El Vaticano reconoció por primera vez que posee más de 5.171 inmuebles entre Italia y el resto del mundo. De ellos el 40% son edificios institucionales como conventos, hospitales y escuelas.
Los datos se encuentran en un estado financiero consolidado y el primer presupuesto público de la Administración del Patrimonio de la Santa Sede (APSA), encargada de administrarlos.
La APSA se ha expandido notablemente durante el pontificado de Francisco. Es más: a raíz del enorme escándalo de corrupción y especulaciones en la compra de un gran edificio en Londres, el pontífice argentino ordenó trasferir a la APSA el control los fondos que manejaba la Secretaría de Estado bajo la supervisión de la secretaría económica del Vaticano.
Entre esos fondos se encuentran alrededor de 450 millones de euros del Óbolo de San Pedro, que acumula las donaciones que los fieles hacen todos los años al Papa.
Una parte de al menos 200 millones de ese fondo formaron el núcleo de la compra del edificio ex depósito de las tiendas Harrods, en el rico barrio londinense de South Kensinton.
El martes próximo se iniciará el proceso, fuertemente querido por el Papa, por los manejos “non sanctos” de esos fondos, que han multiplicado las perdidas sufridas por el Vaticano en los manejos de los fondo.El primer imputado en el proceso (hay otros nueve), es el cardenal Angelo Becciu, destituido por el Papa, del que fue estrecho colaborador. Becciu conserva el título cardenalicio pero no puede participar de las reuniones del consejo e cardenales y tampoco podrá estar presente en el futuro Cónclave que elegirá al sucesor de Jorge Bergoglio.
El cardenal Becciu fue sustituto de la Secretaría de Estado y promovido después a prefecto del dicasterio para las Causas de los Santos, hasta que el Papa lo sustituyó por el gran escándalo financiero.
Por otra parte el Vaticano anunció un déficit de las cuentas consolidadas de la Santa Sede de más de 66,3 millones de euros en 2020. Los dicasterios vaticanos tienen orden de reducir los gastos.
El uso de los fondos destinados al Óbolo de San Pedro en especulaciones inmobiliarios ha creado una cierta ansiedad en la Curia Romana, el órgano central de gobierno de la Iglesia, que tiene en el centro a la Secretaría de Estado encabezada por el cardenal Pietro Parolín.
A raíz de la pandemia que castiga al mundo, el Vaticano recurrió menos a los fondos del Óbolo de San Pedro que se utilizan para el “sustento de la Iglesia” y prefirió echar mano al dinero donado por los fieles para ayudar las iglesias particulares de los países más castigaos por la pandemia.