La historia de la esposa de Alberto Cormillot: prejuicios familiares, una lapidaria frase de su madre y el tratamiento al que se sometió para quedar embarazada

Estefanía Pasquini vive un presente soñado, pero no todo fue tan fácil para ella

La charla que Alberto Cormillot y su actual mujer, Estefanía Pasquini, tuvieron dos meses antes de casarse. Cuando la noticia se supo, tomó por sorpresa a todos por la diferencia de edad, ya que él tenía 81 años y ella 33.

Se conocieron en el trabajo. Aunque antes, Estefanía estudió nutrición en la escuela ISalud, donde Alberto Cormillot es profesor y director de la carrera. “Lo conocía desde ahí, pero yo era re chica, nunca hablamos ni nada -cuenta Pasquini- cuando me recibí, sabía que quería trabajar en su clínica; había ido rotando por varios lugares con las pasantías y vi que el trabajo en la clínica era lo que más me gustaba para aprender y capacitarme”.

-¿Y cómo fue que empezaste a trabajar con él?

-Me la pasé mandando mi curriculum, pero no me llamaban, ponían muchas trabas y después empecé a ir con un cirujano a la clínica para ver la parte de cirugía bariátrica. Hasta que un día me lo crucé a Alberto Cormillot y le dije que yo quería presentarle mi curriculum, porque quería trabajar en la clínica y me pidió que lo fuera a ver para una entrevista. La tuve y entré a trabajar en la clínica. Ya hace 10 años que estoy ahí, pero me costó mucho entrar.

-Tienen mucha diferencia de edad, casi 50 años, ¿qué fue lo que te enamoró de él?

​​-Yo hacía mucho que estaba sola, vivía sola, salía mucho, no tenía interés ni en estar de novia, ni en pareja, me gustaba viajar, viajaba mucho. Estar casada y formar una familia eran cosas que no se me cruzaban por la cabeza ni por casualidad. De hecho, cuando lo conocí, yo hacía años que no tenía un novio, pero me fui enganchando con él. Es super cariñoso y divertido. Tiene los pies sobre la tierra, mucho más que cualquier persona de mi edad que haya conocido. Y me hacía sentir segura, porque hoy en día parece que todo es descartable, nadie se engancha, decís algo que te involucre sentimentalmente y salen corriendo. Con él sé que puedo dar todo de mí y que no me va a fallar. Fueron un montón de cosas las que me hicieron elegirlo.

-¿En qué momento te diste cuenta de que la relación iba para algo serio?

​-Me costó mucho aceptarlo. Me acuerdo que se los conté a mis amigas y me dijeron: “Faltaba que te dieras cuenta vos nada más, se notaba por cómo hablabas de él”. Y lo primero que pensé era que si todo terminaba mal, me iba a tener que ir de la clínica. Nunca había estado con un jefe o un par.

-¿Cómo se lo tomó tu familia cuando les contaste?

​-Mis papás al principio lo tomaron muy mal porque tenían una idea más tradicional de la familia, una pareja de la misma edad. Incluso tenían el prejuicio de que si una persona está con alguien mucho más grande es porque tiene “algún interés”. Entonces mi mamá me decía: “Si tenés todo, no necesitás nada, ¿para qué estás con él?” y yo le explicaba que lo elegía porque lo quería. Un año después aceptaron conocerlo, porque antes no querían saber nada y desde ahí todo empezó a fluir de otra manera.

-¿Cómo fue ese primer encuentro entre Alberto Cormillot y tu familia?

-Mi mamá es muy ácida y le decía las cosas sin filtro: “¿Vos no pensaste que ella se va a quedar sin vos siendo joven? ¿Quién le saca ese dolor a mi hija?”. Le decía cosas muy fuertes, yo no lo podía creer. Pero siento que fue su forma de sacarse todas sus dudas de una, después lo empezó a conocer y se dio cuenta lo que era. Ahora lo aman y están muy contentos con nuestro hijo, su nieto, Emilio. Ahora la cargo a mi mamá y le digo que todo empezó por culpa de ella que me convenció de estudiar nutrición en la facultad de Alberto.

-¿Por qué elegiste estudiar nutrición?

-Yo en el colegio tenía orientación en economía, que me ayudaba mi viejo porque soy un cero con los números. Así que cuando le dije que quería estudiar contabilidad, mi papá me dijo: “Estudiá otra cosa, no puedo estar toda la facultad acompañándote, elegí algo que te guste”. Hice un test de orientación vocacional y me recomendaron estudiar medicina o nutrición. Leí los programas y me gustó. Cuando tuve que elegir la facultad, mi mamá me propuso Isalud porque seguro tenía mejor salida laboral al ser Alberto Cormillot el director de la carrera.

