Kevin Costner a los 69: el sex symbol y el hombre que atravesó dos divorcios millonarios y escandalosos

Kevin Costner
Kevin Costner en Beverly Hills, en la última entrega de los Golden Globes

Kevin Costner nació y se crio en un suburbio de Los Ángeles. Su padre, William, era un electricista con ascendencia aborigen. Su madre, Sharon, una trabajadora social en un ministerio.

Kevin era el menor de los tres hijos del matrimonio. De chico, solo una actividad le interesaba menos que la actuación: estudiar. Fue un alumno del montón, aunque tomaba clases de piano y canto en el coro de la iglesia bautista, el mundo artístico no le interesaba. Sí era un gran deportista. En la adolescencia era un notable jugador de béisbol pero él prefería el básquet. Destacaba en el equipo por altura (1,85), por su habilidad al encestar y, fuera de la cancha, al momento de seducir compañeras.

Al terminar el secundario se inscribió en la carrera de Marketing y Finanzas y al mismo tiempo comenzó a estudiar teatro. Cuando se recibió, se casó con Cindy, su novia del secundario que trabajaba como Blancanieves en Disney. En 1978, volviendo de su luna de miel en Puerto Vallarta descubrió que en el mismo avión viajaba el actor Richard Burton. El gran amor de Elizabeth Taylor había comprado todos los asientos a su alrededor para que nadie le hablase, pero Costner se animó a hacerlo. Con esa seducción que se convertiría en marca le comentó sus deseos de ser actor y también sus dudas. La estrella de Cleopatra le aconsejó abandonar el rentable y seguro empleo de marketing en una empresa para dedicarse de lleno a la actuación. “La felicidad solo llega si perseguimos nuestros sueños”, le dijo, y agregó: “Usted tiene ojos verdes. Tengo los ojos verdes. Creo que todo le irá bien”.

Costner y su mujer se instalaron en Hollywood y él retomó sus clases de actuación, pero como implicaban clases cinco veces por semana, su esposa le sugirió que renunciara a su empleo empresarial. Buscando trabajos con menor carga horaria, aceptó tareas de albañil, guía turístico, camionero y asistente de escena en unos estudios de cine. A la par, se presentaba a todas las pruebas para todos los papeles, pero los productores lo consideraban un actor malo y lo rechazaban.

Sin desanimarse, lo siguió intentando hasta que le ofrecieron un rol en la película Reencuentro para hacer de muerto. Lo aceptó. El director Lawrence Kasdam lo volvió a llamar para Silverado donde interpretó a un pistolero mujeriego. Siguió actuando en distintos papeles hasta que le llegó el inolvidable Elliot Ness en Los Intocables. Desde entonces, su teléfono comenzó a estallar de buenas propuestas. Fue un oficial de marina en No hay salida, un jugador de béisbol en Los búfalos de Durham y un granjero en Campo de sueños.

Su consagración llegó en Danza con lobos, el film que dirigió y realizó con Orion Pictures, la compañía que fundó. La película fue un éxito comercial y ganó siete premios Oscar. Sus dos producciones siguientes -JFK, dirigido por Oliver Stone y Robin Hood, príncipe de los ladrones, por Kevin Reynolds-, también fueron exitosas. Ni duro como Harrison Ford, ni sensible como Tom Hanks, ni musculoso como Sylvester Stallone, Costner lograba encarnar a un héroe con cerebro, moderno pero clásico.

Su atractivo físico era evidente pero él lo desmitificaba. “No soy buen mozo en el sentido estricto, más bien soy fotogénico. La cámara me favorece y por eso odio que me saquen fotos en la vida real. Cuando me conocen personalmente decepciono”. Y buscaba despegarse del poder de la imagen: “Quiero ser juzgado por la calidad de mis ideas, no por mi fecha de nacimiento o mis patas de gallo”.

A esa altura, y con un salario de diez millones de dólares por película, se podía dar el lujo de decir no. Rechazó el rol que Tom Berenger realizó en Pelotón de Oliver Stone. Aunque conocía al director, no quiso participar porque su hermano Dan era un héroe condecorado de la guerra de Vietnam y el actor argumentó que no quería comprometerse “en algo que desequilibró tanto la vida de mi hermano”.

Instalado cómodamente en la cúspide, con El guardaespaldas se convirtió en una estrella global. Sin embargo, soportó insólitas críticas por los apasionados besos con su coestrella Whitney Houston. “Mucha gente habló de aquella película, porque ¡la besaba de verdad! Y yo pensaba ‘¿Pero quién no desearía besarla?’ Hay que ser un idiota para no querer hacerlo”, afirmó. Cuando el 11 de febrero de 2012 la actriz falleció, Costner asistió a su funeral y sus palabras conmovieron: “Sequemos nuestras lágrimas y recordemos el dulce milagro de Whitney. Si puedes escucharme, no es que fueras lo suficientemente buena. Eras la mejor”.

