Ambas son oriundas de Moreno y tienen 23 y 21 años. El novio de una de ellas era el cabecilla de la banda. El llamado delator al 911, las declaraciones de las víctimas y la macabra selfie en pleno cautiverio.
Por Martín Candalaft
«Nos encontramos a las 18 en el puente. También viene mi hermana Macarena», fue el mensaje que recibió en su teléfono Marcelo G. el sábado 9 de marzo al mediodía. Quien se lo mandaba era Gimena R., según ella misma una promotora que había conocido en octubre del año pasado en la Costa, una chica rubia, baja de estatura, muy voluptuosa, que lo había cautivado mientras trabajaba para una marca junto a su hermana. Hacía tiempo que quería verla de nuevo. Solo habían tenido contacto por redes sociales desde entonces. Como no quería ir solo, le pidió a su amigo y jefe Ricardo B. que lo acompañara; él también las conocía.
Marcelo pasó a buscarlo con su VW Amarok a media tarde y fueron desde Capital Federal hasta zona oeste. Sobre el puente que queda en el cruce de Irigoyen y Camino de la Rivera estaban las dos chicas. Subieron a la camioneta y fueron a tomar algo a Parque Leloir. Todo parecía ir bien. Pero solo parecía.
En pocas horas más, los dos amigos descubrirían que las mujeres, de 23 y 21 años, ambas oriundas de Moreno, en realidad no eran promotoras sino integrantes de una peligrosa banda de secuestradores y que ellos eran las víctimas perfectas de su golpe más importante. Faltaban pocos minutos para que uno estuviera con una bolsa en la cabeza dentro del baúl de un auto y el otro con un arma en su sien yendo a buscar USD 60.000 para recuperar su libertad.
Eventualmente, Macarena y Gimena cayeron. Ambas fueron detenidas esta semana por el Departamento Antisecuestros de la Federal tras una decena de allanamientos en las zonas de Paso del Rey, Merlo, Isidro Casanova, Longchamps y Villa Albertina, con una investigación bajo la firma del Juzgado de Garantías N°1 de Moreno de la doctora Adriana Julián y encabezada por el fiscal Leandro Ventricelli y la UFESE -el ala de la Procuración dedicada a perseguir secuestros extorsivos- a cargo del fiscal Santiago Marquevich. Otros seis miembros de su banda cayeron junto a ellas, imputados por robo agravado por el uso de arma de fuego, robo agravado en poblado y en banda y secuestro extorsivo agravado por haber logrado el propósito y por haber participado tres o más personas.
Según información del expediente a la que accedió Infobae, el primer contacto entre las falsas promotoras y las víctimas se dio en Pinamar: «Estábamos cerca de una zona de médanos con Marcelo. A una persona se le había roto el cuatriciclo y le pedí a Marcelo que les dé una mano. Yo me distraje mirando otros vehículos. Cuando volvió me contó que había charlado con dos chicas que eran hermanas y se habían pasado los teléfonos», contó en su declaración testimonial Ricardo B. En los meses siguientes no hubo encuentro cara a cara, pero sí una gran cantidad de conversaciones por WhatsApp principalmente entre Gimena y Marcelo.
Cuando los cuatro estaban compartiendo tragos y una picada en el bar «Bruce» de Parque Leloir el sábado de la cita, algo le llamó la atención a Ricardo. Gimena se paró cuatro veces para ir al baño y tardó varios minutos en cada oportunidad. Incluso él llegó a ir al mismo tiempo al toilette de hombres para intentar escuchar si hablaba con alguien. Como no logró oír nada no le dio mayor importancia. Luego se demostraría que en esos lapsos de tiempo, la joven se había comunicado con el resto de la banda para coordinar el lugar donde los abordarían. Tal como quedó acreditado en el expediente, cerca de las 20, una de las hermanas les pidió a los hombres si podían llevarlas de nuevo a su casa, les mintieron con la excusa de que estaban cansadas.
«De ahí fuimos de nuevo para el lado de Moreno. Marcelo manejaba, Gimena iba en el asiento del acompañante y Macarena y yo estábamos atrás. Recuerdo que agarramos Acceso Oeste y después un camino que va hacia el Riachuelo. En determinado momento veníamos por una calle, que creo que es la que lleva al río, y una le dice a Marcelo que doble a la izquierda porque querían ir a la casa de una tía. La charla hasta ese momento era normal. Hicimos una cuadra y pidieron que paráramos. Gimena le dijo a Marcelo que se baje para poder besarse y cuando abrió la puerta inmediatamente apareció un tipo con una escopeta», relató Ricardo B. ante la Justicia.
