Los más de 100 países y las organizaciones sanitarias del mundo están dando los primeros pasos para entender qué es y cómo se comporta un nuevo virus que emergió en el mercado de Wuhan, en China a fines del año pasado, donde se venden animales vivos y muertos. El novel virus ya causó más de 106.000 contagios y 3560 muertes.
Se trata del SARS-CoV-2 o Covid-19, la séptima cepa de coronavirus conocida por el hombre que puso en alerta a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que la calificó de Emergencia Internacional.
Pero yendo a otro plano estelar y saliendo de nuestro hoy conmocionado viralmente planeta Tierra, pensemos en nuestro vecino cósmico Marte.
Y es que, al igual que sucedió con el arribo de Armstrong, Aldrin y Collins en el Apolo 11 luego de visitar la Luna y traer rocas y polvo de ella, nos preguntamos si el material que estaremos ingresando a la Tierra en una misión espacial tripulada o no al planeta rojo, no traerá también un potencial organismo o virus peligroso a nuestra frágil biosfera, situaciones varias veces recreadas en películas de ciencia ficción.
A finales de los años 60, el novelista Michael Crichton publicó el best-seller “La Cepa de Andrómeda”, un libro que luego fue llevado al cine por el cuatro veces ganador del Oscar, el director Robert Wise. En la trama, un contagio extraterrestre altamente virulento infecta y mata a toda una ciudad.
“El presupuesto de la NASA para el año fiscal 2020 del presidente Trump es uno de los más fuertes que se haya registrado en nuestra historia. Con 21.000 millones de dólares, este presupuesto representa un aumento de casi el 6 por ciento con respecto a la solicitud del año pasado y llega en un momento de recursos limitados en todo el gobierno federal. También es un gran voto de confianza para todo el arduo trabajo y dedicación de la agencia espacial», había afirmado en 2019 el Jefe Administrador de la NASA, Jim Bridenstine.
Y respecto a las muestras que la NASA traerá de Marte, afirmó: “Iremos a la Luna en la próxima década con nuevas tecnologías y sistemas innovadores para explorar más lugares en la superficie lunar que nunca. Esta vez, cuando vayamos a la Luna, nos quedaremos. Usaremos lo que aprendamos a medida que avanzamos hacia la Luna para dar el siguiente gran salto: enviar astronautas a Marte. Con este presupuesto, el trabajo crítico de la NASA que estudia nuestro planeta natal y el Sol beneficiará a la humanidad durante generaciones. Continuaremos planificando y desarrollando la primera misión de ida y vuelta al Planeta Rojo con el retorno de muestras de Marte».
Pero no hay que irse al 2030 o años posteriores para que un objeto espacial llegue en forma forzada a la Tierra (los metoritos lo hacen en forma natural). La misión japonesa Hayabusa2, que recogió muestras de roca y suelo del asteroide Ryugu y regresará a la Tierra con este material a finales de este año.
Legalmente, las naciones no deben traer de vuelta muestras peligrosas, según especifica el artículo 9 del Tratado del Espacio Exterior que requiere que las agencias espaciales se esfuercen por no traer de vuelta nada que pueda dañar la vida en la Tierra.
Pero volviendo al planeta rojo, ¿qué pasa si tales muestras resultan ser peligrosas y contagiosas? ¿Hay algunas lecciones orientadas a Marte que se puedan aprender de COVID-19 y otras enfermedades infecciosas importantes?
En 1973, el astrónomo y divulgador científico Carl Sagan publicó “La conexión cósmica: una perspectiva extraterrestre”, ofreciendo esta visión de los patógenos marcianos:
“Precisamente porque Marte es un entorno de gran interés biológico potencial, es posible que allí haya patógenos, organismos que, si se transportan al medio terrestre, podrían causar un daño biológico enorme: una plaga marciana, el giro en la trama de HG Wells ‘War of the Worlds, pero a la inversa. Este es un punto extremadamente grave. Por un lado, podemos argumentar que los organismos marcianos no pueden causar ningún problema grave a los organismos terrestres, porque no ha habido contacto biológico durante 4500 millones de años entre organismos marcianos y terrestres. Por otro lado, podemos argumentar igualmente bien que los organismos terrestres no han desarrollado defensas contra posibles patógenos marcianos, precisamente porque no ha habido tal contacto durante 4500 millones de años. La posibilidad de una infección de este tipo puede ser muy pequeña, pero los riesgos, si ocurre, son ciertamente muy altos”.
Preocupación e ignorancia
¿Qué podría pasar si tal infección ocurre? “Creo que podría ser instructivo considerar el clima de preocupación que acompaña a la situación actual con el coronavirus”, explicó John Rummel, científico principal del Instituto SETI en California y oficial de protección planetaria de la NASA de 1986 a 1993 y de 1997 a 2006.
