Actualmente podría parecer redundante insistir sobre la importancia de los árboles. Sin embargo, los hechos demuestran que los argentinos aún no los valoramos como deberíamos.
Por Pedro Williams – docente de la institución
Cada año nos horrorizamos con los incendios que arrasan miles de hectáreas; cuando llega el verano, la sorpresa y la preocupación las traen las inundaciones, muchas veces catastróficas. Ambos fenómenos son consecuencia directa de la escasez de árboles en lugares donde antes los había en abundancia. A pesar de las fechas conmemorativas, de la enseñanza en las escuelas, de las advertencias de la comunidad científica, en la Argentina cada vez hay menos árboles.
El tamaño y la permanencia de los árboles los convierten en fuente de estabilidad para los ambientes que habitan. Por medio de numerosos y sutiles mecanismos protegen el suelo, regulan el ciclo del agua, moderan el clima, enriquecen el aire, alimentan y dan refugio a muchos otros seres vivos. Suelo, agua, aire, clima, vida… los ecosistemas se organizan y logran estabilidad a partir de la permanencia y predominancia de los árboles. Cuando ellos faltan, todo se derrumba y aparecen las catástrofes, que no deberían sorprendernos, porque son catástrofes anunciadas.
Por eso, cada vez más sigue siendo importante valorar a los árboles. Plantemos más árboles, protejamos los árboles existentes; pero cuidado: plantar cualquier árbol en cualquier sitio sin planificación ni conocimiento puede resultar inconveniente y hasta muy peligroso. Antes de plantar, preguntemos a los que saben.
Los viveros del Hueda
Desde antes de su fundación en 1993, el que fuera en un principio “Complejo Educativo Agropecuario N°1” presentaba en su innovador plan de estudios varios espacios curriculares destinados a los árboles. Fue el dasónomo Carlos Picchi, de destacada trayectoria, quien propusiera este perfil; el primero en la provincia. Su reciente y lamentable fallecimiento hace más significativa esta pequeña mención.
Apenas iniciado, el Hueda comenzaba a armar su primer vivero por iniciativa del Ing. Hernán Gorena, reconocido docente de la casa. En aquellos primeros años, la escasez de medios era suplida por el entusiasmo de todos. Tal es así que un pequeño vivero con fines educativos llegó a producir en cantidad y calidad comparable a los establecimientos comerciales, y lo sigue haciendo hasta hoy; proveyendo a proyectos de importantes instituciones del medio y también a particulares.
En el año 2004 la escuela, a partir un convenio con la Asociación Bosque Modelo Jujuy , y por la inspiración preclara de la Lic. Virginia Outon; postula un proyecto al Programa Social de Bosques de la Nación (PROSOBO), que resultaría aprobado. Con los modestos recursos obtenidos, comenzó a funcionar el “Vivero Forestal de Nativas de Yungas”, pionero en la producción de árboles nativos. En su trayectoria hasta la fecha, ha producido más de 200 mil ejemplares, asistiendo a varios proyectos medioambientales de destacadas empresas e instituciones; y realizado innumerables donaciones a escuelas, centros vecinales, parroquias, instituciones deportivas y otros.
Es así como nuestra escuela tiene dos viveros independientes, pero unidos por los objetivos y la colaboración mutua. En ellos, nuestros alumnos y los numerosos estudiantes que nos visitan de otros establecimientos, aprenden a conocer y valorar a los árboles, y a producirlos desde la cosecha de semillas hasta la plantación.
Miles árboles producidos en el Hueda (actualmente Escuela Provincial Agrotécnica N° 7 “Ing. Ricardo J. Hueda”) crecen actualmente por todo Jujuy, y también en provincias vecinas; y varias generaciones de técnicos agropecuarios llevan en su formación la impronta forestal de nuestra escuela.