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Acusada de matar a su hijita: la madre que fue a absuelta de un atroz y misterioso crimen

Cuatro días después de la desaparición de su pequeña hija de dos años, Casey Anthony fue a un club nocturno para participar de un certamen de belleza.

No se mostraba preocupada ni había hecho la denuncia policial. La nena apareció muerta en un bosque. Ella fue acusada. El veredicto del jurado provocó indignación: consideraron que las pruebas no eran suficientes para condenarla. El rol fundamental del investigador del caso de OJ Simpson.

Caylee Marie Anthony tenía 2 años cuando fue asesinada. Su esqueleto fue encontrado seis meses después de haber desaparecido y su madre, la bella e inmutable Casey Anthony, de 22 años, fue la acusada.

Los detalles que llevaron a su muerte nunca fueron por completo esclarecidos debido al tiempo transcurrido hasta el hallazgo de sus restos. Sin embargo, todas las pistas indicaron que Casey era la responsable de su cruel destino. Aun así, en el juicio a “la madre más odiada de los Estados Unidos” (así bautizaron los medios de comunicación a Casey) los jurados votaron su absolución por falta de pruebas. La indignación de la opinión pública fue absoluta.

Aquí una de esas historias donde el amor maternal no constituyó una característica inherente al acto de parir un hijo.

Casey Marie Anthony nació el 19 de marzo de 1986 y vivió siempre con sus padres, George (que era detective de la policía) y Cindy Anthony, en una casa en Orlando, Florida.

En el año 2005, con solamente 19 años la joven de ojos azules y pelo castaño, quedó embarazada. Sus padres se enteraron de su estado cuando el embarazo ya llevaba seis meses de gestación. Si bien ellos veían su aspecto un poco dejado y notaban su aumento de peso, eligieron la discreción. No preguntaron nada. Fue el hermano de Casey, Lee Anthony, quien la confrontó y le arrancó la verdad: Casey confesó que estaba esperando un bebé, pero no quién era el padre. George y Cindy, preocupados por la salud de su hija, no la presionaron y se dedicaron a cuidarla.

“Estaba concentrado en asegurarme que ella estuviera okey”, diría George años después a un programa del canal A&E. En realidad, Cindy y George atravesaban como pareja un duro momento: estaban separándose. George había perdido su trabajo y su buen sueldo por deudas de juego. Cindy estaba furiosa. Estuvieron separados durante ocho meses. Mientras tanto una nueva vida se desarrollaba dentro de Casey.

Caylee Marie Anthony llegó a su breve existencia el 9 de agosto de 2005. Su nacimiento provocó necesidades en la familia: había que criarla y ocuparse de ella. Cuando Caylee tenía diez meses, George fue perdonado por Cindy y volvió a su casa para colaborar en la crianza de su nieta. La familia parecía haber encontrado una nueva dinámica. La alegría de tener a una bebé en casa les devolvió un poco de tranquilidad.

El 15 de junio de 2008, el Día del Padre, Cindy decidió ir a visitar a su propio padre que vivía en una residencia para ancianos. Pensó en darle una sorpresa y llevó a su bisnieta Caylee a visitarlo. Fue una bella tarde.

Esa noche a la hora de irse a dormir Cindy y Casey, madre e hija, acostaron a Caylee. Sería la última. La familia nunca más estaría completa.

A la mañana siguiente Cindy salió muy temprano para ir a trabajar. George preparó el desayuno para Casey y Caylee. Luego, madre e hija se fueron. Caylee jamás volvería a ser vista con vida.

¿Dónde está Caylee?

Esa misma noche, Casey le envió un mensaje a su madre avisándole que trabajaría hasta muy tarde y que Caylee se quedaría con su niñera.

Su padre revelaría tiempo después: “Siempre fuimos confiados en lo que nos decía”. Hoy sabe que Casey les mintió todo el tiempo acerca de dónde estaba Caylee. Cindy reconoce que no tenían “ninguna razón valedera para dudar de ella… Yo conocía a Casey y sabía que jamás pondría en peligro a su hija”. Pero toda certeza tiene un punto de quiebre.

