A los 77 años, murió Marcos Mundstock. Dueño de una voz privilegiada y un humor infatigable, fue una de las claves del éxito imperecedero de Les Luthiers.
«Después de más de un año de lidiar con un problema de salud que se tornó irreversible, Marcos, nuestro compañero y amigo, finalmente partió. De ahora en más, cada uno de nosotros deberá empezar a transitar el doloroso camino de aprender a convivir con su ausencia», dice el comunicado del grupo.
Hace apenas tres meses, el artista había anunciado que «debido a un problema de salud» que lo aquejaba desde 2019, debía prolongar durante todo 2020 la licencia médica que lo mantenía alejado de los escenarios. «Su prioridad para los próximos meses será guardar reposo, seguir adelante con su tratamiento y realizar, posteriormente, el debido proceso de rehabilitación, detallaba el mensaje publicado en las redes sociales.
Oriundo de la ciudad de Santa Fe, Mundstock fue uno de los miembros originales del conjunto creado en 1967 por Gerardo Masana, además de locutor profesional, redactor publicitario, actor y humorista.
A lo largo de su carrera escribió los guiones del grupo con la unión entre el humor culto y la música, con los instrumentos tradicionales y los extraños inventados del ingenio de Les Luthiers.
Primero fueron un septeto, y en 1973, con la muerte de su fundador, continuaron como sexteto hasta la deserción, en 1986, de Horacio Acher. En la historia del conjunto también dejaron su lugar otros miembros fundadores como Daniel Rabinovich (murió en agosto de 2015) y Carlos Núñez Cortés (decidió abandonar la formación a mediados de 2017 tras los festejos por medio siglo de actividad).
Creó el personaje del compositor Johann Sebastian Mastropiero, en cuya supuesta obra se basaron muchas de las piezas musicales que interpretan Les Luthiers, así como los textos introductorios. Mundstock siempre se reconoció como el integrante con menores cualidades para la interpretación musical porque no sabía tocar muchos instrumentos.
Nació en el seno de una familia de judíos inmigrantes; su papá era relojero y había llegado solo a Rosario en 1930. Tuvo una infancia carenciada y nunca estudió música, aunque en su casa se escuchaba música lírica en las voces de tenores míticos como Beniamino Gigli o Tito Schipa, y también cantantes litúrgicos de la tradición judía.
Fue convocado en muchas ocasiones para trabajar en cine y televisión. Fue un sacerdote católico en la película Mi primera boda (de Ariel Winograd), psicoanalista en No sos vos, soy yo (de Juan Taratuto), hizo la voz en off en Quebracho (de Ricardo Wullicher) y también tuvo unas cuantas participaciones en televisión, desde Good Show hasta Pasado de Copas.
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