Si quisiera, hoy mismo podría presentarse ante la Justicia y decir, sin inmutarse: “Yo maté a Nora Dalmasso”. Nadie podría tocarle ni un pelo. Pero es difícil que eso ocurra, ya que de la condena social nadie se salva.
Por Gustavo Carabajal
El nombre del homicida, seguramente, permanecerá en el anonimato. Aunque una carta podría dar la pista clave sobre quién fue el asesino. O los dos asesinos, como cree la familia de la víctima. Esta es la historia secreta que esconde esa carta…
Nora Dalmasso fue asesinada el 25 de noviembre de 2006 en la cama de su hija, en su casa del country Villa Golf, de Río Cuarto. El homicida usó el cinturón de la bata de la víctima. El único elemento que tenía a su alcance para estrangular a la mujer. A la medianoche del 25 de noviembre de este año o a las 8 del día siguiente, según la interpretación de la norma legal que se realice, cesó la persecución penal contra el asesino de Nora. Eso significa que el Estado, a través del Ministerio Público y de la policía, fracasó en su deber de esclarecer el caso, detener y juzgar al homicida.
La ley otorga a la Justicia y a sus auxiliares un plazo para encontrar al culpable de un delito. Si en ese tiempo, el Estado no pudo o no supo desarrollar una investigación rigurosa para detener y condenar con pruebas al autor de un crimen, se decreta la prescripción del caso. Esto ocurre porque, según la ley, una causa no puede estar abierta de forma indefinida.
Aunque existen actos procesales que interrumpen esa abrupto final. Según el artículo 67 del Código Penal, la prescripción se suspende, entre otras circunstancias, por el llamado a indagatoria del acusado o el requerimiento de elevación a juicio contra el imputado. Esto fue lo que ocurrió con Marcelo Macarrón, el viudo de Nora, para quien no se aplicó la prescripción debido a que tiene un pedido del fiscal Luis Pizarro para que sea sometido a juicio oral como presunto instigador del asesinato de su esposa.
Debido a que en la época en la que Dalmasso fue asesinada no estaba vigente la modificación del Código Penal que estableció como agravante la circunstancia de la violencia de género, el crimen de Nora no fue calificado como un femicidio.
“Valiéndose de coartadas previamente organizadas, de la certeza tanto de ausencia de los demás integrantes de la familia [los dos hijos de la pareja] como de la única presencia de Nora Dalmasso en su domicilio, contrató a una persona para dar muerte a su esposa, por precio o promesa remunerativa. Para lograr este objetivo el acusado le suministró información y, presumiblemente, le entregó el juego de llaves de la casa”, describió el fiscal en su dictamen, al requerir que Macarrón sea sometido a juicio oral.
Aunque acusó a Macarrón de haber contratado uno o varios sicarios para ejecutar el crimen, Pizarro no describió en su dictamen quiénes fueron los supuestos autores materiales del homicidio ni cómo los conoció el viudo o si hubo un intermediario, ni cuánto les habría pagado por el “trabajo”. Esto significa que, si eventualmente, durante el juicio oral alguno de los 250 testigos convocados para declarar o, de la revisión de alguna prueba surgiera el nombre de un nuevo sospechoso por el homicidio de Nora, o si alguien se presentara de forma intempestiva y dijera que fue el autor material del asesinato de Dalmasso, no lo podrían meter preso.
El artículo 62 del Código Penal estableció que los delitos con expectativa de pena de reclusión o prisión perpetua prescribirán a los quince años. Según la ley, si a partir del viernes pasado a las 8 se presentara una persona en tribunales y confesara que mató a Nora, el Estado no podría meterlo preso ni procesarlo ni condenarlo porque se cumplieron los 15 años fijados por la norma legal.
Macarrón llega al juicio oral acusado de ser el supuesto instigador de homicidio calificado por el vínculo, por la alevosía y por promesa remunerativa. Hasta el momento, el Ministerio Público no pudo determinar quién fue al autor material del homicidio. Y si el nombre del asesino se conociera ahora o durante el juicio, no lo podrían detener.
La acusación contra Macarrón, un conocido traumatólogo de Río Cuarto, tuvo como eje el denominado móvil económico.
“Macarrón se refirió a su mujer como una empresaria para ocultar la realidad y cubrir las desavenencias en el matrimonio”, sostuvo el representante del Ministerio Público respecto de lo que el acusado manifestó en una conferencia de prensa realizada pocos días después del asesinato.
Al fundar sus sospechas contra Macarrón y sobre el presunto móvil económico, el fiscal consideró que Nora Dalmasso lejos estaba de ser una empresaria. Si bien trabajaba en la firma familiar dedicada a los servicios fúnebres, “nunca fue accionista de la compañía y su puesto [tras el crimen] fue ocupado por una empleada contratada a través de un programa destinado a que los jóvenes puedan acceder a su primer empleo”. Según consignó el representante del Ministerio Público en la página 45 del apartado A.2 del requerimiento a juicio oral, la mayoría de los bienes de la sociedad conyugal provenían del esposo, no de Nora. Con respecto a las pruebas científicas que apoyarían parcialmente la hipótesis del fiscal, la autopsia determinó que la noche que la mataron Nora tuvo una relación consentida.
