Lejos de criticar aquí a los ganadores de los premios, cada uno merecedor en su rubro, hacemos foco en la organización de la entrega de estos galardones que impidió -entre otras desprolijidades- que los reconocidos en cada terna pudieran agradecer su estatuilla
Por Rodrigo Lussich
Se entregaron en Mar del Plata los premios Estrella de Mar 2019 a lo mejor de la temporada de verano que -una vez más- tuvo excelentes referentes de nuestro teatro en comedias, musicales, revistas, dramas, unipersonales y trabajos locales (porque no todo viene de Buenos Aires). Y merecían lucirse como tales en una noche de homenaje a las figuras y las compañías que llevan cada verano grandes espectáculos a la Ciudad Feliz.
Y pese al festejo de los ganadores la noche tuvo poco de feliz, en medio de una ceremonia para el olvido. Vayamos por partes: sabido es que las entregas de premios son polémicas en sí, siempre. Resaltar el trabajo de uno en desmedro de otros afecta susceptibilidades. Estar ternado ya es un premio, pero todos quieren ganarlo. A la hora del armado de las nominaciones ya aparecen las injusticias: hay olvidos, gente ternada en un rubro que puede no corresponderle; hay ofendidos y quienes se sienten ninguneados; y mucha tela para cortar.
Este año no fue la excepción. Ya en la previa de la entrega, entre los que anunciaron que no irían por considerar que estaban nominados en pocas ternas -sobre todo los integrantes de la revista de los Bal Barbieri, Nuevamente juntos, luego abucheados-, a los que directamente se sintieron abandonados por el ojo de los críticos que votaron los rubros.
Hasta hubo polémicas por los cruces mediáticos. Nazarena Vélez estuvo entre las ausentes para no encontrarse con Federico Bal, su ex yerno, quien de todos modos ya había anticipado que no estaría allí. Pero el factor que despertó las mayores críticas estuvo ligado a otra cuestión. La espantosa organización del evento, el descuido de los artistas y una gota que rebasó el vaso: no hubo durante la entrega un micrófono para que los ganadores agradezcan sus premios. Parece chiste pero es real. Una vergüenza.
De por sí el traslado de la sede de la entrega de los premios fue polémico. El majestuoso Teatro Auditorium de Mar del Plata -manejado por la gobernación provincial- quedó descartado en esta edición para que los nominados y ganadores debieran amontonarse en un salón del Hotel Sheraton. Lujoso, sí; pero muy inferior al despliegue que se logra en una sala fantástica como es el Auditorium. Nada de mesas y sillas «a lo Martín Fierro». Simplemente las sillas de hotel, sin cubrir mínimamente con una ornamentación un poco más festiva. La citación las 18 horas tuvo a todos los invitados esperando por la demora: la transmisión de la TV Pública fue a las 20.
Un show de tango en medio de la ceremonia realizada en el Sheraton (Foto: Cintia Haag)
Un show de tango en medio de la ceremonia realizada en el Sheraton (Foto: Cintia Haag)
Las redes sociales estallaron en críticas, justificadas por cierto. No parece entrar en ninguna lógica -en cualquier ceremonia de premios que se precie, aquí o en cualquier parte del mundo- que los ganadores, merecedores de su distinción, no puedan dar un discurso de agradecimiento, por mínimo que sea el tiempo para hacerlo. En los Oscar de la Academia de Hollywood -por una cuestión de transmisión, ya que el show televisivo prima por el premio en sí- a los ganadores rápidamente les sacan el micrófono cuando se exceden del estricto tiempo permitido. Pero lo que sucedió anoche no se vio jamás. Inclusive los representantes del centro cultural marpletense El Séptimo Fuego, que al no poder hablar en el escenario, desplegaron una bandera en repudio al tarifazo y se colocaron una cinta adhesiva sobre los labios reclamando por no poder dar su discurso.
El comentario de la noche en el back de la entrega hacía referencia a esta cuestión y a ciertos reparos previos de la organización por temor a discursos políticos que habría llevado a descartarlos. Alguien deberá dar la cara en lo que será el tema del día en la televisión, y explicar lo sucedido.
Referentes de voz absolutamente autorizada en nuestro medio desplegaron sus críticas en las redes. Pablo Culell, uno de los popes de la productora de contenidos Underground, manifestó indignado en Twitter. «Una de las personas más inteligentes y talentosas del espectáculo argentino como Nacha Guevara es reconocida (con justicia) por su trayectoria y le quitan al público la posibilidad de escucharla. ¿Qué cráneo decidió ésto?. Que renuncie», pidió Culell. Se sumaron criticas del empresario teatral Carlos Rottemberg, directores como Marcelo Cosentino y actores como Alejo García Pintos, junto a periodistas y usuarios de las redes que reclamaron lo mismo.
Raúl Lavié se llevó, más que merecidamente, el Estrella de Mar de Oro por su labor en La jaula de las locas en una gran composición, como nos tiene acostumbrados. Allí se planteaba una puja, puesto que aseguraban que ese premio iría para Nacha, que se llevó el de trayectoria. El premio revelación, otra polémica, no fue ni para Juanita Viale ni para Laurita Fernández sino para Julián Burgos, de Bien Argentino. Las ausencias fueron muchas más que las presencias. Ni Carmen Barbieri, ni Nazarena Vélez, ni Federico y Santiago Bal, ni Valeria Archimó, ni el Bicho Gómez estuvieron allí.