(Desde Washington, Estados Unidos) Tras el reciente ataque aéreo de Irán a Israel, Benjamin Netanyahu y Joe Biden sostuvieron una conversación telefónica para evaluar la situación y decidir cómo responder a la ofensiva de Teherán.
El presidente de Estados Unidos aconsejó al primer ministro israelí que procediera con cautela para evitar una escalada que pudiera desestabilizar aún más a Medio Oriente. Sin embargo, Netanyahu no aceptó plenamente las sugerencias de Biden, lo que ha generado preocupación en la Casa Blanca respecto a los próximos pasos de Israel frente a un enemigo que tiene un gran alcance regional.
Tanto el Departamento de Estado como el Pentágono reconocen que la coordinación entre Israel, Estados Unidos y ciertos países árabes, como Jordania y Arabia Saudita, fue crucial para detener el ataque, que incluyó la utilización de 300 drones suicidas y misiles crucero lanzados desde Irán, Irak y Siria hacia territorio israelí.
Esta coordinación sin precedentes, que implicó la apertura del espacio aéreo de los países árabes, el uso de aviones jordanos, el lanzamiento de cohetes defensivos desde buques estadounidenses y el intercambio de información clasificada con Arabia Saudita, podría desaparecer si Netanyahu decide tomar represalias contra Irán.
«Todo el trabajo conjunto que vimos el sábado podría desvanecerse. Israel podría encontrarse prácticamente solo, mientras que Estados Unidos se vería en una posición muy difícil», explicó un miembro de la administración demócrata que está al tanto de las conversaciones entre Biden y Netanyahu.
El apoyo militar brindado por Estados Unidos y ciertos países árabes a Israel fue respaldado diplomáticamente por el Grupo de los 7, que está compuesto por las naciones democráticas más poderosas del mundo. Además de la Casa Blanca, países como Alemania, Canadá, Francia, Italia, Reino Unido y Japón condenaron el ataque de Irán y exhortaron a Netanyahu a evitar una escalada militar.
Netanyahu es consciente del posible aislamiento internacional que enfrentaría si decide ignorar las recomendaciones de Biden y del G7, pero su decisión de tomar medidas militares responde también a consideraciones políticas internas, ya que cree que no responder a Teherán podría debilitar su posición como primer ministro de Israel.
El Gabinete de Guerra de Israel comprende las limitaciones impuestas por Estados Unidos y el G7, pero la mayoría de sus miembros, incluido el ministro de Defensa Benny Gantz, un militar con un alto respaldo público, considera apropiado responder militarmente al régimen fundamentalista de Irán.
Se ha informado desde Jerusalén a la Casa Blanca que las Fuerzas de Defensa de Israel están evaluando diversas opciones militares, todas las cuales serían «dolorosas» para Irán. Sin embargo, estas opciones no deberían desencadenar una guerra total en Medio Oriente y necesitarían el respaldo de Biden.
Dadas las circunstancias actuales, es poco probable que la administración demócrata apoye una respuesta militar dolorosa por parte de Israel contra Irán. El Departamento de Estado ha mantenido contacto con los principales actores de la región y ha recibido respuestas similares en todos los casos: un ataque israelí a Teherán podría desencadenar una crisis sin precedentes en Medio Oriente, superando incluso las guerras de los Seis Días o Yom Kippur.
Israel cuenta solo con el respaldo de Estados Unidos, mientras que Irán tiene aliados como Siria, Irak, Líbano, Turquía y Rusia. La correlación de fuerzas es asimétrica y, en caso de un ataque israelí, los países árabes que actualmente respaldan a Israel, como Arabia Saudita, Bahrein y Jordania, podrían buscar un papel mediador para evitar mayores conflictos.
Es muy probable que Biden y Netanyahu vuelvan a conversar por teléfono, especialmente a medida que continúan los combates en Gaza y Hezbollah reinicia sus operaciones militares en la frontera sur del Líbano.