En la ciudad de Kharkiv no se ven a los chicos jugando en la vereda, ni andando en bicicleta. Están escondidos por los misiles rusos que caen sin piedad en las plazas, sus casas y los colegios.
Hace dos días- a la hora del sol más dulce-, cayó un cohete en el parque de atracciones Máximo Gorki, y no fue tragedia por casualidad, fortuna o milagro religioso.
En el parque Gorky hay una estatua de bronce que reproduce a dos niños leyendo. A menos de diez metros cayó una esquirla de misil. Si un chico de Kharkiv hubiera estado allí jugando, a esta hora sus padres lo están enterrando en el cementerio local.
Kharkiv es la segunda ciudad más importante de Ucrania. Se encuentra muy cerca de la frontera con Rusia, y desde el comienzo del conflicto bélico, Vladimir Putin intentó ocuparla. No pudo: la resistencia es muy robusta, aunque los misiles y obuses rusos han destruido edificios claves en las últimas semanas.
Prihodko Tetyana es la directora del hospital infantil de la ciudad. Tienen a su cargo la salud de 23 chicos y admite que es muy difícil lograr que salgan al parque del hospital por temor a morir por una bomba rusa.
“Cuando empezó la guerra todos sufrimos. Y los chicos más. Ellos no quieren salir, tienen miedo a las bombas. Tienen miedo a morir”, reconoció Tetyana a Infobae.
-Cuando suena la alarma por un posible ataque, ¿adónde se protegen?-, preguntó este enviado especial.
-No hay refugio. Tenemos un sótano.
En Kharkiv no están abiertas las escuelas, ni los clubes. Cada familia cuida a sus chicos, y entre los padres coordinan un corredor de seguridad para que los amigos se puedan ver todos los días. Es un mecanismo extraoficial, que se refuerza con mensajes a través de las redes sociales cuando suenan las alarmas.
“En el parque Gorky no hubo una tragedia de casualidad. A nosotros nos llamaron, y sólo tuvimos que atender a una anciana”, reveló Viktor Zabashta, director del Centro de Atención de Emergencias Medicas.
-¿Cómo impacta en los chicos que su lugar de diversión sea blanco de un misil ruso?-, preguntó Infobae.
-Sí se enteran, muy mal. No quieren salir, tienen miedo a morir-, contestó el doctor Zabashta.
Las Fuerzas Armadas de Ucrania han iniciado una ofensiva contra las tropas rusas. Este movimiento bélico logró empujar hacia atrás a las divisiones comandas por Putin, que soñaba con ocupar la ciudad antes que concluyera abril.
Hasta la semana pasada, la avanzada desplegada por el Kremlin se había acercado a 15 kilómetros de Kharkiv, y parecía indetenible. Pero ahora la artillería de Ucrania -por lo menos en esta zona del país- empieza a imponer ciertas reglas de juego.
Dos veces por ahora, al menos, suena la alarma en Kharkiv. Y se escucha la caída de las bombas hacia el este de la ciudad. Sólo los periodistas recorren las avenidas con el casco y el chaleco puestos por protección. Los pobladores de aquí, no importan si hacen los mandados o salieron simplemente a caminar, toman las sirenas como un tema natural y visten liviano por la primavera.
La ciudad está golpeada por la guerra, y todos asumen en Kharkiv que la resistencia llevará meses. Creen que pueden vencer a los rusos, pero tambien reconocen que llevará su tiempo.
“La guerra va a seguir por largo tiempo. Nosotros lo sabemos. Y lo único que nos preocupa son los chicos. Ellos son el futuro nuestro, y de la ciudad”, explicó el doctor Zabashta.
–¿La guerra generó daños psicológicos?
-Sí, muchos. No duermen de noche, o tienen pesadillas. Sólo están sobreviviendo, casi no juegan entre ellos. Todo es un horror.
Román Lejtman
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