Los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, junto a Robert Browning y a Johann Wolfgang von Goethe, le dieron forma a una leyenda que trascendió a lo largo de la historia por todo el mundo.
Como parte del folclore medieval, la fábula de El Flautista de Hamelin fue representada en innumerables cuentos, libros, obras de teatro y películas. Sin embargo, la tenebrosa verdad que guarda este relato permaneció en las sombras hasta la actualidad.
Jacob y Wilhelm Grimm escribieron en 1816 Der Rattenfänger von Hameln, cuya traducción es El cazador de ratas de Hamelin. Este relato reconstruye la historia de una misteriosa desgracia ocurrida en la ciudad de Hamelin, Alemania, el 26 de junio de 1284. Con el correr de los siglos, cada artista que se involucró en esta leyenda le impregnó datos, sospechas y creencias, que la convirtieron en un mito popular. Más allá de las pequeñas diferencias, todos manifestaron que la ciudad contrató al flautista para que la liberara de su plaga de ratas. Y en ese momento se desató la tenebrosa tragedia.
Música hipnótica
Los escritos sostienen que el hombre que tocaba la flauta, vestía un atuendo muy colorido y llamativo, y emitía unas notas hipnóticas con su instrumento, que hacía que los roedores desfilaran a través de las calles de Hamelin. Con su talento, el Flautista recorrió el pueblo y, a medida que pasaba por las puertas de las casas, las ratas se unían a la extensa procesión.
Con una innumerable fila de roedores marchando a sus espaldas, el músico se dirigió hacia las afueras de Hamelin donde dejó a la plaga y limpió al pueblo de su invasión. Sin embargo, las ratas no fueron las únicas atraídas por su hipnotizante melodía.
La misteriosa desaparición
Luego de su impresionante actuación, el hombre quiso cobrar por sus servicios pero las autoridades locales se negaron a pagarle. Furioso, el Flautista prometió vengarse de los ciudadanos de Hamelin y aseguró que los atacaría en su punto débil: sus hijos.
Al igual que había hecho con los roedores, el extraño sujeto volvió a circular por las calles del pueblo tocando su música. Pero esta vez sus seguidores no fueron las ratas sino los niños. Con una larga fila de chicos siguiéndolo, salió de la ciudad sin que nadie pudiera hacer nada para impedírselo. Al atravesar la frontera, simplemente, los 130 niños desaparecieron.
El protagonista de la emblemática leyenda fue en realidad un secuestrador.
Es por esto que el Flautista de Hamelin es mucho más que un cuento de hadas para chicos. Si bien los hermanos Grimm la elevaron como una historia amable, podría ser una catástrofe histórica real.
Un pueblo que habla
De hecho, en las propias paredes de Hamelin se sustenta esta fábula. En el medio del pueblo, actualmente se puede observar una piedra en la hipotética casa que acogió al flautista, que da testimonio de este extraño suceso: “El 26 de junio de 1284, en el día de San Juan y San Pablo, 130 niños nacidos en Hamelin fueron sacados de la ciudad por un flautista vestido con ropas multicolores. Después de pasar el Calvario cerca de Koppenberg, desaparecieron para siempre”.
Esta inscripción data del año 1602. Sin embargo, no es la única referencia al hecho. Según reconstruyó la BBC, dentro de los registros de la alcaldía de Hamelin, con fecha de 1384, hay un documento que manifiesta: “Pasaron 100 años desde que se fueron nuestros hijos”.
Otro de los documentos hallados que avala el crimen del músico es el manuscrito de Luneburg, que se escribió en el siglo XV. Este material relata la extraña desaparición de 130 niños el 26 de junio de 1284. Según atestigua el escrito, los jóvenes siguieron a un flautista hacia las afueras del pueblo y jamás regresaron.
Más allá de los documentos que corroboran la estremecedora historia, hay una gran pregunta que perduró a lo largo de los años: ¿qué ocurrió con los niños de Hamelin? Hasta el día de hoy, muchos historiadores tienen puesto su foco de investigación en descubrir qué ocurrió realmente aquel 26 de junio de 1284.
La gran incógnita
Hay varias teorías que otorgan una explicación sobre lo sucedido, aunque ninguna logró presentar pruebas concretas que la avalen. Una de ellas sostiene que, en medio de la crisis económica, los alemanes migraron a Europa del Este buscando un mejor futuro. Según esta hipótesis, el sujeto que fue contratado para limpiar el pueblo de ratas era un supuesto “reclutador”.
La teoría afirma que el Flautista se vestía de llamativos colores y tocaba música para llamar la atención y así conseguir que las personas lo sigan al próximo destino. Algunos historiadores aseguran que los niños marcharon hacia Transilvania.
En esta línea, la hipótesis más aceptada es la de Jürgen Udolph, que manifiesta que el grupo de jóvenes migró hacia Berlín. El investigador halló apellidos de familias históricas de Hamelin en la capital alemana, lo que respaldaría su teoría. Además, explicó que en aquel año la zona había sido liberada del dominio de los daneses, por lo que el sitio era un lugar de nuevas oportunidades para las familias.
Si bien la teoría de una migración fue la más aceptada a lo largo de la historia, no se hallaron pruebas concretas para confirmarla.
Bailar hasta la muerte
Por esto, tomó fuerza otra fábula que cuenta que, debido a una sucesión de pandemias, nació la misteriosa Danza de San Vito, que se extendió por toda la Europa medieval a partir del año 1200. Según sus postulantes, esto se convirtió en una enfermedad psicogénica colectiva que se extendió a través de las comunidades.
Las personas que eran “atrapadas” por esta peste se veían obligadas a bailar durante semanas o meses. Las eternas danzas llegaban al punto en que las personas caían extasiadas e, incluso, producía una muerte dolorosa.
Una crónica citada por la BBC relata un terrorífico incidente que se registró durante el siglo XIII en Erfurt, un pueblito cercano a Hamelin. Este texto, asegura que un grupo de chicos se vio inmerso en esta “fiebre del baile” y giraban ferozmente sin poder detenerse, mientras se dirigían hacia las afueras del lugar. Finalmente, los jóvenes bailaron hasta la muerte. Este escrito es el que sustenta la teoría de que algo similar les podría haber ocurrido a los 130 niños desaparecidos de Hamelin.
Por último, otra historia que perduró durante algunos años en el boca a boca de los habitantes del pueblo es que los niños fueron llevados a un monasterio cercano. Pero, al igual que las teorías anteriores, los niños habrían sufrido un trágico final en aquel sitio que, según los relatos, los aldeanos jamás se atrevieron a revelar.
Más allá de las teorías sobre el destino del grupo de niños, este hecho quedó marcado a fuego en los habitantes de Hamelin. En la actualidad, el pueblo mantiene una vieja ley, que prohíbe cantar o tocar música en una calle específica del pueblo. Según esta costumbre, la llamada calle Bungelosenstraße, que pasa por la casa del Flautista, debe permanecer en silencio hasta la eternidad, por respeto a las víctimas del tenebroso suceso.
El desenlace que sufrieron los 130 niños que fueron secuestrados por el Flautista será un misterio que, quizás, jamás se resuelva. De lo que sí hay certezas, es que la popular fábula sobre Hamelin es, sin dudas, una de las tragedias más escalofriantes de la historia de la humanidad.
Simón de Aduriz