La banda que usaba a las hermanas como señuelo no improvisaba, para nada. Habían hecho inteligencia previa: conocían movimientos, sabían el dinero con el que contaban y habían monitoreado el trayecto desde el puente hasta el bar y luego al lugar donde los interceptaron. No solo eso, también los habían filmado y fotografiado.
Según el relato de las víctimas, uno de los delincuentes tomó a Marcelo, le puso una bolsa en la cabeza y lo metió en el baúl de una VW Suran con la que habían llegado los secuestradores al lugar. Ricardo intentó escapar pero fue en vano; a los 20 metros de su carrera fue atrapado y lo subieron a la parte trasera del mismo auto.
«A mí también me pusieron una bolsa en la cabeza. Por las conversaciones que escuché había dos hombres y dos mujeres. Estoy seguro de que eran Gimena y Macarena», declaró. Las falsas promotoras los habían engañado y los convirtieron en presas fáciles.
Con el secuestro en marcha y las víctimas reducidas, la banda decidió detenerse para reorganizar su plan. Las dos mujeres se subieron a la Suran que tenía a Marcelo en el baúl mientras que Ricardo fue pasado a la Amarok junto a otros tres secuestradores. Ahí se dio el pedido de dinero. Sabían que de los dos amigos el que tenía un poder adquisitivo mayor era Ricardo. Le dijeron que querían 2 millones de pesos. El hombre usó su teléfono para pedirle la plata a un amigo. Le mintió diciéndole que lo necesitaba para cerrar una serie de transacciones urgentes. Consiguió rápidamente USD 60.000. Debía pasarlo a buscar por el edificio Flamencos, ubicado en la calle Azucena Villaflor 350 en Puerto Madero.
Las cámaras de seguridad de la Autopista del Oeste registraron el paso de la camioneta en dirección a Capital cerca de las 22. Cuando llegaron a Puerto Madero, le sacaron la bolsa de la cabeza y lo hicieron bajar para que retire la plata: «Si llegás a hacer una boludez matamos a tu amigo», le prometieron mientras bajaba. A los pocos segundos ya estaba de vuelta con un sobre de papel madera repleto de dólares.
El primero en agarrar el sobre no era un delincuente más. Era, posiblemente, el jefe de la banda, un hombre de 25 años llamado Brian D.S. Quedó comprobado en las pericias tecnológicas que se hicieron luego del secuestro que desde su celular se articuló gran parte del operativo. Inclusive mientras estaban volviendo de Puerto Madero le envió un mensaje a una mujer agendada como «Clau» que decía: «Amor, ahora no puedo, estoy en un secuestro».
Mientras todo esto ocurría, Marcelo era llevado a una casa abandonada en un terreno ubicado en la calle Derqui, en Merlo. En ese lugar quedó al cuidado de otros integrantes de la banda entre quienes se encontraba al menos una de las falsas promotoras. Allí fue golpeado brutalmente. En el expediente figura una foto que la propia Gimena se sacó junto a la víctima amordazada y con precintos en las muñecas y se la envió a Brian D.S. Cuando el delincuente recibió la foto respondió: «Cerrale la boca, atalo y metelo en el baúl».
Mientras el vehículo salía de Capital Federal para volver al oeste del Conurbano, los secuestradores estaban interesados en charlar con la víctima. Incluso en un audio de WhatsApp que se enviaron entre los propios delincuentes se escucha que uno le dice a Ricardo: «Y…me dedico a eso, me encanta. Mira si nos conocíamos de otro lado. Sabes cómo podríamos robar vos y yo… ¿Vos me podés dar para robar?».
Ya con los USD 60.000 dólares en su poder, los delincuentes llevaron a Ricardo al lugar donde estaba secuestrado Marcelo. Una cámara ubicada en la intersección de las calles Dellepiane y Juliana Lanteri vio pasar la camioneta a las 23:59. Cuando estuvieron juntos los subieron a la camioneta y los liberaron en un descampado cerca de Merlo. Pidieron ayuda primero a un colectivo y luego en una pizzería. Finalmente fueron rescatados por un familiar.
