La joven era la expareja de Oscar Junior Benítez, exjugador de Boca y Lanús, y había presentado denuncias por violencia de género, lo que derivó en una orden judicial de restricción de 300 metros debido a las constantes agresiones contra ella y su familia.
Anabelia y Junior mantuvieron una relación desde 2018 hasta 2019, la cual finalizó por denuncias de violencia de género. Según Belén Aldana García, prima de Ayala, en un posteo en Facebook, Anabelia se quitó la vida agotada mental y físicamente, luego de presuntas acciones de acoso por parte de Benítez, quien habría incumplido la restricción impuesta por la justicia al acercarse al hogar de Ayala el pasado 30 de diciembre y acosarla reiteradamente por redes sociales.
La situación de abuso y control por parte de Benítez sobre Ayala era descrita por la prima, mencionando que el exjugador ejercía violencia física, psicológica y restringía su libertad, impidiéndole incluso comer con su familia. La prima también informó sobre el presunto desenlace fatal de Ayala el 1 de enero, cuando decidió quitarse la vida debido a los abusos continuos.
Estos hechos se suman a anteriores episodios violentos, incluyendo uno en enero de 2019, cuando Benítez fue encontrado por los padres de Anabelia dentro de la habitación de su hija, amenazando con un arma de fuego. Los conflictos continuaron, y en enero de 2022, Benítez agredió a Juan Carlos Ayala, el padre de Anabelia, e incluso fue detenido por la Policía por los delitos de violación de domicilio, lesiones leves, amenazas y resistencia a la autoridad.
A pesar de haber sido condenado a seis meses de prisión, Benítez no llegó a cumplir su condena en prisión. Se le impusieron condiciones para evitar su encarcelamiento, entre ellas, una nueva orden de restricción, sesiones con un psicólogo y asistencia a talleres sobre violencia de género. A pesar de estas medidas, la tragedia de Anabelia Ayala destaca las consecuencias trágicas de la violencia de género y las falencias en la protección efectiva de las víctimas.