Llegó en un Mercedes Benz modelo 2013, negro, brillante e impoluto. Vestido de gala -con smoking y un sombrero a tono, que luego reemplazaría por una extravagante gorra de cuero.
Norberto Oyarbide hizo de su arribo a los estudios de Radio 10 un show de divismo, ostentación y culto a su personalidad.
En la puerta de los estudios de Nicaragua y Uriarte, con barbijo arco iris con guiño friendly y LGBT lo esperaba Fernando «Coco» Sily, el conductor de «Fuerte al medio», para el estreno de ese programa de la tarde del que el ex juez federal será columnista redudantemente de lujo.
Sily fue el primero en destacar la coquetería de Oyarbide, al hacer mención al bolso con el que su ex señoría llegó al convite: un clásico de Louis Vuitton que fue trasladado con parsimonia por un acompañante del columnista. Allí, Oyarbide llevaba con poca sorpresa la botella de champán con la que amenizaría su intervención radial, entre copas de cristal y desde un sillón con pretensiones de trono colorado.
La expectativa sobre la nueva faceta comunicacional de Oyarbide era obvia, aunque en la primera participación fue más provocadora la estética que el contenido. Si bien en la gacetilla de prensa que había anticipado la radio para el lanzamiento se prometía que el exmagistrado aportaría «anécdotas como juez federal», Oyarbide optó por confesiones más previsibles como que cumple con su «ritual de catolicismo» -«agradezco, me arrodillo y rezo un rosario a las diferentes imágenes que tengo», relató- o premisas poco probables como que «no volvería a ser juez», si acaso fuera posible.
Tras vivir la intensidad de más de dos décadas en los sinuosos pasillos de Comodoro Py -al que tildó de «manicomio» de «despachos incómodos donde ingresaba cualquier persona»- Oyarbide aceptó una jubilación forzosa ante la posibilidad de enfrentar un proceso de destitución menos decoroso. El juez que sobreseyó al matrimonio Kirchner en una causa por enriquecimiento ilícito, aceptó el convite de Sily para debutar en la radio insignia del empresario kirchnerista Cristóbal López. «Lo peor que puede llegar a tener una persona es esconder mentiras, y yo no oculto mentiras», sostuvo el ex juez en su primera participación.
Oyarbide había contado hace poco que tres autoridades de la emisora lo habían visitado en su casa para incorporarlo a la grilla y sintió que la propuesta le era «divertida». Pero fue el productor artístico Darío Arellano el contacto y amigo en común que hizo de puente entre conductor y columnista.
Paradójicamente para el escenario radial, la imagen pudo más. Y así Oyarbide arrancó su trabajo de columnista con aires más cercanos a los que consagraron a Ricardo Fort, aunque con jubilación del Estado. Habrá tiempo para más.