Entre los destinos que muchos apuntarían en una libretita, como un deseo, como un sueño, para este 2022 que recién da sus primeros pasos, estará, sin dudas, Qatar.
Por: Andrea Ventura
Ya hace varios años que los mundiales se convirtieron también en eventos turísticos que movilizan miles de viajeros.
El Mundial de Qatar, además, es una buena oportunidad para descubrir un destino que pocos visitan. Hace ya casi una década que el emirato a orillas del golfo Pérsico comenzó el largo camino para convertirse en un anfitrión de lujo, donde todo lo que reluce es oro.
Cuando hace ocho años caminé por las calles de Doha, la capital, todavía recuerdo a ejércitos de obreros trabajando a toda hora, día y noche, en decenas de nuevas construcciones, calles cortadas cada dos pasos y a las grúas, que eran tan protagonistas del skyline como los rascacielos que se estiran al cielo
Como sucede en cada encuentro mundialista, se están remodelando y también construyendo nuevos estadios con tecnología de avanzada. Pero lo que realmente sorprende es la renovación por completo que experimenta Qatar, un país de la mitad del tamaño de Tucumán, donde las sedes estarán muy cercanas unas de otras.
Cuando hace ocho años caminé por las calles de Doha, la capital, todavía recuerdo a ejércitos de obreros trabajando a toda hora, día y noche, en decenas de nuevas construcciones, calles cortadas cada dos pasos y a las grúas, que eran tan protagonistas del skyline como los rascacielos que se estiran al cielo. En ese entonces el Mundial parecía lejano, pero el poderío árabe no estaba dispuesto a perder ni un segundo en su desafío de salir de la sombra que inevitablemente le hace la vecina y cosmopolita Dubai, donde incluso muchos viajeros harán base e irán a Qatar para el día del partido. Si volviese ahora a recorrer el país , probablemente no lo reconocería.
En estos años, y a toda marcha, se sumó una extensa red de vías, que incluye el Doha Metro, el subte urbano del que ya se inauguraron tres líneas con 37 estaciones y 76 kilómetros bajo la capital qatarí. Totalmente automatizado, alcanza los 100 kilómetros por hora. También el tramo a Lusail, una nueva ciudad, con tres líneas y una red de tren de larga distancia en desarrollo.
El proyecto nacional incluyó la total remodelación del puerto para recibir cruceros. Un nuevo aeropuerto, el Hamad International Airport, que este año fue elegido como el mejor del mundo en los premios Skytrax y que se convirtió en un hub en Medio Oriente. También se siguen sumando nuevos hoteles para recibir a los 1.200.000 visitantes que esperan desde la organización, casi un tercio de la población de Qatar.
Como no se andan con chiquitas, además de esta lista de obras, directamente decidieron levantar de cero a Lusail, el gran legado de la Copa Mundial. Esta ciudad del futuro, como la presentan, está muy cerca de Doha, cuenta con wi fi en cada rincón, ya luce 22 hoteles nuevos, estadios deportivos y centros de entretenimiento, creados con criterios de sustentabilidad. Los edificios comerciales y residenciales están equipados para la automatización total de los hogares y las oficinas en el futuro. El diseño del nuevo estadio de Lusail, dorado por fuera, se basó en la interacción de luces y sombras que caracteriza a la linterna fanar, tradicional árabe. Su forma y fachada hacen eco de los intrincados motivos decorativos en cuencos y vasijas. Tiene capacidad para 80.000 personas y recibirá nada menos que el partido final. También desarrollaron Barwa City, otro proyecto de Real State, con 6000 residencias y lógicamente los servicios necesarios. Entre brillo de las obras, también hay sombra: la polémica sobrevuela desde hace años por los numerosos obreros muertos y las condiciones a las que someten a los trabajadores, todos migrantes de países cercanos.
Por ahora, la disponibilidad hotelera es limitada, no alcanzaría para todos los fans y se multiplican las quejas. El alojamiento hasta el momento no se vende de manera individual, solo en los paquetes que comercializa la agencia Mach, de la FIFA.
Para suplir la falta de camas, anclarán grandes cruceros que darán alojamiento en el puerto, están construyendo hoteles flotantes que luego podrán ser reubicados y planean levantar fan villages, construcciones temporales tipo glamping para sumar más alojamiento.
Más allá de este gran espejismo hecho realidad en el desierto, Qatar sigue a rajatabla los mandamientos de la ley islámica. No se puede tomar bebidas alcohólicas, salvo en hoteles internacionales, las mujeres deben cubrirse piernas y hombros, el traje de baño se usa principalmente en las playas de los hoteles y no son bien vistas las demostraciones de afecto públicas entre parejas.
“Es un destino caro, con hoteles de tres estrellas para arriba. Para un viaje de 8 noches de alojamiento, con aéreo y entradas a dos partidos, hay que calcular, desde US$ 9200″, cuenta Gustavo Signorio de Mundoreps, una de las agencias representantes en la Argentina de Mach, la agencia oficial de la FIFA.
Andrea Ventura
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