La cantante de Arequito desplegó todo su carisma en un cierre tardío y terminá cantando y bailando descalza sobre el Atahualpa Yupanqui. También se destacaron Los Tekis, Bruno Arias y La Callejera.
Los grandes protagonistas de la sexta luna de Cosquín 2020 fueron dos artistas surgidos en aquella época explosiva del festival a mediados de la década de 1990. Los Tekis y Soledad, dos representantes del por entonces llamado «folklore joven» que hoy son propuestas muy afianzadas y a pesar de las diferencias artísticas, un punto en común: la impactante puesta en escena que proponen en cada show.
«¿Están cansados?», preguntó la Sole cerca de las tres de la madrugada un rato después de hacer su aparición en el escenario Atahualpa Yupanqui. Es que la presentación de la cantante de Arequito se fue retrasando por las demoras en la grilla y ella no pudo dejar de marcar la situación, aunque lejos del enojo. «Hoy me toca cerrar tarde y hace frío así que vamos a tener que pararnos y disfrutar», fue la arenga que largó con toda la naturalidad que la caracteriza.
Soledad presentó un show con todos los matices: hubo temas nuevos de su próximo disco, esos enganchados de zambas y chacareras clásicas que ya son un sello distintivo, se animó a cantar las primeras canciones de su autoría (una con dedicatoria para su marido Jeremías), tuvo una gran interacción con el público y cerró cerca de las 4.30 bailando descalza el Chingui chingui y saltando con un tinku que realmente hizo templar la plaza.
En el arranque ya había sorprendido apareciendo en la plataforma que se levanta desde abajo del escenario y un cantante invitado (Matías Carrica) que arremetió con un rapeo sobre una potente base de candombe. Un momento muy celebrado fue el mix de cumbias que incluyó una dedicada a su abuela, una sorprendente versión de Que nadie sepa mi sufrir, otra de los mexicanos Los ángeles azules y el remate evocando a Los palmeras.
El punto de partida de la noche fue con Los Tekis y ese cóctel cada vez más explosivo que no tiene inconvenientes en mezclar la evocación al carnaval, sonidos más modernos como la electrónica y el reguetón, las papelitos, el fuego y la arenga constante. Tal vez si dosificaran mejor todos los recursos, la propuesta no sería tan apabullante.
Para destacar fue la decisión de abrir el escenario a otros artistas. Primero fue grupo de percusión Inpulso y luego pasaron los salteños Canto del alma para la selección de sayas, Franco Luciani y su armónica en la romántica Te pido en agosto, Maxi Gil en Hasta el otro carnval y Nico Tuchi para Vienes y te vas.
«Este lugar nos abrió las puertas para ser lo que somos hoy así que cuidemos Cosquin y también nos respetemos los unos con los otros» fue el mensaje de Mauro Coletti antes del ‘soltame carnaval’ con el que invitaron a su celebración en Jujuy y encararon el tramo final de la presentación. El cierre tuvo una postal emotiva cuando los cinco Tekis y todos los invitados terminaron cantando Tierra mía de cara al público.
Contrastes
Micaela Chauque mostró otra visión de la musica jujeña desde el comienzo de entonando una baguala respaldada por una potente banda, que incluye la presencia de un sintetizador. Sin dudas, toda una declaracion artística. Después sí desplegó todo su virtuosismo como vientista y también se lució como cantante, para redondear un show que cumplió con las expectativas.
Los grupos de danza invitados le dieron mucho colorido a una presentación que la plaza acompañó con mucho respeto y que la humahuaqueña le dedicó a las comunidades indígenas y «a todos los que defienden a la Pachamama».
A continuación fue el turno del Ballet Añoranzas, ganador del Pre Cosquín en el rubro conjunto de danza, que también había tenido a su cargo el Himno a Cosquín en la apertura de la noche. Después de las Postales de Santa Cruz de las que finalmente no participó Rubén Patagonia y su troupe en un principio anunciados, la recta final depararía grandes sorpresas.
Lo de La Callejera fue una vez más de gran factura, con un repertorio bien variado y la presencia en el cierre de Mario Bofill. Tras el conmovedor desenlace que la plaza no dudó en ovacionar, el correntino recibió el premio Camin a la trayectoria, una distinción que se viene entregando más asiduamente en esta edición para diferentes artistas que han dejado su huella imborrable en estos 60 años del festival.
Bruno Arias también se dedicó a presentar varios de los temas que integrarán su próximo disco, Eterna risa. Justamente arrancó con la canción que le da nombre que no es otra cosa que un emotivo homenaje a Lali Gallo, su amiga y manager fallecida hace un año. Luego llegó una evocación a Jacinto Piedra y un impactante mensaje a favor de las luchas latinoamericanas, que incluyó una alegoría de una protesta con manifestantes y policías.
«Chile tortura igual que una dictadura» se leyó en una bandera mientras sonaba El pueblo unido, ese himno a la resistencia de los chilenos Quilapayun. También se escuchó la chacarera Ave de luz, «para que no haya más mortalidad infantil», según las palabras del propio Arias, quien recordó las recientes pérdidas de varios niños en Salta. El cierre fue con otra novedad, El mundo, con un guiño a Bob Marley y los duendes cabezones hechos por los artesanos de Cosquín copando la escena y el propio Bruno enseñando la coreografía a la plaza que fue cómplice de este momento unico.