-¿Cómo surgió la idea de casarse?

-Teníamos planificado un viaje a Las Vegas y pensábamos en casarnos allá, pero como algo simbólico. Hasta que un día en una cena con amigos, Alberto dijo “lo de Las Vegas es una práctica para cuando volvamos”, y yo no entendía nada. Nuestros amigos empezaron a preguntar si nos íbamos a casar de verdad y yo decía que no y Alberto que sí, no sabían a quién creerle. Cuando nos quedamos solos, Alberto me preguntó: “¿No nos vamos a casar?” y yo le respondí que no sabía, porque nunca lo habíamos hablado. Ahí fue cuando me dijo: “Bueno, Estefanía, poné fecha” y a los dos meses ya estábamos casados.

-Contame cómo fue el casamiento en Las Vegas, muy de película.

-Habíamos ido a un Congreso, de hecho estaba su hijo Adrián también y otro médico que trabaja con nosotros. Ya habíamos ido desde acá con la idea de hacerlo, pero no sabíamos que era tan emotivo. Fue todo re lindo, elegimos las canciones para entrar. A mí me entró Adrián del brazo, estuvo muy divertido y emotivo. No hicimos el trámite para que tuviera validez legal porque sabíamos que después volvíamos y nos casábamos acá, así que fue algo simbólico, nada más.

-¿En qué momento decidieron tener un hijo?

-Alberto un día me dijo: “Yo quiero todo con vos: casarme y tener un hijo”. Yo no quería saber nada con ser madre porque no conectaba con los chicos, moría por los animales nada más. Hasta que empecé a sentir que tenía ganas de completar la familia. Yo quedé embarazada el año de que nos casamos, pero veníamos buscando desde antes. Por la edad de Alberto, fuimos a hacernos estudios: él estaba perfecto y la que no estaba en condiciones era yo, que tengo un problema que fue bastante grave, probamos diferentes tratamientos, algunas clínicas no nos querían tomar ni siquiera, decían que era muy complicado, yo salía llorando.

-¿Cuál era el motivo por el que te costaba quedar embarazada?

-Tengo baja reserva ovárica, por ende cada tratamiento que hacíamos, los óvulos nunca llegaban a crecer lo suficiente para que se forme un embrión. No crecían, no se podía sacar nada con ningún tratamiento. Hasta que un día lograron sacar uno y acá estamos.

-¿Cómo fue ese momento en el que te enteraste de que estabas embarazada? ​

-Al último lugar donde fuimos, nos dijeron que iban a intentar todo lo que hubiera que intentar para que quede embarazada. El día que nos enteramos, no lo podía creer, pero porque yo ya venía mal de que me dijeran que iba a ser muy difícil y que no iba a darse nunca.

-¿Cómo es Alberto Cormillot como padre?

-Lo está disfrutando mucho más, porque cuando sus otros hijos nacieron estaba armando al Doctor Cormillot. Este se dio justo en medio de una pandemia, entonces pudo disfrutar mucho más del embarazo y de Emilio, nuestro hijo. Ellos dos tienen sus momentos, por ejemplo, a la noche cuando yo sigo trabajando, ellos juegan. Lo veo muy presente. Se involucra mucho, las primeras comidas se las quiso dar él, él eligió las frutas, todo. Está muy involucrado con la crianza.

-¿A qué nivel?

-Los viernes a la mañana yo arrancó re temprano en la clínica y ellos se quedan juntos, me deja tranquila poder irme a trabajar y que Emilio se quede con su papá, para que lo cuide. De hecho, lo criticaron mucho a Alberto porque dijo que no quería cambiar los pañales y a mí me da lo mismo. Hasta prefiero que no me ayude porque es capaz de gastar todo el paquete de algodón en una sola cambiada.

-¿Cuál es tu reacción frente a las críticas que pueden surgir en las redes?

-Me parece que cada uno puede pensar lo que quiere, yo también me propongo no juzgar, pero a veces los prejuicios salen igual y lucho contra eso. Pero no entiendo cómo hay gente que se toma el tiempo de buscarme e insultarme en una foto en las redes sociales, yo no lo haría. Él es un personaje público, sabía que esto se iba a dar, que la gente opine, está en mí tomarlo bien o mal, y yo elijo pensar que cuando alguien dice algo así es por temas propios y no contra mí. Me alcanza con que la gente que me conoce, sepa bien quién soy, lo que opine el resto, siempre va a haber buenos y malos, no podemos quedar bien con Dios y con el diablo.

Belén Cersósimo

JA

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