El robo en el country Los Ombúes y una duda clave sobre el botín: sabían el funcionamiento interno de la empresa de seguridad y del sistema de vigilancia. Tenían listo el escape y los uniformes.
El robo podría haber sido de película pero fue más bien una pesadilla. El golpe estuvo organizado: la sospecha más firme es que alguien «vendió» a los Velay. Pero del relato de la familia surgen dudas sobre el botín.
Norberto Velay (55) se dedica a la distribución de cigarrillos. No está claro por qué tenía el dinero en la casa pero sería por la venta de un remanente de tabaco. Desde que empezó el aislamiento social, preventivo y obligatorio el camión de caudales no pasaba a retirar el dinero, dijo. Alguien lo sabía y por eso lo marcaron, sospechan los investigadores.
Tampoco está claro si fueron 30 millones de pesos estaban en el caserón del barrio cerrado de Berazategui, donde Velay vive con sus dos hijos y su esposa. Eran tantos los billetes que estaban guardados en cajas de cartón en distintos lugares de la casa. Necesitaron a tres personas para cargarlos.
Pero los ladrones entraron a los gritos pidiendo «dólares y alhajas». Ese testimonio se repite entre las víctimas del robo. «Según su relato él negó tener cualquiera de las dos cosas. Y les señaló las cajas donde tenía los pesos. Pero los ladrones no las querían, insistían», confiaron fuentes a Clarín.
Eso abre un interrogante para los investigadores. ¿Los ladrones tenían mal el dato o fueron a robar y se encontraron con el botín millonario?
Del asalto del martes participaron -al menos- siete personas. Estaban vestidos con el uniforme de la empresa de seguridad que custodia el country de Berazategui. Sortearon los controles: nadie sabe por dónde pudieron ingresar.
La secuencia empezó alrededor de las 20.40 del martes cuando la empresa «Protección Total» detectó la falla en el centro de monitoreo. Las cámaras se apagaron y pidieron a un técnico que fuera a revisarlas.
«Cuando entré vi que estaba todo apagado. Por protocolo tengo que trabajar con la puerta cerrada y cuando quise hacerlo un hombre vestido de negro, con un pasamontañas, me metió adentro. Tenía una escopeta y me apuntó permanentemente», relató a Telenoche un empleado del área de sistemas que estuvo en el violento asalto.
Su relato figura en el expediente judicial y coincide con lo declarado. «Me hicieron desconectar todas las computadoras y subirlas a la camioneta que tenían. Después me hicieron manejar y me indicaron el camino para llegar a la casa. Todo el tiempo apuntándome», detalló.
Los investigadores no descartan nada. Los ladrones se subieron a la camioneta de este empleado y fueron a la casa de la familia Velay.
Uno de los hijos abrió la puerta. Saludó al hombre vestido de vigilador: «Te llegó un paquete, ¿tenés lapicera?», le dijo. Cuando lo hicieron pasar entró el resto. Contabilizan cinco o seis, todos con pasamontañas o tapabocas.
Todos armados entraron a la casa y comenzaron a exigir el dinero. «Lo extraño, por lo único que no estamos seguros de que tenían tanta información, fue que no fueron directamente a buscarlo. Tardaron algunos minutos en creerle al dueño y revisar las cajas donde estaba escondido, al menos es lo que declaró», confiaron las mismas fuentes.
Velay tiene dos hijos, uno de 26 y otro de 22. Su primera reacción fue intentar escapar por la medianera: «Como estoy gordo, no llegué», declaró como si fuera una confesión. Fue ahí que sonó el primer disparo.
Los hijos conducen la empresa Velay Racing, registrada como una agencia de marketing. El más chico compite en el circuito de jet ski y viaja por el mundo para participar de torneos. Velay Racing Team es, también, el logo familiar que está en la camioneta familiar, en camisetas y gorras que usan en cada viaje.
Los ladrones maniataron a la familia con cintas y los escondieron en un subsuelo dentro de la casa. El técnico de la empresa de seguridad corrió la misma suerte hasta que Velay y sus hijos lograron desatarse.
El empresario corrió a buscar el arma y se tiroteó con los ladrones. La camioneta en la que escaparon (ploteada con el logo de la empresa de seguridad) quedó abandonada a algunas cuadras del barrio cerrado y con varios disparos en el parabrisas.
Adentro de ese vehículo dejaron tres teléfonos celulares, dentro de la casa hallaron el cuarto. Esos y los de todos los trabajadores que estaban custodiando el barrio cerrado están siendo peritados.
Alguien les habilitó el acceso, alguien no cerró el portón trasero que justo esa noche no tenía candado y les permitió escapar.
También rastrean los servidores de las computadoras para saber cómo los desconectaron e intentar rastrear la etapa de planificación del robo. Eso más algunas pericias podrían ayudar a esclarecer el golpe, que todavía es un misterio.