El homicida se llama Germán Presbiter y tenía 41 años. Mató a las mujeres a puñaladas en una vivienda de la localidad de Almafuerte, al sur de la provincia de Córdoba.
Antes de matarse, le confesó a su hermano: «Me mandé una cagada».
La policía informó que su hermano se había comunicado con él para confesarle algo y para encargarle una diligencia: le dijo que «se había mandado una cagada» y que fuera a buscar a su hijo a un partido de fútbol. Ya había matado a su esposa y a su suegra, y se disponía a terminar con su sentimiento de culpa: a bordo de su camioneta chocó deliberadamente contra el poste de un puente. Murió minutos después de cometer un doble femicidio.
Ocurrió el sábado después de las 16 horas en la Ruta Nacional 36, autovía Gobernador Juan Bautista Bustos, a la altura del kilómetro 663, en el ingreso de la localidad de Elena. Su hermano, Diego Presbiterio, se presentó en la comisaría de Almafuerte media hora antes. Personal policial se constituyó posteriormente en el domicilio donde aparentemente vivía el femicida, 41 años de edad de nombre Germán Presbiterio, junto a su mujer Verónica Rearte, de 34 años. En el piso de la vivienda se encontraban los cuerpos sin vida de Rearte y de su madre, Cristina Reinoso, de 54 años.
El caso es un doble femicidio seguido de suicidio. El pueblo de Almafuerte se encuentra convulsionado con este dramático hecho de violencia. Según voceros judiciales anunciaron a los medios de la provincia de Córdoba, la pareja se encontraba recientemente separada. Presbiterio habría acudido al hogar ubicado en la calle Constitución 661, en el barrio Parqueños de la localidad situada 92 kilómetros al sur de la capital cordobesa, luego de dejar al hijo de ambos, un adolescente de 15 años, en una cancha a la que había ido a jugar al fútbol.
Hubo una fuerte discusión que derivó en el trágico desenlace. La suegra, de visita en el hogar, quiso interceder en una confrontación que había escalado en nivel de violencia. El hombre tomó una cuchilla y atacó en varios oportunidades a ambas mujeres, que quedaron tendidas en el piso cubiertas por un baño de sangre. Algunos medios locales, en tener a información policial, informaron que la escena fue presenciada por un menor de edad que se encuentra bajo contención emocional por parte de psicólogos forenses.
Los vecinos aseguraron que nunca habían advertido situaciones de agresión entre ellos y se sorprendieron con la drástica decisión de Presbiterio. Su prontuario es limpio: no registraba denuncias de violencia familiar ni antecedentes penales. La misma teoría arrojó la hermana e hija de las víctimas. El portal Norte Noticias relató que, según voceros judiciales, la mujer no daba crédito de lo que había ocurrido en la vivienda, que el homicida no tenía reacciones de este tipo y que ella no conocía antecedentes de violencia.
Tras los asesinatos, el femicida se fue en su camioneta Chevrolet S-10 color blanca con cúpula en dirección a la ciudad de Río Cuarto por la ruta 36. En el puente que une la autovía con el ingreso al pueblo Elena, según pudo establecer la investigación policial, el conductor realizó una maniobra deliberada para chocar de frente contra una columna de cemento.
En el trayecto, envió mensajes de whatsapp a sus familiares anunciándoles o explicándoles parte de lo sucedido. Uno de esos mensajes habría sido recibido por su hermano Diego: el que decía que se había mandado una cagada y en el que le pedía que vaya a buscar a su hijo al partido de fútbol. La causa quedó a cargo del fiscal del Segundo Turno de Río Tercero, Alejandro Carballo.