En tanto que el análisis criminológico habría establecido que, en medio de esa relación, el asesino tomó el cinturón de la bata y la mató. A partir de esta circunstancia se habría determinado que el homicidio de Nora no fue premeditado.
Esta presunción se fundó en las declaraciones de las amigas que afirmaron que, después de cenar en un conocido restaurante de Río Cuarto, invitaron a Nora a seguir la velada en la casa de una ellas, pero Dalmasso rechazó la sugerencia porque manifestó que debía encontrarse con alguien.
La autopsia determinó que la víctima tenía un golpe en el lado derecho de la cabeza y un hematoma con forma de “N”, provocado por la presión ejercida por el asesino sobre la medalla con esa letra.
Todo lo que se podía hacer mal en la investigación del asesinato se hizo desde el momento del hallazgo del cuerpo. Más de quince personas recorrieron la escena del crimen y tocaron el cuerpo o la bata. De esta forma fue necesario revisar si se contaminaron todas las pruebas que se encontraron en los restos orgánicos que se levantaron del cadáver o de la ropa y sábanas. Por este motivo, se extrajeron muestras de sangre a todos aquellos que estuvieron en habitación de la planta alta de la casa de la víctima el 27 de noviembre de 2006, cuando se encontró el cuerpo. Esos perfiles genéticos debían compararse con el ADN que se encontrara en el cuerpo de Nora. La realización de estos estudios retrasó notablemente la investigación, lo que favoreció al asesino y contribuyó a que el homicidio pudiese quedar impune.
Este cúmulo de errores registrados al principio de la investigación, se agigantó con la acusación contra Gastón Zárate un pintor de obra que hacía trabajos en la casa de la víctima y contra Facundo Macarrón, el hijo de Nora. Ambos imputados, con móviles distintos, según el fiscal Javier Di Santo, terminaron con falta de mérito debido a la ausencia de pruebas.
Sin embargo, Facundo, el hijo de la víctima, que actualmente se desempeña como abogado en la embajada argentina en Bélgica, al conocer la noticia de la prescripción de la acción penal en la causa en la que se investiga el homicidio de su madre, escribió una carta en la que criticó, con dureza, a todos los fiscales que intervinieron en el expediente.
“¿Qué hicieron durante todos estos 15 años los sucesivos fiscales intervinientes? ¿Realmente se puede ser tan inepto o será que realmente nunca quisieron descubrir la verdad?”, expresó el hijo de la víctima en la misiva que hizo pública, al conocer la noticia de la prescripción de la causa penal.
“También papá y nosotros los hijos fuimos victimizados por los sucesivos fiscales de instrucción: sea por un accionar torpe, desconsiderado y cruel, como fue el caso de las imputaciones de papá y la mía; sea por la omisión en el cumplimiento de sus deberes de funcionarios públicos, negándose a investigar la verdad a punto tal que en algunas ocasiones no se aceptaron pruebas que ofrecimos para colaborar con la Justicia”, sostuvo Facundo Macarrón en la carta.
No se consignó en la carta cuál sería la hipótesis de la familia de Nora Dalmasso con respecto al autor del homicidio. Esta pista quedaría al descubierto en el juicio oral y se da de bruces con las conclusiones de la autopsia y con la línea de investigación planteada por los fiscales.
La hipótesis planteada por la familia de la víctima rechaza de pleno la existencia de un posible amante o un sicario. Descarta la posibilidad de que Nora hubiera tenido relaciones sexuales consentidas.
Según un allegado a la familia, Nora fue víctima de un abuso sexual cometido por al menos dos hombres. “La mañana que la mataron, Nora Dalmasso les abrió la puerta de su casa a sus asesinos”, afirmó el integrante del entorno de los familiares de la víctima, sin profundizar sobre el motivo que llevó a Nora a franquearles el ingreso en la casa. “Los nombres serán expuestos en el juicio oral”, concluyó el colaborador de la familia.
Gustavo Carabajal
Después de 36 años de sequía internacional, la Academia venció al equipo de Belo Horizonte…
La ciudad de El Carmen está lista para la octava edición del Festival Provincial del…
Este sábado a las 17:00 horas, Racing Club y Cruzeiro se enfrentarán en el estadio…
Alumnos de la Escuela de Educación Técnica N°1 "General Savio" de Palpalá visitaron las instalaciones…
En el marco del concurso "El Saber Ilumina", estudiantes de segundo grado de la Escuela…
El Ministerio de Educación de la Provincia de Jujuy anticipó que en el Calendario Escolar…