Los gobiernos europeos, sus especialistas en comunicación y sus servicios secretos trabajan con un solo objetivo: que los oligarcas rusos, destruidos por las sanciones occidentales, se vuelvan contra el presidente Vladimir Putin y convenzan a los militares de que el camino de la guerra va a destruir al país.
La fractura entre Putin y los banqueros rusos ha comenzado. Dos de los más prominentes oligarcas hablaron contra la invasión a Ucrania, pidieron por la paz, en uno de los momentos más importantes de la guerra de información contra el autócrata de Moscú.
Los billonarios Oleg Deripaska y Mikhail Fridman hablaron cuando la policía detenía a más de 6000 personas que protestaban contra la guerra en 50 ciudades diferentes de Rusia.
A ellos se sumaron celebridades, artistas, intelectuales y hasta los hijos de los oligarcas, que publicaron su oposición, con fondo negro, en Instagram.
Las declaraciones de Deripaska y Fridman son un duro golpe para el Kremlin, cuando ellos no pueden salir de Rusia, ni operar, ni aterrizar en ningún aeropuerto europeo ni británico, ni visitar a sus hijos británicos.
Putin está perdiendo a los incondicionales de las élites, que tienen sus jets estacionados en los aeropuertos rusos y sus mansiones en la Costa Azul cerradas por largo tiempo, cuando se acerca el verano. El destino de sus empresas en Occidente es incierto.
Las voces disidentes
Fridman es el co fundador del Alfa Bank, uno de los bancos privados rusos más importantes. En su un mensaje a su personal de la firma LetterOne, en Londres, dijo: «La guerra nunca puede ser la respuesta».
Luego envió un mensaje al diario conservador británico The Daily Telegraph. “Yo nací en el oeste de Ucrania y viví allí hasta los 17 años. Mis padres son ucranianos y viven en Lviv, mi ciudad favorita. Pero he pasado una larga parte de mi vida en Rusia, construyendo negocios. Estoy profundamente comprometido con la gente ucraniana y rusa y veo el conflicto como una tragedia para ambos», escribió.
«Yo no hago declaraciones políticas. Soy un hombre de negocios con responsabilidades frente a los miles de empleados en Ucrania y Rusia”, agregó.
“Estoy convencido de que la guerra no es la respuesta. La crisis puede costar vidas y dañar a las dos naciones, que han sido hermanas por centenares de años. Cuando las soluciones parecen aterradoramente lejos, yo solo puede unirme a aquellos que fervientemente desean que esta matanza termine”, aseguró en su carta al diario cercano al gobierno británico.
Deripaska, que fundó el gigante ruso del aluminio Rusal, usó las redes sociales para llamar a la paz “lo más rápidamente posible”.
Este oligarca tuvo como huésped en su yatch al ex ministro de finanzas británico George Osborne. Fue sancionado en 2018 por Estados Unidos pero no está incluido en las sanciones británicas.
Pero no son los únicos. La hija de Ramzan Kadyrov, que lideró la brutal guerra en Chechenia y está mandando un batallón checheno a Kiev porque cree que la ofensiva está fracasando, posteó en Instagram su oposición a la invasión.
“Nadie quiere guerra”, escribió en Instagram Aishat Kadyrova, que lanzó una colección de diseño islámico en Paris.
En Rusia aumentan las marchas de protesta, a pesar de la represión.
Guerra de comunicación
Hay otra guerra de comunicación paralela al conflicto y Ucrania le lleva ventaja a Putin. Ha creado una línea telefónica en Ucrania para las familias rusas, donde pueden saber si sus hijos o maridos soldados rusos, que participan en la invasión a Ucrania, están muertos, dónde pueden retirar el cuerpo. Si están detenidos pueden hablar con ellos o dejarles un mensaje y saber si se han rendido.
“Si su ser querido está cautivo, usted puede dejarle un corto mensaje”, dijo Anrton Gerashchenko, asesor del Ministerio del Interior británico. Miles de rusos llaman a esta línea. Así se enteran de que sus familiares están en la línea del frente. Ni ellos habían podido avisarles.
Las madres rusas han expresado su angustia de no saber donde están sus hijos soldados.
Las tropas rusas son indisciplinadas y mal alimentados. Están exhaustas para la batalla. Hay muchos desertores, que piden ropas civiles y ser protegidos en sus casas por los ucranianos.
