Rodolfo Sánchez declaró ante la Justicia que embistió a Alex Campo a “20 kilómetros por hora”. Sin embargo, los forenses que analizaron el cuerpo hablan de una velocidad de impacto mucho mayor.
Ayer al mediodía, Rodolfo Pablo Sánchez fue indagado en la UFI N°2 de Cañuelas por atropellar y matar con su camioneta Dodge Ram a Alex Campo, un joven de 16 años que había entrado a su campo el domingo por la tarde junto a sus hermanos, según ellos, para cazar liebres para comer. Horas antes, el juzgado de garantías del caso había avalado la acusación formulada por la fiscal Norma Pippo y el secretario Pablo Ober: homicidio agravado por alevosía, el mismo agravante que se le aplicó a los rugbiers que mataron a patadas en el cráneo a Fernando Báez Sosa en Villa Gesell. La pena es la misma, prisión perpetua, vida entera en la cárcel.
Sánchez dijo que lo atropelló sin querer, un homicidio culposo, que no descendió de su camioneta por temor a su vida. Aseguró que Alex y sus hermanos le estaban robando terneros, que había escuchado en el grupo de WhatsApp de estancieros de la zona que eran cuatreros, que le habían robado a otros propietarios a punta de pistola. Quienes acompañaron a Pablo aseguraron que fueron a cazar y que llevaron a sus galgos para perseguir a la presa. Cuando el secretario Ober llegó a la escena del crimen, los perros estaban ahí.
La familia de Campo llegó rápidamente al lugar, alertada por teléfono. Sus testimonios contradicen fuertemente el de Sánchez, que aseguró que pidió asistencia médica al 911. Una tía de Alex aseguró que el estanciero le dijo que su sobrino “bien muerto está”. En su indagatoria, el estanciero pidió perdón a la familia, dijo ser padre él también, que lo sentía.
El acusado, por otra parte, aseguró que golpeó al joven a “20 kilómetros por hora”, como máximo. Los forenses, sin embargo, estiman otra cosa. El impacto dañó a Alex por fuera y por dentro.
El estudio realizado en la Morgue Policial de La Plata detectó una serie de lesiones: un impacto en la zona del coxis, ya que Alex fue atropellado por la espalda, tal vez mientras huía, encontraron una luxación en la cabeza del fémur, a la altura de la cadera. El cráneo estaba fuertemente dañado, con hematomas en el cuero cabelludo y una fractura de gran tamaño en la calota, 8,5 por cuatro centímetros, otra en el hueso frontal izquierdo. Había otra lesión en el cerebro, dos centímetros de diametro. Su pulmón izquierdo estaba cargado de sangre, un hemotórax masivo según definieron los especialistas, el pericardio roto, infiltración de sangre en otras partes como el peritoneo, el higado lacerado y desgarrado.
Los riñones recibieron el golpe más fuerte, ambos presentaban laceraciones traumáticas. La explosión de sus órganos, creen los especialistas, le causó la muerte, un shock hipovolémico ocurrido tras un politraumatismo de tórax y abdomen. Es decir, Alex no perdió la vida por el arrastre, sino por el golpe.
La velocidad que relató Sánchez en su declaración, creen los investigadores, no se corresponde para nada con el impacto del cuerpo, una de las contradicciones que la UFI N°2 anota en su lista. Los forenses afirmaron extraoficialmente que el impacto debería haber tenido, por lo menos, el doble de la velocidad que Sánchez declaró. Determinar el número de kilómetros por hora exacto será difícil, puede hacerse con una pericia accidentológica, pero la zona de tierra y barro en la que ocurrió el hecho la dificulta. La patente de la Ram tiene multas impagas por casi 75 mil pesos en la provincia de Buenos Aires, de acuerdo a registros oficiales, la mayoría por exceso de velocidad.
Eduardo “Wado” de Pedro, ministro de Interior, calificó el hecho ayer en Twitter como “un crimen cargado de odio”. La prisión preventiva del acusado será resuelta en los próximos días.
Por Federico Fahsbender.