Los días pasaban y no había novedades sobre ellas. Supuestamente estaban en casa de amigos. Una semana después Casey apareció por su casa sin Caylee. Su padre George aprovechó para confrontarla: le habían desaparecido unos bidones de nafta y creía que había sido ella la que se los había llevado.

Casey se volvió a ir. Pasadas varias semanas ellos ya empezaron a buscarlas muy preocupados. La hallaron en casa de unos amigos, pero Caylee no estaba con ella. Las explicaciones de Casey sobre el paradero de su hija no fueron convincentes.

Ese mismo día George y Cindy encontraron el auto de Casey en un sitio de remolques. Habían pasado 31 días sin ver a Caylee. Cuando George se acercó al auto y lo abrió un fuerte olor le “quitó el aliento”, admitió. Era nauseabundo, como si “un muerto hubiera estado allí”, agregó.

Cindy llamó entonces al 911. Era la mañana del martes 15 de julio de 2008.

911: ¿Dónde dice su hija que está la bebé?

Cindy: ¡Que la babysitter la tiene desde hace un mes! Mi hija dice que la estuvo buscando. ¡Ya le dije a usted que mi hija hace un mes que no venía a nuestra casa! La encontré recién hoy. Y no puedo encontrar a mi nieta. También encontré hoy el auto de mi hija y apesta, huele como si hubiera un cadáver en el maldito coche.

911: Okay, ¿cómo se llama la pequeña?

Cindy: Caylee. C-A-Y-L-E-E. Anthony.

Cindy asegura que antes había tratado infructuosamente de obtener alguna respuesta del 911 para que enviara a los oficiales de policía porque “sabía que mi nieta, a estas alturas, estaba desaparecida”, explicó. Afirma que recién le prestaron atención cuando habló del auto y del olor que habían encontrado allí dentro.

La pregunta del millón: ¿Por qué no reportaron antes la desaparición? George se lamenta profundamente no haberlo hecho. Asegura en su defensa que ellos jamás pensaron que Casey pudiera hacerle algo a Caylee: “Ese reproche es algo con lo que vivo todos los días de mi vida. Sé lo que olí en ese auto”.

Casey de 22 años fue detenida y los investigadores se pusieron manos a la obra para intentar rearmar la historia que no cerraba por ningún lado. La joven no dio una versión sino varias, cambió los detalles y sus dichos. Dijo no haber sabido nada de su hija por mucho tiempo; aseguró que la culpable de la desaparición había sido la niñera con la que la había dejado; agregó que no había acudido a la Policía porque estaba “muy asustada” y no quería dar “ninguna pista” a los secuestradores. Disparates inconsistentes.

Sus explicaciones no convencieron a los agentes y, en octubre de 2008, la joven fue acusada de asesinato en primer grado. Ella se declaró inocente.

¿Qué pasó en esos 31 días entre la última vez que Caylee fue vista con vida y la llamada de su abuela al 911? Nunca se sabrá. La única que puede saberlo, Casey, mintió siempre.

El esqueleto de Caylee fue encontrado el 11 de diciembre de 2008 por un trabajador en un bosque en las afueras de Orlando. El cadáver de la pequeña estaba relativamente cerca de la residencia familiar, oculto dentro de una sábana blanca dentro de una bolsa de basura. La cara de Caylee estaba cubierta por cinta aislante. Según los investigadores habría sido colocada para evitar que la niña gritara.

Fue por ello que el forense a cargo determinó que había sido asesinada, aunque se declaró incapaz de esclarecer las causas concretas del homicidio.

El juicio y las razones de una absolución impensada

El juicio duró seis semanas, de mayo a julio de 2011. La fiscalía solicitó la pena de muerte y alegó que la razón de Casey para el crimen era que deseaba liberarse de sus responsabilidades parentales. Sostuvo que asesinó a su hija administrándole cloroformo y tapándole la boca con cinta adhesiva.

El equipo de la defensa, dirigido por José Báez, esgrimió otra teoría y dijo que la acusación era por lo demás fantasiosa. Sostuvo que la niña se había ahogado accidentalmente en la piscina de la familia el 16 de junio de 2008 y que su abuelo, el policía George Anthony, había ayudado a su hija a deshacerse del cuerpo.

