Gerardo Sofovich falleció este domingo a las 5 de la madrugada en la Clínica Suizo-Argentina de la Ciudad de Buenos Aires a causa de una hemorragia interna.
El conductor, director, guionista y productor era uno de los hombres con mayor trayectoria de la TV y el cine argentinos. Es recordado por sus ciclos "Polémica en el bar" y "La noche del domingo", así como por las películas que dirigió: "Johny Tolengo, el majestuoso", "Las minas de Salomón Rey" y "Los caballeros de la cama redonda", entre otras. Sus últimas apariciones televisivas se produjeron como integrante del programa "Los ocho escalones".
El 4 de octubre del año pasado el ex director de ATC debió ser ingresado a la misma clínica por una insuficiencia respiratoria y cardíaca en la Unidad de Cuidados Intensivos con respirador artificial. El 9 de octubre había sido operado y le habían colocado un desfibrilador cardíaco.
Su médico, el doctor Luis De la Fuente, había explicado que la infección pulmonar que padecía Sofovich era muy común debido a los recurrentes cambios de temperatura, agravados por el estado en que tenía sus pulmones por los "miles de cigarrillos" que había fumado en su vida.
Gran figura de la TV, al que se vio hasta hace semanas en el programa Los 8 escalones, como punto final de una larga trayectoria en el espectáculo, había terminado 2014 con una infección pulmonar (cuadro similar al de una neumonía) que se complicó más porque padecía EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica).
Las dolencias de este tipo fueron recurrentes en la vida de Sofovich, además de los problemas de movilidad por un viejo accidente con un tranvía en el que perdió la pierna izquierda. En abril de 2006 pasó varios días internado por un cuadro cardiovascular agudo. En mayo de 2004 fue sometido a una angioplastia para facilitar el funcionamiento del sistema coronario. En julio de 1996 sufrió un preinfarto y una recomendación médica unánime: “Gerardo, tiene que trabajar menos”. Un infarto agudo de miocardio había sido el diagnóstico de otra recaída, en marzo del 92. Sin embargo, a los pocos días de cada una de estas internaciones (en total pasó por siete angioplastias), Gerardo volvió al trabajo.
Productor, director, autor, guionista y actor, Sofovich apostó a lo popular durante su larga carrera en diversos medios. Una carrera que tuvo su primer trabajo fuerte en 1963, cuando asumió la responsabilidad de escribir los libretos de Balamicina, protagonizado por Carlos Balá y con la coautoría de su hermano, Hugo. Meses después, los dos Sofovich largaron juntos Operación Ja-Ja, con el que lograron cifras siderales de rating.
De entre la larguísima lista de éxitos televisivos, que incluyó a Polémica en el bar en diversas encarnaciones, Tiempo límite o A la manera de Sofovich, probablemente el que tuvo su mayor impronta personal fue La noche del domingo, donde quedó en la memoria por una secuencia de juegos (el corte de la manzana en una época, el Jenga en otra) y campeonatos de balero o de pulseadas.
En cine, como guionista o director, fue una figura clave en varias películas con Alberto Olmedo y Jorge Porcel (como Los caballeros de la cama redonda), Juan Carlos Calabró (Johny Tolengo, el majestuoso) o Tristán (Las minas de Salomón Rey).
Además de hombre de medios, Sofovich también tuvo una muy polémica faceta empresarial y política. A inicios de los 90, plena etapa menemista, ganó la licitación para administrar el Zoológico de Buenos Aires. También incursionó como propietario de diarios, al fundar en abril de 1996 El expreso, de furioso oficialismo y extraño formato de bolsillo, que sólo duró 14 meses en la calle.
Su intervención más ruidosa en la administración de medios fue en Argentina Televisora Color (ATC) de marzo a diciembre de 1992, donde fue interventor. Sofovich dejó al canal en concurso de acreedores y con una gran deuda. Sin embargo, en 2006 el juez Norberto Oyarbide lo sobreseyó por prescripción de la causa, aunque aclaró que durante su gestión la emisora perdió ocho millones de pesos.
Amigo confeso del ex presidente Carlos Menem -”fue el estadista más importante que tuvo el país”, solía decir- Sofovich también coqueteó con el poder. En las elecciones a jefe de gobierno porteño de 2003, su nombre sonó fuerte para liderar las filas del menemismo porteño; finalmente no aceptó la candidatura.
Fuera de los canales y del teatro, Sofovich tuvo -y alimentó- fama de malhumorado. “Me divierte el mito de capomafia que se creó alrededor mío. Nació porque Minguito me decía ‘ruso malino’ (por maligno)”, dijo en una oportunidad.
Temeroso de la muerte y del paso del tiempo, Sofovich había reconocido sin pruritos: “Sí tengo miedo a la decrepitud, a la cama en un hospital, a la silla de ruedas… Por eso yo negocio hasta con los médicos. Como muy sano, tomo yogur, jugos de frutas. Aunque no negocio mis cigarros”. Sin dejar el cigarro y sin dejar de trabajar hasta el último día, murió Gerardo Sofovich, el Ruso, con dosis pareja de acólitos y detractores.