo escuchar y escuchar y escuchar el mensaje de esta mujer. Apenas me surgen ideas desordenadas.
– El Estado, ejecutivos, legisladores y jueces están para garantizar que los condenados en juicio justo CUMPLAN las penas. No están para pensar ni diseñar que las evadan, se las morigere o se las perdonen.
– El estado, si no puede hacer cumplir una pena en la cárcel por el COVID, debe buscar espacios alternativos de encierro que garanticen el distanciamiento social: batallones, hospitales, lo que sea. No mandarlos a su casa con tobillera, en el mejor de los casos. Este violador fue mandado a la casa sin tobillera (no lo vio necesario el tribunal) a minutos del domicilio de la víctima.
– Entre dejar a todos adentro de la cárcel, sitio de hacinamiento, y mandarlos a su casa, ha de haber una solución distinta. Que la piensen los que gobiernan y fallan. Salvo que nos sintamos cómodos en este clima de intolerancia que facilita dividirnos en amigos y enemigos de los otros.
– ¿Qué son casos aislados los asesinos, violadores o delincuentes de lesa en sus casas? No es cierto. Y si lo fuera (vean la nota de la jueza de Quilmes en Infobae), la injusticia no es una cuestión aritmética. El repudio por lo injusto no califica por la cantidad sino por la calidad de un solo hecho. Un violador en su casa, causa un atropello legal y un estrépito social suficiente como para evitarlo.
– Que la acordada de Casación nacional y los dictámenes provinciales no admiten estas domiciliarias. La única verdad es la realidad. ¡Los mandan a sus casas! No le griten al espejo.
– Que las leyes los “obligan a hacer esto”. Mienten. Las morigeraciones de penas en delitos aberrantes o de lesa humanidad no proceden, explican todos los tratados internacionales que suscribió la Argentina. Declaren inconstitucionales las normas, tengan coraje y sensibilidad por las víctimas y apelen a algo que no sea el todo o nada. ¡Trabajen de jueces! No de meros empleados administrativos que se esconden en las formas de la ley y la aplican sin sana crítica. Si no, pongamos empleados perito mercantil sin el menor criterio jurídico que disciernan penas con una tabla de prisiones del código penal.
– Que mandar a domiciliarias a delincuentes es el modo de evitar aglomeraciones de presos en las cárceles. ¿No hay otro modo? ¿No hay otros sitios para re alojarlos? ¿En los barrios en donde vivían mientras delinquían es la forma?
Una maestra de derecho de Rosario enseñaba a sus alumnos que a la hora de resolver un conflicto jurídico, primero debía imponerse pensar qué resultaba más justo a la luz del sentido común y de las mayorías. Luego, mandaba a buscar el apoyo jurídico en los códigos. Primero, en el sentido de la justicia. Luego en las normas de los papeles. Su metáfora era: “Vos resolvé pensando en lo que es justo. El taparrabos jurídico aparece siempre después”.
Te pregunto a vos que gritás imitando el tono de Martin Luther King pidiendo por el temor al COVID en las cárceles, acusando a los medios de “envenenar” con el tema (de paso: genera veneno este violador). Le pregunto a juristas inmensos, como María Laura Garrigos de Rébori que hoy dijo sentirse desahuciada de la condición humana ante los que cacerolearon en contra de las prisiones domiciliarias de este tipo: ¿es justo que el abuelo que violó por 4 años seguidos a su nieta vaya a cumplir condena a su casa que está a pocos metros de la víctima conviviendo con otros cinco menores? ¿Lo es? ¿No merece tu solidaridad con el horror que debe estar pasando esa chica?
Pregunto a los que dicen que pensar de otra forma es destituyente, oligarca, neoliberal o lo que sea: ¿no te da apuro reírte entre los tuyos y jugar a la ironía tuitera diciendo que no es para tanto que a una mujer abusada le hagan revivir su calvario? Porque lo revive, te lo aseguro. Con una mano en el corazón, ¿te parece que es justo resolver así?
Si crees que no, pedile al juez que cobra su sueldo todos los meses (y no paga Ganancias, no le descuentan por cuarentena, tiene privilegios de horarios y tareas) y a los funcionarios que corresponda que agencien otra solución.
Si crees que es justo que el abusador (el corrupto, el asesino, el delincuente serial) salga de la cárcel a donde lo mandaron a CUMPLIR la pena y se refugie en su domicilio, hacete cargo de la bronca del taxista que te grita que te lo lleves a tu casa y de que muchos pensemos que la maldad y la inquina no tienen límites.
Por Luis Novaresio.