Además, aseguraron que Casey mintió debido a una educación disfuncional que había incluido abuso sexual por parte de su padre y de su hermano mayor, Lee. Pero no presentaron ni una sola prueba para sostener esta versión, ni evidencia alguna de los supuestos abusos sexuales a Casey durante su infancia. Muchos sospecharon que era una maniobra para ensuciar la causa.

George, el padre, se desmoronó ante las acusaciones. Pero lo cierto es que jamás se presentaron cargos contra él. La defensa de Casey fue por más e incluyó como testigo a un convicto por secuestro, Vasco Degama Thompson. Decían que Thompson había tenido conversaciones telefónicas con George Anthony.

El abogado de George, Mark Lippman, negó que su cliente jamás hubiera conocido o hablado con ese tal Thompson: “Esto simplemente parece otro intento de la defensa para atacar a mi cliente”.

Todo quedó en la nada.

Cuatro días después de la desaparición de su pequeña hija de dos años, Casey Anthony fue a un club nocturno para participar del concurso del «cuerpo más atractivo»

La madre más odiada de Norteamérica

Los abogados de Casey Anthony dudaban si ella debía o no testificar en su juicio. Tendría que convencer al jurado de los abusos sexuales que denunciaba y de que no había matado a su hija. Como mentirosa consumada podría dar muy mala imagen.

Ya la fiscalía la había pintado como una mujer manipuladora que mentía compulsivamente. El jurado había visto un video y escuchado un audio de Casey intentando construir una elaborada fantasía sobre la niñera y cómo se había llevado a su hija. También habían escuchado las grabaciones de la policía donde ella decía con voz firme que no sabía dónde estaba Caylee (aunque luego sostuvo que se había ahogado accidentalmente el día uno de su desaparición). Incluso le había mentido alevosamente a su hermano Lee, cuando antes de encontrar el cuerpo de Caylee, llorando desde la cárcel le imploraba cínicamente que la encontraran: “Quiero volverla a ver, volver a oír sus risas”, gimoteaba. Además, el jurado había visto las fotos del cuerpo descompuesto de la pequeña.

La manipulación de Casey era permanente.

Finalmente, el equipo defensor fue prudente y eligió que Casey no testificara.

Casey admitió haberle mentido a la policía cuando les dijo que estaba empleada en Universal Studios; cuando sostuvo que su hija se había quedado con la niñera; cuando aseguró haber recibido una llamada de Caylee el día anterior a que su desaparición fuera denunciada.

Nadie dudaba de que sería condenada.

Pero se equivocaron. El 5 de julio de 2011, después de deliberar durante once horas, el jurado encontró a Casey no culpable del asesinato de su hija, pero sí culpable de cuatro delitos menores como proporcionar información falsa a la policía.

Nada de todo lo expuesto alcanzó para convencer al jurado que creyó no poder probar fehacientemente su culpabilidad. Casey, con 25 años, fue liberada el 17 de julio de 2011.

Fue en ese mismo instante que se convirtió, para la opinión pública, en la madre “más odiada” de los Estados Unidos.

Liberación y condena social

El veredicto fue recibido con indignación y fue tema de discusión en la sociedad. Muchos se quejaron de que el jurado no había entendido el significado de duda razonable; otros dijeron que la fiscalía había trabajado mal y no había sabido demostrar cómo había muerto la víctima. Y la revista Time tituló al caso como “el juicio de redes sociales del siglo”.

Al día de hoy, sigue siendo uno de los juicios más controversiales en la historia del país. Incluso tiene su propia película estrenada en 2013: La acusación contra Casey Anthony. En 2018 el canal DKISS emitió un especial que volvió a poner la historia sobre el tapete.

Estados Unidos no le perdonó jamás a Casey Anthony el asesinato de su hija. Pero ella en un reportaje dijo desafiante que le importa “un comino lo que piensen” de ella.

“No culpable, significa que no se pudo probar, no significa que creamos que es inocente”, dijo Jennifer Zedalis, directora de práctica judicial de la Universidad Levin College of Law, de Florida, al programa A&E Real Crime.

La supuesta niñera que se había quedado con Caylee, Zenaida González, fue llevada a testificar en el juicio. No se le imputó ningún cargo, pero ella sí demandó a Casey por difamación en 2013. Los cargos no prosperaron. En enero de 2016, González fue arrestada por robo cuando trabajaba en el área de limpieza de un hotel. Le habría robado a una persona enferma de cáncer su tarjeta de crédito con la que habría gastado 850 dólares en un shopping.

