Boris Johnson, bajo una insoportable presión tras perder el apoyo de su Partido Conservador británico a raíz de incesantes escándalos, dimitió el jueves como líder de la formación, pero seguirá en el cargo de primer ministro hasta que sea elegido su sucesor.
“Es claramente la voluntad del grupo parlamentario conservador que haya un nuevo líder del partido y, por tanto, un nuevo primer ministro”, reconoció Johnson al anunciar su renuncia en un mensaje a la nación frente a la célebre puerta negra del número 10 de Downing Street.
Johnson, que apareció rodeado por sus más cercanos colaboradores, además de su mujer Carrie con una de sus hijas, subrayó que el proceso para reemplazarlo ya se ha iniciado y que la semana que viene se ofrecerá un calendario. Sin embargo, recordó que hasta que los conservadores elijan a un nuevo líder él seguirá al frente del Gobierno de forma interina, pese a que son muchos dentro y fuera de su partido que le reclaman que se marche ya.
El Partido Conservador deberá ahora elegir durante el verano a un nuevo dirigente para reemplazar al premier, probablemente a partir de octubre, como su líder y por consiguiente como jefe del gobierno.
Johnson, de 58 años, anunció que dejaría el cargo después de una serie de renuncias de su equipo principal en protesta por su liderazgo. Reconoció que en las últimas horas intentó convencer a su Gobierno de que sería “extraño” reemplazarlo ahora y lamentó haber “fracasado” en esas discusiones, al tiempo que admitió que “en política, nadie es imprescindible”.
El líder conservador también dijo que estaba “triste por renunciar al mejor trabajo del mundo” y justificó seguir luchando en las últimas horas para cumplir el mandato que ganó en las elecciones generales de diciembre de 2019.
“Sentía que era mi trabajo, mi deber, mi obligación seguir lo que comenzamos en 2020″, dijo.
El premier agregó que se sentía “inmensamente orgulloso” por los logros de su Gobierno, como el Brexit, la crisis de la pandemia y hacer frente a la agresión rusa en Ucrania.
“Ser primer ministro es una educación en sí misma. He viajado por cada lugar del Reino Unido y he encontrado que mucha gente tenía una originalidad sin fronteras y estaba dispuesta a hacer frente a viejos problemas de distinta manera”, añadió Johnson.
El todavía primer ministro cree que ahora habrá mucha gente que se sienta “aliviada”, pero también muchos que se sientan “decepcionados”, pero “así es la vida”.
El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, dijo que la futura partida de Johnson es “una buena noticia”, pero no basta.
“Necesitamos un verdadero cambio de gobierno”, dijo considerando una moción de censura contra el gobierno para precipitar la convocatoria de elecciones generales anticipadas.
Johnson, que había ganado con mayoría las elecciones generales de 2019, aceptó presentar la dimisión después de que más de 50 miembros de su Ejecutivo renunciasen en protesta con su gestión y los escándalos que han salpicado al “premier” en los últimos meses. La incesante sangría comenzó el martes con la renuncia de dos pesos pesados: el ministro de Finanzas, Rishi Sunak, y el de Sanidad, Sajid Javid.
Aún así, incluso mientras miraba la salida, Johnson trató el jueves de estabilizar el barco con varios nombramientos para reemplazar a los miembros del gabinete que se fueron.
Los nombramientos incluían a Greg Clark, un archienemigo que se opone al divorcio de Gran Bretaña de la Unión Europea, que Johnson había defendido.
Pero la salida el jueves de la ministra de Educación, Michelle Donelan, y la petición de dimisión del ministro de Finanzas, Nadhim Zahawi, en sus puestos solo durante dos días, parecieron inclinar la balanza junto con advertencias de una nueva moción de censura por parte de los parlamentarios conservadores.
Cercado por los escándalos
Johnson había hecho olvidar durante algunos meses los múltiples escándalos que lo rodean gracias a su determinada acción en la ayuda a Ucrania contra la invasión de Rusia. El Kremlin dijo el jueves desear que “gente más profesional” llegue al poder en el Reino Unido.
A principios de junio, Johnson sobrevivió a un voto de censura de sus propios diputados, gracia al apoyo de 211 de sus 359 legisladores, pero los 148 votos en su contra hicieron patente que el descontento no dejaba de crecer. Según medios británicos, ahora solo contaría con el respaldo de 65 diputados.
Las normas del Partido Conservador establecen que este procedimiento no se puede repetir en un año. Pero muchos pedían ya un cambio para volver a intentar inmediatamente otra maniobra contra él.
Desde el denominado “partygate” -el escándalo por las fiestas organizadas en Downing Street durante los confinamientos de 2020 y 2021-, hasta la irregular financiación de la lujosa reforma de su residencia oficial, pasando por acusaciones de amiguismo, los escándalos en torno a Johnson se multiplicaron.
Las renuncias de Javid y Sunak tuvieron lugar horas después de que Johnson se disculpara por enésima vez, reconociendo que cometió un “error” al haber nombrado en un importante cargo parlamentario a Chris Pincher, responsable conservador que la semana pasada renunció acusado de toquetear a dos hombres, uno de ellos diputado.
Tras haber afirmado lo contrario, Downing Street reconoció el martes que el primer ministro fue informado en 2019 de anteriores acusaciones contra Pincher, pero que las había “olvidado”.
Ahora, el ministro de Defensa, Ben Wallace, y Rishi Sunak, cuya salida como ministro de Finanzas el martes provocó el éxodo del resto de los ministros, se encontraban entre los primeros candidatos para suceder a Johnson, según una encuesta de YouGov entre miembros del partido conservador.