Un estudio publicado este lunes en la revista Current Biology detalla el rol clave que desempeñan las madres de los bonobos para conseguir que sus hijos tengan vidas sexuales fructíferas.
Los bonobos, nuestros parientes primates altruistas, pacíficos y lascivos, son conocidos por sus sociedades donde las hembras llevan la batuta, en contraste con los chimpancés, más violentos y patriarcales.
Lo que no sabíamos hasta ahora era el rol clave que desempeñan las madres bonobo para conseguir que sus hijos tengan vidas sexuales fructíferas: desde usar su jerarquía para asegurar que sus descendientes varones puedan conocer a atractivas hembras ovuladoras, hasta interferir en los intentos de encontrar pareja de sus rivales masculinos.
Este comportamiento fue descrito en un estudio publicado este lunes en la revista Current Biology, que observó que los machos bonobo que tienen una madre viviendo en su grupo tenían tres veces más probabilidades de engendrar descendientes que los que no la tienen.
«Es la primera vez que podemos mostrar el impacto de la presencia de la madre en un importante rasgo masculino como es la fertilidad», dijo en un comunicado Martin Surbeck, primatólogo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.
«Nos sorprendió ver que las madres tienen una influencia tan directa y fuerte en la cantidad de nietos que consiguen».
Para el estudio, Surbeck y sus colegas observaron poblaciones de bonobos silvestres en la República Democrática del Congo, así como poblaciones de chimpancés en Costa de Marfil, Tanzania y Uganda.
Los científicos descubrieron que tanto las madres bonobo como las madres chimpancé trataron de ayudar a sus descendientes, pero las primeras tuvieron mucho más éxito porque los niveles más altos de sus comunidades están dominados por hembras.
Las comunidades de chimpancés, en cambio, están dominadas por machos que compiten por imponerse como alfa.
«Las mamás bonobo actúan un poco como pasaportes sociales», dijo Surbeck a la AFP. «Los hijos, muy cercanos a sus madres, también son centrales en el grupo y acceden en este a posiciones que les permiten interactuar más con otras hembras, lo que incluye copular».
«Si hay una hembra que es muy atractiva ves mamás que se quedan a su alrededor, y en la sombra de sus mamás están los machos», agregó.
En contraste, vieron que si una madre perdía su jerarquía alta, su hijo también descendía de rango y, consecuentemente, se volvía menos exitoso en sus intentos de apareamiento.
Curiosamente, las madres bonobo no hacían un esfuerzo adicional por sus hijas en este sentido, ni tampoco las ayudaban con la crianza de su descendencia.
La hipótesis actual de Surbeck es que, dado que las hijas bonobo abandonan la comunidad y los machos permanecen en ella, puede que no amerite que las madres les dediquen tiempo desde una perspectiva evolutiva.
El equipo de investigadores cree tener ahora pruebas para la llamada «hipótesis de la abuela»: que una hembra posreproductiva puede continuar sus genes asegurando el éxito reproductivo de su descendencia.
Es una idea que los antropólogos han aplicado a los humanos y Surbeck estima que también podría ser el caso de las poblaciones de bonobo.
«Lo interesante ahora es que tenemos un mecanismo así en los bonobos, que aparentemente permite que las hembras hagan eso, pero curiosamente no a través de sus hijas sino de sus hijos», dijo a la AFP.
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