El propio juez del caso, Belvin Perry, creía que había pruebas suficientes para condenar a Casey y le costó creer que el jurado no lo hiciera. Él le dijo a la NBC que siempre había sentido durante el juicio que “había dos caras de Casey. La persona pública que ella quería que el jurado viera y la cara que mostraba cuando el jurado no estaba allí”

Los abuelos hablan

Cindy y George dieron, el 20 de marzo de 2019, una entrevista exclusiva para un especial de A&E, a la periodista Elizabeth Vargas. Allí expusieron sus teorías sobre lo ocurrido. Curiosamente disienten en varios puntos, pero coinciden en señalar a Casey como la responsable de lo ocurrido.

Reconocieron también los problemas de pareja que les generó el crimen. También hablaron del intento de suicidio de George, en el año 2009, luego de la horrible muerte de su nieta y de haber sido acusado de abuso sexual por su hija. No daba más, entonces, escribió una carta de despedida y se tomó una gran cantidad de barbitúricos. Pero se salvó. Reconoció que “sentía tanto dolor por la pérdida de Caylee y la dinámica de mi familia había cambiado de manera tan repentina, que simplemente quise irme a dormir para siempre”.

Uno de los puntos en los que no coinciden es en cómo habría muerto Caylee. Cindy está segura de que se ahogó en la pileta de su casa. George, en cambio, sospecha que Casey le provocó la muerte dándole un sedante y que la niña nunca despertó y que entonces puso su cuerpo en el baúl del auto por un determinado número de días luego de lo cual “Casey no supo qué hacer”.

Por otra parte, el documental reveló una nueva evidencia surgida en el año 2017. El fiscal de caso, Jeff Ashton, les informó que esa prueba concuerda con la teoría de que Caylee habría muerto por asfixia.

Se supo que en la casa de los Anthony hubo una búsqueda por internet, en la computadora familiar, sobre “sofocación infalible”. Esa búsqueda se hizo la misma tarde en la que Caylee desapareció y no volvió a ser vista. Tanto Cindy como George creen que alguien más puede haber hecho ese googleo. Incluso la mañana en que Casey fue detenida todo el historial de búsquedas fue borrado. Cindy se rehúsa a decir quién cree que fue, aunque admite estar al tanto hoy de las múltiples mentiras que Casey le decía. Pero asegura que, en el momento en que las escuchó, no le resultaron evidentes.

Una vez, por ejemplo, Casey y su padre quedaron en encontrarse para almorzar en el local de Sports Authority, donde Casey trabajaba. Ese día, George se enteró por casualidad que todo era una burda mentira y que Casey no estaba empleada allí. Enojado le preguntó qué estaba pasando y su hija le respondió que no era asunto suyo, que no se metiera. George cree, además, que ella robaba dinero. Su padre sostiene que esta conducta patológica habría comenzado en los últimos años de la secundaria.

La pareja tampoco está del todo de acuerdo acerca de cuán habitual era que Casey se ausentara por varios días con su hija de la casa. Respecto del rol de ella en el crimen George no tiene dudas. Está convencido de que fue ella: “Absolutamente”. Y agrega: “Cindy y yo debemos haber hecho germinar una mala semilla. No lo entiendo. Simplemente no entiendo qué pasó con ella, con Casey”.

En lo que ambos estuvieron absolutamente de acuerdo fue en desmantelar el memorial que se había hecho en honor a su nieta en el medio del bosque, cerca de la escuela Hidden Oaks. Quitaron la cruz, las cartas, las flores y los peluches que la gente le ofrendaba: “Debemos intentar concluir esta historia y seguir para adelante”, aseguraron convencidos. George fue claro: “No quiero volver aquí de nuevo”.

Cortar la relación

Luego de que Casey saliera en libertad la relación con sus padres fue un sube y baja.

A pesar de vivir en el mismo Estado, George cortó todo tipo de comunicación con Casey. Cindy era la única que lo hacía a través de mensajes de texto y algunas llamadas telefónicas.

