“¡Jin, te amo!”. El grito dirigido desde la platea se escuchó no bien el líder de BTS pisó el escenario del Monumental, aunque el artista en cuestión no llegó jamás a escucharlo. No por las miles de voces que aullaron apenas asomó en la pasarela del estadio para estrenar su single “The Astronaut” junto a Coldplay, sino porque ocurrió a doce kilómetros de Núñez. Un fenómeno por demás atendible: concurrencia perfecta para la transmisión en vivo de un show que estaba ocurriendo a quince minutos de viaje en auto entre un punto y otro.
Planteados como dos eventos de alcance global (en rigor, retransmitido con delay en otros países en un horario más amigable), los shows de Coldplay de este viernes y el sábado llegaron y llegarán a tres mil quinientas salas en setenta y cinco países, todos ellos enumerados de memoria y en orden alfabético por Chris Martin antes de “Viva la Vida”. Y si bien el fanatismo local hizo que la banda agotase diez funciones en el estadio de River Plate, el éxito en taquillas de su paso por la pantalla grande estuvo supeditado a su invitado estelar. Solo bastó que el grupo anunciase la presencia de Jin en sendas funciones para que, por caso, la retransmisión se viviera en Unicenter en cinco salas de manera simultánea.
Para Music of the Spheres: Live Broadcast from Buenos Aires, Coldplay delegó la dirección a Paul Dugdale, colaborador frecuente de la banda, pero también conocedor de lo pasional que puede ser el público argentino, ya que fue también la persona a cargo de Olé, Olé, Olé!, el documental de la última gira latinoamericana de The Rolling Stones. De ahí que la filmación estuviese pensada para resaltar el fervor argentino, con el rugido de la audiencia convertido en un instrumento más, y también con la constante presencia de drones en vuelo rasante sobre el estadio y sus alrededores para dar noción de la inmensidad del despliegue visual del show, entre pulseras leds, láseres y toneladas de pirotecnia.
El despliegue de veintiocho cámaras en el Monumental transmitía a la distancia la sensación de estar in situ, al punto que el público de la sala respondía cada una de las consignas que Chris Martin impartía a sus fans en Núñez, haciendo que la distancia y la presencialidad pasasen a ser variantes secundarias para el disfrute. También, dentro de una espectacularidad plagada de estímulos desde el minuto cero con “Higher Power”, permitió ser testigos de la economía de recursos de “The Scientist”, con la cámara revoloteando entre los cuatro músicos en un escenario despejado.
Y a pesar de que en la sala cada hit se vivía con el mismo grado de euforia que en un recital (“Clocks”, “Yellow”, “Hymn for the Weekend”, su versión de “De música ligera”, de Soda Stereo), la expectativa por ver en la pantalla a Jin comenzó a crecer a medida que iban pasando las canciones. Incluso se vivió algo parecido a un amague antes de los bises, cuando Coldplay interpretó “My Universe”, la canción que grabó junto a BTS, y cuya presencia en el concierto se resuelve de manera virtual en las pantallas.
Hasta que finalmente llegó el momento esperado de la jornada. Después de “Fix You”, Chris Martin tomó el micrófono para hacer un discurso en el que contó cómo el animarse a dejar de hacer lo mismo de siempre y conocer nuevas miradas sobre la música lo llevó a vincularse con BTS. Cuando se oficializó que sus siete integrantes deberán realizar el servicio militar obligatorio en 2023, su líder Jin recurrió a Coldplay para escribir una canción que sea no una despedida, sino un hasta luego. El resultado de esa unión, “The Astronaut”, llegó hoy a las plataformas de streaming, y en menos de 24 horas el público local se aprendió cada verso para acompañar a su ídolo en la primera interpretación en vivo de la canción.
Al momento en el que la cámara se posó sobre el centro del campo de juego y Jim emergió en la pasarela, parte del público de la sala se puso de pie, otros tantos levantaron en alto sus celulares para filmar lo que estaba ocurriendo en vivo en Núñez. La ovación final se impuso después de que Jin y Chris Martin se fundieran en un abrazo férreo al terminar la canción, y aunque la despedida formal del concierto fue con “Biutyful”, para gran parte de los presentes la jornada había terminado unos minutos antes. Una vez que todo finalizó, en el patio de comidas dos amigas con remeras de BTS se abrazaban lagrimeando en silencio, con la frustración de no haber podido ver a su ídolo en persona, pero también con la certeza de que tendrán que esperar al menos dos años más para poder volver a verlo sobre un escenario.
Joaquín Vismara