Fiel reflejo de un clima contrario al que se suele vivir a esta altura del año, la escena de la Natividad aparece entre escombros, para representar la trágica situación de Gaza
Por: Elisabetta Piqué
ROMA.- El sacerdote argentino Marcelo Gallardo, que vive en Medio Oriente desde hace más de treinta años, nunca vio en Belén, la ciudad donde se cree que nació Jesús, una Navidad tan triste, marcada a fuego por las más de 20.000 muertes en Gaza, entre los cuales más de 8000 niños.
“Normalmente todos los años para la Navidad, que es la fiesta más importante de la ciudad, Belén se enciende: todas las iglesias, las calles principales, las plazas, las escuelas cristianas y las casas se adornan con luces de estrellas y guirnaldas… Pero hoy el país está en guerra y las autoridades religiosas cristianas han pedido que los festejos externos sean muy discretos por solidaridad con todos los que sufren”, graficó este sacerdote porteño, de 61 años, que pertenece al Instituto del Verbo Encarnado (IVE), en diálogo telefónico con LA NACION.
“Hay miles de muertos y heridos y cientos de miles de familias sin casa. Así que no hay luces navideñas por las calles ni en las plazas, no hay árbol de Navidad en la plaza principal de Belén. No hay peregrinos, la mayoría de los accesos están cerrados y las noticias diarias golpean los corazones”, agregó el sacerdote, que es secretario de la asamblea de obispos católicos de Tierra Santa y pertenece a la misma congregación del padre Gabriel Romanelli, el párroco argentino de Gaza, que no está allí porque se quedó bloqueado afuera, pero que sigue junto a él desde Belén, Cisjordania, la catastrófica situación del enclave.
“La gente en Belén está preocupada y triste. La situación externa está relativamente tranquila pero todo el contexto es difícil. Desde el comienzo de la guerra 32 familias cristianas de la zona han decidido emigrar al exterior y otros lo harían si pudieran. Miles de personas han perdido su trabajo y sus fuentes de ingreso. La Iglesia está tratando de ayudar a los que más necesitan. El futuro no es muy esperanzador y lo que más preocupa es que en muchos corazones anida el odio y el deseo de venganza”, lamentó. “Este año estamos en guerra, una guerra que en dos meses se ha cobrado más víctimas que los últimos 30 años juntos”, deploró.
Fiel reflejo de un clima sombrío, la escena de la Natividad, el pesebre donde normalmente se encuentra el Niño Jesús junto a sus padres, María y José, aparece entre escombros, entre ruinas, piedras, para escenificar los más de 20.000 muertos en Gaza, el 70% mujeres y niños y centenares de familias, según cifras de las autoridades sanitarias de la Franja, gobernada por Hamas.
“Es una señal de solidaridad con nuestros niños que están muriendo cada día”, explicó el reverendo Munther Isaac, uno de los religiosos de la Iglesia luterana de la Navidad, en Belén, cuyo nacimiento entre ruinas se hizo viral. Sobre esos escombros el Niño Jesús no aparece en su tradicional imagen en pañales, sino con el tradicional pañuelo palestino a cuadros, junto a una vela siempre encendida. ”Este año para muchos es imposible celebrar la Navidad con un genocidio ocurriendo en nuestro país”, explicó.
Coincidió el politólogo palestino-chileno, Xavier Abu Aid. “La noticia no es que no hay Navidad este año en Belén; la noticia es que el mundo ha permitido que Israel durante dos meses siguiera masacrando a nuestra gente en Gaza”, denunció Abu Aid, en diálogo telefónico con LA NACION. “Nos encantaría poder celebrar, pero es imposible en estas condiciones: debemos mantener vivo el espíritu de Navidad, pero el ánimo no está para celebraciones mientras a nuestra gente le caen bombas. Creo personalmente que hoy más que nunca tenemos que rezar por la paz, pero para el fin de todo esto necesitamos más que rezos”, agregó.
Autor del libro Rooted in Palestine: Palestinian Christians and the Struggle for National Liberation 1917-2004 (Enraizados en Palestina: los palestinos cristianos y su lucha por la liberación nacional), Abu Aid subrayó que también es muy difícil llegar en este momento a Belén, que queda a apenas diez kilómetros de Jerusalén y que está desde hace ya muchos años separada de esta ciudad “santa”, lo cual tiene “una implicancia brutal” tanto a nivel económico como de trabajo de la gente, como para las familias.
Destacó, en este sentido, que Belén está rodeada no sólo por un muro de seguridad construido por Israel que la enjaula, sino también por 100.000 colonos israelíes y puestos de control que separan familias.
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