Las acusaciones de la defensa de Casey durante el juicio destruyeron la moral de George y quebraron de manera irremediable la relación con su hija. Durante años no quiso oír hablar de ella. De hecho, en el programa The Dr. Oz Show, dijo durísimo: “Ella podría no existir más en lo que a mí concierne”. Así de dolido, así de harto se manifestaba. Cindy, en cambio, seguía manteniendo algunos contactos esporádicos con Casey.

Esa escasa comunicación cambió radicalmente el 24 de de 2018, cuando George, de 68 años, protagonizó un gravísimo accidente de auto. El ex detective de la policía manejaba la camioneta verde de su mujer, una Toyota 4Runner, cuando perdió el control del vehículo en Daytona Beach, Florida. Traspasó tres carriles, dio varios tumbos, y quedó gravemente herido. Tuvo daño de médula espinal y lesiones cerebrales.

Algo cambió en George, luego del accidente, porque quiso perdonar a su hija por las acusaciones de abuso que le había hecho en el pasado. En una entrevista admitió que le gustaría que ella lo visitara. Casey, ya con 34 años, no fue nada amable y le respondió tajante a través de una entrevista con el Daily Mail: “Llevaría más de una visita… y mucho más de un te quiero. Él tiene que admitir cosas antes de sanar. Hasta entonces no hará otra cosa que sufrir”, sentenció inmutable la madre más odiada.

Fue después de esa ofensiva respuesta de su hija al padre a través de los medios que Cindy, de 62 años, decidió cortar definitivamente con Casey. No quiere saber nada de reencuentros ni visitas. Y le dijo al Daily Mail que su prioridad ahora era George. Sostiene que es feliz sin tener que hablar con Casey porque no necesita más dramas en su vida, ya vivió demasiados.

Está convencida de que es mejor mantenerla lejos: “Ella y yo coincidimos en que es mejor no hablarnos. A pesar de que la extraño mucho y la quiero, tengo bastante con ocuparme de la salud de mi marido. No puedo soportar más sus constantes dramas. No me llamó para el Dia de la Madre, y no me molesta en absoluto. Que se ocupe de sus cosas. Pienso siempre en ella, pero mi vida hoy es mi marido. He cambiado mi ruta, ahora mi prioridad es George (…) No puedo seguir viviendo en el pasado”.

George sufre algunos daños cerebrales. Confunde la derecha con la izquierda y tiene pérdida de memoria. Además, los aquejan muchos problemas económicos.

“Sé que él nunca volverá a ser el mismo”, se lamenta Cindy.

Los sorprendidos ex-amigos

En el momento de la desaparición de Caylee, Casey estaba empezando un romance con un joven llamado Tony Lazzaro, al que había conocido online. Tony testificó en el juicio que si bien él sabía perfectamente de la existencia de Caylee, Casey nunca le mencionó que su hija estuviera desaparecida.

Tony compartía su departamento con tres amigos. Uno de ellos, Cameron Campana, contó que una vez había cuidado de Caylee cuando Casey y Tony salieron a comer a un restaurante. Detalló que Caylee adoraba bañarse en la pileta del complejo de departamentos y que Casey parecía una madre involucrada, amorosa y protectora. Campana se mostró sorprendido que Casey no hubiera denunciado la desaparición de su hija durante un mes.

Solo cuatro días después de la desaparición de su hija, se encontraron imágenes de Casey en el club nocturno Fusion y también se recolectaron fotos de ella, en esos mismos días, participando del concurso El cuerpo más atractivo, en una fiesta llevada a cabo por Clint House (otro compañero de departamento de su novio). Ninguno de sus amigos sabía que Caylee estaba desaparecida.

Clint House declaró: “Ella se mostraba como si nada estuviera mal, estaba totalmente normal mientras su hija estaba no estaba… Eso es de lo más duro de todo”. Contó que Casey había empezado a salir con su compañero de departamento en abril de 2008. Dijo que si bien no se había mudado allí, se quedaba a dormir regularmente: “A Caylee la vi un par de veces antes de que desapareciera, era una pequeña muy dulce y se comportaba muy bien (…) Casey aparentaba ser una madre atenta, que quería a su hija (…) Eso lo vi con mis dos ojos. Nunca la vi enojada ni que la agarrara agresivamente. No la vi disciplinando a Caylee. Simplemente parecía una buena madre”.

