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De la gloria de Queen al papelón de Madonna: el gran concierto Live Aid que dio lugar al Día Internacional del Rock

El 13 de julio de 1986 se declaró el “Día mundial del Rock”, había pasado un año del recital a beneficio más grande la historia.
Por
Marianela Insua Escalante

El 13 de julio de 1985,  Freddie Mercury quedó inmortalizado con una performance sublime y enfundado en el look con el que iba a ser imitado hasta el hartazgo: bigotes, musculosa blanca, jeans claros de tiro alto y brazalete de tachas. Ese día también se presentaba Mick Jagger por un lado y Keith Richards y Ron Wood, por otro, declarando la guerra fría en unos Rolling Stones que habían nacido para estar juntos. Bob Dylan se despachó con unas palabras desafortunadas y Madonna dio un pobre espectáculo vocal exigida por sus propios saltitos frente al micrófono. El Live Aid fue un espectáculo inolvidable y sobran los motivos para recordarlo.

Como una respuesta británica a la americana iniciativa «We are the World», la canción con Michael Jackson, Diana Ross, Stevie Wonder y tantos más, que se originó para recaudar fondos para paliar el hambre en África, surgió el festival Live Aid, en Londres, Inglaterra. El organizador fue el mismo en ambos casos, Bob Geldof, un músico irlandés con poca fama y muchos contactos, enfocado en hacer algo por los que menos tienen. Y de paso, desarrollar una carrera como productor de espectáculos.

El Live Aid se llevó a cabo en dos escenarios a la vez: el principal, en el Estadio de Wembley, en Inglaterra y en el JFK de Philadelphia, en los Estados Unidos. Aunque la británica era la sede favorita, en Norteamérica también pasaron cosas interesantes. Phil Collins fue el artista que se dio el lujo de estar en los dos escenarios durante la misma jornada. Luego de terminar su show en Wembley, el baterista devenido en cantante se subió a un helicóptero que lo llevó al aeropuerto y de ahí se tomó un avión al JFK donde tocó para el público americano.

Lluvia de estrellas

El Estadio de Wembley estaba colmado con 72 mil personas, pero eran muchas más las que a través de los televisores pudieron seguir el concierto en vivo. La BBC de Londres estuvo a cargo de la transmisión, que fue la primera de esa magnitud, y que repetía las imágenes en 160 países, incluyendo a la Argentina. El show comenzó alrededor del mediodía londinense con una fanfarria para el Príncipe Carlos y la Princesa Diana y con Status Quo tocando «Rocking All over the World».

«No vayas al pub esta noche. Por favor, quédate y danos tu dinero. Hay gente muriendo ahora», decía Bob Geldof a la cámara incitando a una colecta de dinero que excedió todo lo imaginado. Luego se supo que él mismo recibió la llamada de la familia gobernante de Dubai, que hizo la mayor donación de 1 millón de libras (1.250.000 dólares). En todo el Reino Unido, se habían instalado ocho centros con 200 líneas telefónicas para coordinar las donaciones a través de tarjetas de crédito, que llegaban hasta las 2 mil libras (unos 2.500 dólares) cada una.

Durante 16 horas la música fue la protagonista del festival solidario más grande del planeta. En la película Rapsodia Bohemia, que cuenta la historia de Queen, se reproduce el momento en el que la banda decide volver a juntarse por lo atractivo de la propuesta. Freddie Mercury venía de una temporada en solitario y es justamente el Live Aid el motivo porque el que quiere volver con sus amigos de siempre. Aún con poco tiempo de ensayo, los Queen pusieron todo en el escenario y sorprendieron con una presentación inolvidable.

Después, en bambalinas, se corrió el rumor de que Freddie habría intentado seducir a Bono de U2, que estaba en su mejor momento. «¿Cómo se pronuncia tu nombre?» le habría dicho Mercury al irlandés que, muy amablemente le siguió la charla y después la rompió con un show épico. En medio de tantos clásicos, U2 representaba lo nuevo, ya estaban llenando estadios y el carisma de Bono arrollaba. Cuando arrancaron con «Sunday Bloody Sunday», el estadio se vino abajo, pero fue durante «Bad», el segundo tema en el que Bono se terminó de coronar.

A mitad de la canción, el cantante de U2 comenzó a hacer gestos a los agentes de seguridad, quienes pensaron que Bono quería subir una chica al escenario. Así fue que ayudaron a traspasar las vallas a una rubia que feliz se abrazó al músico ni bien lo tuvo al lado. Pero Bono quería indicar otra cosa y por eso tuvo que saltar él mismo al foso de los fotógrafos para pedir que auxilien a otra joven que estaba siendo aplastada por la muchedumbre. La banda, mientras tanto, seguía repitiendo la misma secuencia de acordes una y otra vez, como en loop. La chica rescatada iba a contar después que se estaba asfixiando y que gracias a Bono pudo volver a respirar.

Al final, Bono despidió a la quinceañera con un beso en la mejilla, después de bailar un ratito abrazado a ella y volvió al escenario a terminar su set, que tuvo una canción menos. El incidente se había llevado la mayor parte del tiempo, pero también ayudó a colocar al cantante irlandés en un pedestal de «buen tipo», del que ya nunca más se bajó.