Por ejemplo, las pruebas de diagnóstico disponibles para el coronavirus en este momento no son perfectamente precisas, y pueden pasar más de 14 días después de la infección para que se desarrollen los síntomas. Y aunque una infección terrestre podría estar limitada por el cambio de estaciones, eso no necesariamente sería cierto para un vector de enfermedad extraña.
«Creo que el desafío para una actividad de retorno de muestra de Marte es ser abierto sobre las precauciones tomadas ante la ignorancia, que es lo que tenemos cuando hablamos de la vida en Marte», precisó Rummel.
El problema de la cuarentena de objetos extraterrestres fue encarado por la NASA en 1967, dos años antes de la histórica misión que llevó a Neil Armstrong y a “Buzz” Aldrin a pisar la Luna, pero en aquella ocasión se buscaron soluciones apuradas e imperfectas.
Ahora se busca no repetir los mismos errores cometidos durante la exploración de la Luna y planificar que todos los restos que provengan de Marte deberán permanecer en cuarentena en un laboratorio construido para esa ocasión con los criterios que se reservan al estudio de los virus medicinales, como el Ébola.
«Es un proyecto de enorme complejidad que va a requerir, al menos, siete años. No hay mucho tiempo que perder», señaló John Wood, uno de los investigadores de la agencia espacial estadounidense. El laboratorio pulirá nuevas técnicas de esterilización para examinar y destruir las eventuales bacterias encontradas en los elementos, mientras que al mismo tiempo procurarán limitar el daño a las moléculas que podrían contener indicios de vida en el pasado de Marte.
Además de proteger a la Tierra de una posible amenaza epidémica marciana, que los científicos consideran baja, el laboratorio también deberá impedir que organismos terrestres contaminen los restos.
Es tan importante el estudio biológico de muestras en un planeta extraño, que en julio de 2017, un estudio publicado por la NASA aseguró que los astronautas que lleguen al planeta rojo corren un alto riesgo de sufrir afecciones como asma, alergias e infecciones en la piel causadas por un particular hongo denominado Hitchhiking que se desarrolla en ambientes donde conviven humanos.
«Caracterizar y comprender los posibles cambios y sucesión de especies fúngicas es sumamente importante ya que los hongos no sólo son peligrosos para los habitantes, sino que también tienen una gran incidencia en el deterioro de los hábitats», aseguró Kasthuri Venkateswaran, investigador principal del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en su estudio.
La investigación compuesta por tres equipos de estudiantes alojados en una cápsula denominada ILMAH, simuló el ambiente propicio de un vuelo espacial, lo que conllevo a verificar lo pensado. Con el correr de los días las colonias de hongos, inclusive cepas dañinas para el organismo humanos, crecieron de manera exponencial en el sitio donde la tripulación vivió 30 días sin salir y su único contacto físico con el mundo exterior era tan solo una fuente de aire filtrado.
Los científicos tienen varias teorías de como transportar muestras de Marte a nuestro planeta. Pero el enfoque de precaución planificado, basado en la contención estricta y las pruebas de vida y riesgos biológicos, es compatible con el potencial de descubrir vida en una muestra, o en cualquier otra parte de Marte.
«Si uno encuentra vida en la muestra, tiene una buena posibilidad de poder estudiarla en la contención. La desventaja de este enfoque es que es más costoso [en términos de establecer la instalación de contención], por adelantado, que ignorar la vida en Marte», aseguró Rummel.
Rummel deslizó que, si aparece algo como una situación semejante al coronavirus, entonces cualquier otra instalación de contención puede no estar disponible de manera oportuna y es posible que no pueda cumplir con los requisitos de limpieza que garantizarán que cualquier organismo descubierto en la muestra provenga de Marte , y no de la Tierra después de que llegue la muestra.
¿Es la aparición de una nueva epidemia aquí en nuestro planeta una señal sobre la adopción de medidas preventivas con respecto a la protección planetaria?
Catharine Conley fue oficial de protección planetaria de la NASA desde 2006 hasta noviembre de 2017. «Al igual que con las epidemias de enfermedades infecciosas históricas, el coronavirus que se está propagando actualmente es otro ejemplo de por qué es tan importante comprender las consecuencias de interactuar con entornos que los humanos rara vez contactan y luego distribuyen ampliamente lo que sea [ellos] respondieron», remarcó esta semana.
Y agregó: «En el caso de la exploración de Marte, es muy probable que los organismos de la Tierra transportados a Marte puedan causar problemas a los futuros habitantes. Si la vida en Marte existe y es llevada a la Tierra, es más probable que cause efectos en el medio ambiente, como las algas que recientemente calientan el hielo en Groenlandia, que eso sería un patógeno humano virulento».
Sin embargo, si la vida en Marte está relacionada con la vida terrestre, dijo Conley, «eso hace que sea mucho más difícil distinguirlo de la contaminación de la Tierra, y también, al igual que las enfermedades que saltan a especies, también es más probable que nos afecten».
Por Víctor Ingrassia.