Clint se espantó cuando escuchó las declaraciones de Casey, en 2017, donde decía que ella dormía bien… Él sostuvo: “Ella miente absolutamente sobre todo y esa entrevista en la que dice que duerme bien… ¿me está jorobando? Si yo hubiese ido a juicio por asesinar a mi hijo y hubiese sido absuelto, ¡¡lo primero que haría al salir caminando de la Corte sería ir a buscar a quién mató a mi hijo y no dormiría hasta encontrarlo!! Sus dichos lo dicen todo”.

Los días posteriores a la misteriosa desaparición de su hija, Casey se hizo un tatuaje en su brazo que decía: Bella Vita (bella vida). Queda claro que Casey tenía varias caras. No demostró nunca sufrimiento por la suerte corrida por su hija, más bien el tatuaje podría interpretarse como un símbolo de liberación.

Nueva vida, películas y dinero

Hoy Casey acaba de cumplir 34 años. Vive en West Palm Beach, Florida, con Patrick McKenna de 70 años, el detective privado que fue el investigador principal en el equipo de defensa de su causa. Ella trabaja para él como investigadora. En su momento, Casey lo eligió para que la defendiera porque la había impactado por su desempeño en el caso de O.J. Simpson, el famoso exjugador de fútbol americano acusado de asesinar a su exmujer y que había sido declarado no culpable a pesar de abundante evidencia en su contra.

McKenna dijo públicamente en un reportaje que, cuando la conoció, salió de la casa pensando que Casey no podía haber cometido un asesinato en primer grado y que había algo perturbador en esa familia porque demostraban falta de emociones: ”El cuerpo de su nieta había sido recientemente encontrado y ellos estaban ahí sentados dando entrevistas”.

El detective es separado dos veces. Su última mujer, con la que tuvo dos hijos, vive en Chicago. McKenna, según su perfil en la red LinkedIn, estuvo alistado en la marina norteamericana entre 1968 y 1969 y participó en la Guerra de Vietnam. Él fue quien la impulsó, en 2016, en su carrera como fotógrafa y la ayudó a registrar su negocio como Case Photography, en West Palm Beach, donde viven.

Si bien no se sabe a ciencia cierta si siguen juntos como pareja, trascendió por una fuente que Casey no descarta tener otro hijo y que no le importa “una mierda lo que piense la gente” al respecto.

En 2017, en una impactante entrevista con la agencia de noticias AP, Casey habló de muchas cosas e insistió en su inocencia. También habló de dinero. Dijo que en 2013 “durante mi bancarrota los derechos de mi historia fueron adquiridos por una empresa en 25 mil dólares para proteger mis intereses. Sin la autorización escrita de esa compañía tengo prohibido hablar en público sobre mi caso”. Luego se arrepintió de haber dado la entrevista y llamó al periodista para que no la publicara. Salió igual. Allí decía que no le importa nada lo que piensen de ella: “Estoy en paz conmigo misma y duermo muy bien por la noche”.

Series, documentales, especiales, libros…. su caso inundó los medios en todos los formatos. Pero en mayo de 2019 se supo que Casey Anthony estaba planeando su propia película: As I was told (Como me dijeron), basada en su vida y que sería filmada en Carolina del Norte. Eso le reveló la misma Casey al Daily Mail. Dice que quiere contar su verdad, que “no soy un monstruo, solo que no quería mostrar mi tristeza. Algo que me fue enseñado desde que soy chica”.

Asegura que ella vio el cuerpo sin vida y mojado de Caylee como si se hubiese ahogado, pero que en la película se escuchará la voz de un hombre que le dice “Vive tu vida normalmente, yo me haré cargo de esto”.

Ya es difícil saber qué es cierto y que no lo es en esta historia plagada de mentiras, golpes y contragolpes.

Pero para Casey ser considerada la madre más odiada de los Estados Unidos no es ningún peso, por el contrario, podría ser una buena estrategia de marketing para que muchos vayan a ver su película.

Quizá Casey solo quiera convertir en dinero la oscura historia que supo construir.

Por Carolina Balbiani.

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