Si de profesionales se trata, allí estuvo Paul McCartney para emocionar a todos con su versión de «Let it be» que empezó solo y terminó con Alison Moyet, David Bowie, Bob Geldof y un divertido Pete Townshend. El The Who, que con su banda no dio un show para el recuerdo, lo pellizcaba al beatle buscando complicidad y encontró poco menos que fastidio. Se sabe que Paul es un profesional de la primera hora y este tipo de chascarrillos no le causan mucha gracia. Menos gracia le causaron los problemas técnicos que afectaron el sonido de su voz al comienzo del set, por lo que para el DVD que salió después, exigió doblar la canción.

Madonna, que venía de ser presa de un escándalo después de que Playboy publicase sin permiso fotos suyas en las que estaba desnuda, se mostró recatada como nunca, con una vestimenta que nada tenía que ver con sus habituales y sensuales prendas. Además, desafinó durante los 20 minutos que duró su presentación y preocupada por seguir la coreografía, se la vio embocar muy poco la boca en el micrófono. La Reina del Pop no estuvo en su mejor día.

Quien aprovechó el momento para relanzarse fue Eric Clapton. El «mano lenta», que había brillado en la década del setenta, aun no se había mostrado con mucha fuerza en los 80. Así que con sus versiones de «White Room» (de su antigua banda Cream) y de la bella «Layla» pudo mostrarse ante un nuevo público como el gran guitarrista que era (y sigue siendo).

Los Rolling Stones estuvieron presentes, pero por separado. Mick Jagger, que por esos años estaba intentando abrirse camino como solista, hizo algunos temas deslucidos y recién levantó cuando cantó «Miss You». Pero fue cuando apareció Tina Turner que el fuego se encendió de verdad y cambió el ambiente por completo. Juntos siempre fueron dinamita y esta química quedó plasmada en «State of Shock» y en «It’s Only Rock & Roll», dos temas que sonaron desparejos, con ellos correteando por aquí y por allá, pero que aun así resultan memorables. ¿A quién le importa que Mick y Tina se vean prolijos si son el fuego mismo?

El que no estuvo prolijo, y se notó, fue Bob Dylan. Ocupaba un lugar destacado en la grilla, como la leyenda que era y continúa siendo y llegó acompañado de otros dos que no se quedaban atrás: Keith Richards y Ron Wood. El show fue más bien acústico y sonó deslucido (los problemas de sonido fueron una constante en todo el festival) sumado a que les habían desenchufado los monitores de escenario, de modo que no tenían retorno de lo que estaban tocando. Encima, para enojo de Geldof, Dylan sugirió que parte del dinero recaudado para África tendría que haber servido para pagar las hipotecas de los granjeros de los Estados Unidos. El guante lo recogió Willie Nelson que poco después salió al ruedo con Farm Aid, pero esa es otra historia.

Los lados B de un festival único

En medio de tantos nombres rutilantes, también hubo de todo. Pasaron los británicos Duran Duran, los americanos Beach Boys y los Wham! de George Michael. Desde países lejanos, llegaban recitales en vivo de bandas locales que esperaban colaborar con la causa y mostrarse al mundo. Antes de que llegara Internet, una transmisión mundial era lo máximo (y lo único) a lo que podía aspirarse para dar el gran salto.

De ahí, la ilusión de Off Course, un grupo japonés con mucho éxito en su país, que esperaba llegar a mundo con su música a través del Live Aid. Con una canción en inglés, un estribillo pegadizo y una imagen sofisticada, Off Course comenzó a verse y a sonar, pero 15 segundos después, la transmisión se cortó. Otra vez los problemas técnicos haciendo estragos, esta vez irreversibles para una banda de la que poco más se supo.

El show de Elvis Costello sí se vio completo y fue muy cortito, eligió un cover de The Beatles. Una olvidable versión de «All you need is love» para la tribuna que lo recibió bastante indiferente. Otro show olvidable fue el de Boomtown Rats, la banda de Bob Geldof, el cerebro detrás del Live Aid. Sin mucha gracia como frontman y con una banda bastante apática, Geldof se dio el gusto de tocar para una multitud que casi ni lo registró.

Desde Philadelphia, en los Estados Unidos, el otro escenario también tenía acción. Aunque esa palabra a la presentación de Joan Baez le quedase un poquito grande. La cantante se decidió por un par de temas a capela: «Amazing Grace» y «We Are The World». Dos interpretaciones que pasaron sin pena ni gloria en una jornada marcada por el rock.

Los que sí se destacaron por hacer bien lo suyo fueron los pesados de Black Sabbath y los raperos de Run DMC. Cada uno con su impronta, ambos grupos sorprendieron, justamente, por dar un show fiel a su estilo. También sonaron los nombres de los ausentes: Michael Jackson, AC/DC, Billy Joel y Rod Stewart podrían haber sido de la partida, pero rechazaron la invitación sin saber que se perdían de participar en la cumbre del rock más recordada de la historia.

Geldof repitió la experiencia 20 años después, y en 2005 organizó el Live 8, para protestar contra el G8 (el grupo de países industrializados con gran peso político, económico y militar a nivel mundial), siempre apostando por su fundación Band Aid Trust. En la actualidad, el otrora músico también colabora con Unicef y da conferencias alrededor del planeta sobre motivación y problemas globales. El Día Mundial del Rock quedó lejos para Bob, cuando el 13 de julio de 1985 reunió a Jagger, Bowie, McCartney, Madonna y Clapton en un mismo escenario.

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