A cada uno que se rinda se le darán 1000 dólares. Otros se niegan a disparar o cruzar la frontera, según testimonios de los que desertan. La ofensiva es caótica y con serios problemas de suministros, falta de raciones y combustible, sin comandos.
Protestas en Rusia
Mientras la maquinaria de guerra de Vladimir Putin destruye vidas en Ucrania y las sanciones hunden a la economía rusa en picada, los opositores rusos buscan señales de que la gente común o la élite pueden estar listas para volverse contra el presidente.
Algunos rusos, incluidos los que tienen mucho que perder, se han pronunciado. Ha habido protestas contra la guerra en toda Rusia todas las noches desde que Putin lanzó su invasión la semana pasada, con alrededor de 6.000 arrestos.
Sin embargo, los analistas dicen que es poco probable que las señales de disidencia preocupen al Kremlin. Casi no hay posibilidad de que el círculo íntimo de Putin (jefes militares, de seguridad y de servicios de espionaje, que conocen al presidente desde hace décadas) planeen -hasta ahora- destituirlo. Eso es lo que esperan los gobiernos occidentales. La fractura debe estar allí.
“Los 116 multimillonarios estimados de Rusia han perdido más de 126 mil millones de dólares, desde que el Parlamento apeló a Putin para que reconociera dos regiones separatistas respaldadas por el Kremlin en el este de Ucrania el 16 de febrero”, informó Forbes.
Sin embargo, a pesar de la hemorragia de dinero, la élite empresarial tampoco está en condiciones de desafiar a Putin.
“La élite está en estado de shock absoluto. No estaba en ninguno de sus planes que sus negocios se fueran a pique y terminaran como posibles acusados en la Corte Internacional de La Haya”, dijo Abbas Gallyamov, redactor de discursos convertido en analista político.
“Pero sería un error esperar algún movimiento de ellos. La élite siempre ha tenido miedo de Putin. Pero ahora le temen aún más. Si estaba listo para bombardear Kiev, podría encarcelarlos, y no solo eso. Todos saben de las celdas de tortura. Ya no quedan héroes”, explicó.
Distanciarse del Kremlin para sobrevivir
Olev Tinkov, el fundador del banco Tinkoff, dijo: “Gente inocente muere en Ucrania todos los días. ¡Esto es impensable e inaceptable!” El jefe de una delegación rusa, en una conferencia climática de las Naciones Unidas en París, se disculpó por la invasión. Oleg Anisimov dijo a sus compañeros delegados el domingo que no veía “ninguna justificación para el ataque a Ucrania”.
Más de un millón de personas han firmado una petición contra la guerra, mientras que celebridades, periodistas y profesores han expresado su indignación por la campaña en Ucrania, un país donde muchos rusos tienen amigos o familiares.
Para los multimillonarios, hablar en contra de Putin puede ser un último esfuerzo para garantizar que puedan mantener sus activos en Occidente, incluidos yates de lujo y propiedades. Muchos de sus hijos estudian o viven en América o Europa.
“Los oligarcas más grandes de Rusia han entendido perfectamente que tendrán que distanciarse explícitamente de las aventuras bélicas de Putin si quieren tener un futuro en Occidente o redimirse”, dijo Elisabeth Schimpfössl, autora del libro Rich Russians. “Están desesperados por que las cosas se reviertan tanto como sea posible” explicó.
La guerra conmocionó no solo a la élite empresarial sino también a los analistas políticos, cuyo trabajo es asesorar al gobierno. Andrey Kortunov, jefe del Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia, que está cerca del Ministerio de Relaciones Exteriores, dijo que había aconsejado a Moscú que no invadiera para obligar a la OTAN a retirarse de las fronteras de Rusia.
“No creía que esta guerra fuera posible”, dijo. “Pero decidieron que una operación militar era una reacción desagradable pero la más apropiada”.
En las redes sociales en Rusia también hay diferencias, especialmente en Facebook, entre los que están a favor o en contra de la guerra. Se insultan e ignoran a los moderadores.
Es difícil no tener la sensación en Moscú de que el país se está retirando nuevamente detrás de una cortina de hierro. En medio de las prohibiciones de las aerolíneas, incluso viajar a Moscú es una pesadilla logística. Aparte de las restricciones impuestas durante la pandemia, Rusia no ha estado tan aislada de Occidente desde la era soviética.
París, corresponsal
CB
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