Mientras en la Ciudad de Buenos Aires encararon de manera escalonada una vuelta a la “normalidad” y dieron por terminado el sistema de burbujas, en la provincia de Buenos Aires continúa el distanciamiento entre los alumnos que concurren a clases.
Por
Valeria Chavez
En la mayoría de las provincias de la Argentina si bien la concurrencia a clases se incrementó desde este año, aún está muy lejos de lo que era antes de la pandemia.
Ocurre que en pleno avance de la inmunización de la población, y con el conocimiento adquirido durante 2020 acerca de la manera en que el COVID-19 afecta a los niños, también se sabe -cada vez más- el modo en que la falta de contacto con sus pares afecta la socialización y la salud mental de generaciones enteras que desde marzo de 2020 vieron alterado el modo en que aprendían y se relacionaban.
Para seguir arrojando luz sobre el tema, un reciente estudio realizado por las autoridades sanitarias del Reino Unido arrojó que el SARS-CoV-2 no incrementa su propagación en las escuelas y demostró que sólo el 2-3% de los niños enviados a sus casas como consecuencia de haber sido contacto estrecho de un caso confirmado terminaron dando positivo.
Aunque parte de la preocupación tiene que ver con el retorno más amplio a los hábitos normales, Shamez Ladhani, epidemiólogo de Public Health England que dirigió el estudio, argumentó que las escuelas en sí mismas no deberían ser una preocupación. “Estos niños necesitan volver a la normalidad”, dijo. “Los padres realmente no necesitan preocuparse por la infección de un niño burbujeante. No se lo llevan a casa y luego lo transfieren a la comunidad. Estos niños tienen muy poca capacidad para infectar a los miembros del hogar”, insistió.
El estudio de Ladhani analizó 14 burbujas que involucraron a 269 niños y también a los 823 adultos con los que vivían, a quienes le tomaron pruebas de PCR y de anticuerpos antes y después del aislamiento.
“Sólo el 2-3% de los niños enviados a casa como un contacto de burbuja de un caso confirmado terminaron dando positivo, pero las pruebas de anticuerpos mostraron que muchos habían sido infectados y combatieron el virus sin siquiera darse cuenta”, analizaron los investigadores.
En general, el 10% de los alumnos de la escuela primaria y el 3,9 por ciento de los alumnos de la escuela secundaria, que por lo general estaban en una burbuja de grupo de un año mucho más grande, mostraron evidencia de infección durante su tiempo en el aislamiento de la burbuja. “Algunos niños son negativos a la PCR, pero los anticuerpos son positivos, lo que sugiere una infección leve y transitoria que es muy poco probable que se transmita”, dijo Ladhani.
Una de las explicaciones más eficaces acerca de la respuesta de los menores frente al COVID-19 se refleja en una investigación publicada en Nature Immunology el 5 de noviembre pasado sobre un estudio efectuado en 32 adultos y 47 menores de 18 años. En este estudio se mostró cómo los niños producen anticuerpos especialmente dirigidos a las proteínas de las espículas del coronavirus, las que permiten la infección y la replicación viral. Además, entre los niños se detectó la presencia de menos receptores ACE2, una proteína humana fundamental para la infección por coronavirus. Un trabajo publicado en Science ya en mayo de 2020 refleja cómo la espícula del patógeno utiliza la ACE2 para encajarse en la célula humana e introducir su material genético.
Así las cosas, Infobae consultó al médico pediatra y presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) Omar Tabacco (MN 174475) acerca de cuál es el riesgo epidemiológico real (si es que existe) en las escuelas donde los protocolos de uso de barbijo y ventilación son estrictos, y con la mayoría de docentes y auxiliares vacunados y personal de riesgo exceptuado de asistir. “Desde la SAP siempre estamos a favor de la presencialidad -sostuvo-. Entendemos que es indispensable no solamente desde lo educativo sino también por la salud física y emocional de los chicos a partir del bastión indispensable en el que se transforma la escuela para la socialización”.
“Bajo estas cuestiones pensamos comos siempre que la escuela debe ser lo último que se cierra y lo primero que se abra, pero también tenemos que tener en cuenta que en el momento epidemiológico en que estamos hay que seguir sosteniendo una presencialidad responsable, cuidada”, señaló el especialista, para quien “con el cumplimiento de los protocolos de manera adecuada el aula no es un sitio de riesgo, al contrario es un lugar seguro en tanto y en cuanto el personal docente y no docente cumpla todos los pasos del protocolo, como el uso del equipo de protección personal, el mantenimiento del mayor distanciamiento con los alumnos, evitar la socialización en espacios cerrados o distintas actividades de socialización”.
Y remarcó: “Manejando los tiempos de entrada y salida para que no se crucen burbujas, y con el protocolo completo, estos datos de que muy pocos de los chicos que se han aislado por contacto estrecho en la burbuja terminan siendo positivo es también la realidad en nuestras aulas. Es decir, ya sabemos que los chicos no son especiales transmisores ni receptores del virus, por lo que trabajar con chicos no es una situación de riesgo. Mucho menos aun si los docentes están completamente inmunizados”.
– ¿Cuánto puede influir en los niños de edades más bajas el concepto de que el prójimo es “peligroso” y que compartir (un útil escolar a un amigo que se lo olvidó o un paquete de galletitas) puede enfermar?
– Tenemos que seguir cuidando esta presencialidad con el manejo adecuado del protocolo, en general la parte que le toca a los chicos como el uso del barbijo y demás medidas de cuidado la hacen muy bien con lo cual ese aspecto estaría cubierto. Ahora bien, en esto de insistentemente presentar al otro como un riesgo hay que ser cuidadosos con cómo manejamos ese tema en cuanto a la posibilidad de tocarse, abrazarse y demás.
Uno tiene que ayudar al cumplimiento del protocolo pero entender además que no tenemos que generar esta apreciación del otro como peligroso porque en verdad el intercambio con sus compañeros forma parte de la socialización y el aprendizaje. Con sentido común esto tampoco debería exagerarse.
Los contagios se sabe que ocurren en contactos prolongados, a poca distancia. Creo que lo ideal es moderar los cuidados, aplicarlos, controlarlos, pero sin exagerar el concepto de que el otro puede hacernos daño o nosotros a otro; esto forma parte también de la salud mental de los chicos.