El crimen del adolescente César Daniel Tizato (15), en Misiones, fue planificado hasta el último detalle. A esa conclusión llegó el juez de Instrucción Miguel Faría, quien decidió encuadrar el caso como un homicidio calificado por alevosía.
Ahora sólo resta saber cuál fue el motivo que llevó a Richard Cristaldo (44), a cometer el hecho.
El 30 de agosto pasado, Cristaldo pasó por la casa de Tizato, en la localidad de San José, y lo invitó a cazar y pescar en la estancia que pertenece a una firma yerbatera que también se dedica a la piscicultura en ese mismo predio. Para el juez Faría, esa excursión fue el plan perfecto para sacar al adolescente de su casa y llevarlo a un lugar donde quedara en una situación de indefensión.
El hombre, que tiene formación en artes marciales y trabajaba en un aserradero, volvió solo a primera hora de la tarde de ese domingo y le comunicó a la mamá de Daniel que el chico se había encontrado con otras dos personas en la estancia y decidió quedarse un rato más.
Las alarmas se encendieron al anochecer, cuando el adolescente no retornó. Su familia realizó una denuncia y al día siguiente se inició un intenso rastrillaje en la estancia. Cristaldo aportó los primeros datos sobre la zona por donde anduvieron ese día. Y agregó que a uno de los desconocidos le prestó tres balas calibre 22 porque querían cazar carpinchos.
El hombre, que estuvo demorado algunas horas por la desaparición pero fue liberado por falta de pruebas, orientó la búsqueda hacia la zona del paraje Centinela, muy lejos de donde se hallaría el cuerpo del adolescente 33 días después.
En su declaración como testigo, Cristaldo dijo que no conocía a las personas que quedaron con Tizato, pero dos semanas después apuntó a un vecino del pueblo. Para la Justicia, con esa falsa acusación buscó desorientar a los investigadores. La Justicia pudo probar que esa persona no había estado en la estancia ese día.
Es más, Cristaldo incluso se sumó a las tareas de rastrillaje en los primeros días, se mantuvo tranquilo y nunca cayó en contradicciones. Es que estaba convencido que el cuerpo del adolescente nunca iba a aparecer.
En la búsqueda se utilizaron helicópteros, perros especialmente entrenados, buzos, gendarmes y soldados con drones, pero no se hallaron rastros del chico. Es por eso que el juez Faría ordenó ampliar el perímetro de la búsqueda.
El pasado viernes, a media mañana, una patrulla volvió a pasar por cercanías de una laguna natural que ya habían recorrido, pero esta vez se toparon con un cuerpo flotando. Las prendas de vestir coincidían con las que tenía puestas Tizato el día de su desaparición. También la contextura física.
Apenas sacaron el cadáver del agua, advirtieron que bajo el buzo que vestía el homicida había colocado tres enormes piedras para evitar que el cuerpo flotara.
Cristaldo fue detenido nuevamente y ante los policías se quebró. “Se me escapó un tiro y lo maté. Me asusté y escondí el cuerpo”, les habría dicho totalmente abatido.
La autopsia no fue concluyente, pero descartó que el adolescente haya recibido un impacto de bala. En el pecho, del lado izquierdo hallaron una herida punzante que llegaba hasta uno de los pulmones. El chico también presentaba numerosos golpes.
Este lunes a la noche, el hombre se negó a declarar ante el juez. Dijo que estaba descompuesto del estómago y eso le impedía prestarse a responder las preguntas. Sabe que su situación es complicada y el silencio no parece una buena estrategia defensiva.
Ernesto Azarkevich
EMJ
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