Hasta 1994, Costner parecía encarnar el tipo ideal para muchas mujeres del mundo. Gentil, buen compañero y marido fiel, representaba un hombre perfecto, cuando todo estalló. Luego de 15 años juntos, Cindy, “la chica más linda que se fijó en mí”, pidió el divorcio. Fue una de las separaciones más costosas de Hollywood y no solo por lo afectivo, también por el efectivo. Al separarse, Kevin le entregó a Cindy 80 millones de dólares, la mitad de su fortuna.

Después de su divorcio, Costner vivió varios romances. Uno de los que trascendió fue con la supermodelo australiana Elle Macpherson, e incluso llegaron a convivir un tiempo, pero la relación se cortó. En 1998 conoció a otra modelo, Christine Baumgartner. Ella tenía 33 y él 53. Estuvieron cuatro años juntos y rompieron. Christine quería tener hijos y el actor que ya era papá de cuatro (tres de su primer matrimonio y otro fruto de su relación fugaz con la periodista Bridget Rooney) no quería saber nada. “Ella me dijo: ‘Te voy a esperar, pero no mucho. Cuando recobres el sentido, vuelve a mí’. Y lo hice”, contó el actor sobre su separación y reconciliación. En 2004 se casaron en una romántica boda en Aspen, donde el flamante marido es dueño un rancho. Luego llegaron Cayden, Hayes y Grace, los hijos del matrimonio.

Tras casi dos décadas juntos, en mayo del año pasado la diseñadora solicitó el divorcio citando “diferencias irreconciliables”. El pedido, según fuentes cercanas al intérprete, lo dejó “solo y desconcertado”. El desconcierto viró a enojo cuando Christine le exigió 250 mil dólares mensuales en concepto de manutención para sus tres herederos. El le ofreció 52 mil, una casa y abonar la cuota de las escuelas.

Luego de varios alegatos, un juez estableció que la manutención infantil sea de 130 mil dólares mensuales. “El estilo de vida marital, incluido el de los menores, es consistente con los ingresos extremadamente altos de Kevin”, argumentó la empresaria. “Me doy cuenta de que nuestro estilo de vida es extraordinario. Aprecio cuán bendecidos somos de vivir de esta manera. Es importante no solo brindar un hogar cálido y cómodo para nuestros hijos, sino también enseñarles los valores familiares y la gratitud”. Después que llegaron a un acuerdo, el portal de noticias TMZ reveló que Christine se fue de vacaciones a la Isla Grande de Hawái con uno de los amigos de su ex marido.

Luego del escandaloso divorcio, Costner parece que vuelve a creer en el amor. En diciembre el citado medio publicó varias fotografías donde se lo veía muy cariñoso con la cantautora Jewel Kilcher, veinte años menor. El romance no fue confirmado. Un rumor también le adjudicó una relación con Reese Witherspoon, pero allegados a la rubia se encargaron de desmentirla.

Aunque atravesó divorcios complicados, el actor supo aprovechar lo que aprendió de negocios en sus tiempos universitarios. Fundó la empresa Water Planet Engineering, que desarrolla maquinaria para separar el petróleo del agua. Así logró ayudar a limpiar el mar cuando en 2010 hubo un gran derrame en el Golfo de México. “Tengo a gente muy inteligente trabajando en ese negocio porque yo no sé cómo hacerlo. Pero sí sé cómo apoyar a las personas y, de paso, perseguir mis sueños. Si no soy lo suficientemente listo para hacerlo, busco a quien pueda”, declaró en la revista Zoomer.

Costner además es el dueño de Tatanka, un parque temático en Dakota del Sur que inauguró en 2004, en el que se recrea la historia de los bisontes al tiempo que se repasa la expansión del Oeste. El actor retomó su faceta de músico y lidera una banda de música country, Kevin Costner and Modern West con la que suele salir de gira entre rodaje y rodaje. Seguidor de la vida sana, come solo platos muy suaves y sin condimentar, no bebe alcohol ni fuma. Se reconoce muy corto de vista y le encantan los dibujos animados.

Los que los extrañaban en su faceta de actor lo volvieron a disfrutar en esa excelente película que es Emboscada final. Si usted, lector, no tiene plan para el finde, le sugiero verla. No lo defraudará. Desde el 2018 protagoniza Yellowstone, una serie de la que además es productor ejecutivo. Comenzó ganando 500 mil dólares por capítulo, pero dado al éxito que tuvo, renegoció su salario a 1,2 millones de dólares por episodio.

“Realmente me equivoqué con algunas decisiones que tomé y hasta fui igualmente desdichado”, reflexionaba Kevin en 1997 a sus 42 años. “Pero está bien. Así es la vida. Eso es una vida. Si fuera al revés, no podríamos llamarla vida. La llamaríamos como una especie de sueño. Yo he vivido una vida, no un sueño”. Una vida que ya cuenta 69 y que ni el propio Eliot Ness hubiera vivido con más intensidad.

Por: Susana Ceballos

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