A las 3:30 de la madrugada del domingo, cuando habían pasado pocos minutos de la liberación, llegó a la comisaria de Villa Diamante un llamado del personal de una empresa de rastreo satelital que había detectado el robo de la camioneta Amarok de Marcelo G. El vehículo estaba en la intersección de las calles Emilio Castro y Obón. Cuando los efectivos llegaron notaron que en el interior había gente. Al acercarse, la persona que estaba en el asiento del acompañante escapó y no pudo ser alcanzado. El conductor quiso hacer lo mismo pero fue detenido. Era Brian, el presunto cabecilla de la banda.
De la investigación surge que D.S. estuvo en contacto con casi todos los que participaron del secuestro antes, durante y después. Cuando fue detenido tenía su celular, no había llegado a descartarlo. El peritaje de ese teléfono fue clave para desentrañar los movimientos de la banda y avanzar sobre el resto de los integrantes. En los mensajes de WhatsApp y Messenger que se analizaron quedó en evidencia que él y Gimena tenían una relación sentimental. También se encontraron fotos y videos del encuentro entre las dos mujeres y las víctimas sobre el puente. El propio Brian o alguien con su teléfono las había tomado desde un lugar estratégicamente elegido.
Además había un video grabado días previos al secuestro, donde se observa el terreno que terminaría siendo el lugar de cautiverio de Marcelo. En el audio que acompaña las imágenes se escucha la voz del líder: «Mirá, perro, todo descampado. No hay ningún vecino. Acá les vamos a dar masa, perro. Acá en frente». Esto demuestra claramente que todo lo sucedido fue planificado con varios días de antelación.
D.S tiene un perfil de Facebook que fue examinado por los peritos en busca de pruebas. De ese estudio surgió que, algunas horas antes del hecho, subió un posteo con la leyenda «Lla estamos a la espera desespera (sic)» acompañado con el clásico emoji que en lugar de ojos, tiene signos de pesos.
Las dos hermanas también tienen una alta exposición en redes sociales. Según consta en el perfil de Facebook de Macarena, está casada y tiene un hijo. Su última actualización es del 5 de junio a las 19:08 donde subió una selfie. Por su parte, Gimena tiene dos cuentas en esa red social. Tuvo que hacerse la segunda a principios de este mes porque, según denunció, le hackearon la anterior. Su última actividad es del 9 de junio.
Un hecho curioso llamó la atención de los investigadores. Un día antes del secuestro, la central provincial del 911 recibió un llamado anónimo que se limitó a dar un mensaje y luego cortó la comunicación.
«Una chica se dedica a robar. Tiene armas para robar junto a una banda. Tiene chalecos de policías. Todos se visten de policía, estarían en un bunker escondidos, parrilla de dos pisos, justo sobre el puente Independencia del lado de Moreno justo en la esquina. Hace poco robaron algo y tienen dólares. Roban en todo Moreno. Es una banda organizada. La chica se llama Gimena, con ella hay tres hombres. Uno de nombre Brian, y el otro de nombre Oscar. Roban mucho hace tiempo en la zona. Única parrilla del puente».
No se pudo identificar al autor de ese llamado. Lo que es indudable es que quien lo realizó, tenía datos específicos. Conocía a los integrantes de la banda, sus nombres y sus movimientos.
Tanto en este llamado como a lo largo del expediente se hace mención a un lugar que es clave en la investigación. Se trata de una parrilla abandonada en la esquina de Pagnelli e Irigoyen. El dueño de ese lugar se llama Oscar Ángel R. y es uno de los detenidos. Está señalado como uno de los partícipes necesarios de los delitos. Es el «Oscar» que se menciona en el llamado al 911.
Este sitio es otra prueba de cuán premeditado y estudiado estaba el plan criminal. El punto de encuentro entre las hermanas y las dos víctimas fue elegido especialmente. Desde el primer piso de la parrilla se puede ver perfectamente el lugar donde se produjo el encuentro. Desde ahí fue que se grabaron las imágenes y se tomaron las fotografías de Marcelo y Ricardo mientas buscaban a las mujeres.
Además, según surge del análisis de los teléfonos de los imputados, ese sábado, algunos minutos antes de que llegaran los dos amigos se produjo una reunión en la planta superior de la parrilla donde se terminaron de cerrar los detalles. «Nos vemos a las 17 ahí», fue el mensaje que Gimena le mandó a Brian D.S, hoy preso en el penal de Olmos.