La decisión de no reiniciar en fecha programada la producción tras el período de vacaciones de la industria automotriz parecía privativa de una sola terminal este miércoles, pero para la tarde ya eran dos, General Motors y Volkswagen, y ahora son cuatro.
Tal como adelantó Infobae en la víspera, otra planta corría riesgo de no poder retomar la actividad productiva y hoy se confirmó. Se trata de la Planta Santa Isabel, donde Renault y Nissan producen las pick-up Alaskan y Frontier, además de toda la línea de autos de la marca francesa como Sandero, Stepway y Logan, y también los furgones Kangoo.
El motivo es el mismo para todos. La falta de suministros vitales de proveedores externos, tanto directos de la fábrica como de insumos para proveedores argentinos que fabrican autopartes para sus vehículos. El caso de Renault y Nissan es más complejo aún porque mientras GM y Volkswagen debían regresar recién en febrero, ellos tenían programada la puesta en marcha 2024 el próximo lunes 22 de enero. Al compartir la misma planta, el retraso para ambos es similar y no tiene fecha segura de retorno a la producción. En principio podría ser de dos semanas, pero podría extenderse a todo el mes de febrero, como ocurre con Volkswagen.
Fiat en Córdoba, Peugeot y Citroën en Palomar, y Toyota en Zárate ya han reiniciado la actividad fabril como estaba previsto, los integrantes de Stellantis lo hicieron el 8 de enero y estos últimos regresaron a las líneas de montaje el pasado lunes 15. Ford tiene programado reiniciar la producción el martes 23 y Mercedes-Benz el lunes 29. Ambas compañías han evaluado la situación e informaron esta tarde que están en condiciones de mantener el plan y volver a la producción en las fechas pautadas.
El problema sigue siendo el mismo que la industria tenía cuando asumió el gobierno de Javier Milei, la deuda acumulada en el exterior que no se pudo pagar en los plazos originales debido a la falta de dólares en el Banco Central. Uno de los primeros pedidos que hizo la industria en las reuniones iniciales con Pablo Lavingne, Secretario de Comercio, fue resolver urgentemente esta situación, porque ponía en riesgo la continuidad de la producción, ya que los proveedores externos ya estaban cortando el suministro por la mencionada falta de pagos.
Por esa razón, y como una medida global para toda la industria, el gobierno creó el ya conocido Bopreal, una herramienta financiera creada por el gobierno para cancelar esos pasivos que se arrastran desde 2023, que todavía está en su primera fase, la del bono largo con vencimiento en octubre de 2027, mientras se continúa elaborando el padrón de pequeñas y medianas empresas con el detalle de la deuda acumulada por cada una a fin de poder establecer las prioridades y el modo en que se emitirán los bonos a mediano y corto plazo que deberían licitarse después del 24 de enero.
Esa parece ser la próxima instancia en la debería haber novedades para los fabricantes, que pudieron utilizar el período habitual de vacaciones para dar tiempo a los proveedores para resolver el problema de stock, mientras esperaban que estos bonos empezaran a tener adherentes. Sin embargo, eso no ocurrió al nivel esperado, sólo Toyota Argentina entró al Bopreal y las otras terminales están aún evaluándolo, y el tiempo de regresar a la producción se vino encima sin haber resuelto el problema de fondo.
Hay distintas ideas respecto a esta herramienta lanzada por el gobierno. Muchos dicen que nadie los tomará y entonces prefieren esperar un nuevo producto financiero para resolver la acumulación de deudas. Otros están evaluando ofrecerles a sus proveedores que compren el bono y recomprárselos para poder mantener la producción. La única certeza es que la industria está parada al 50%, y sólo tienen un atenuante, las ventas también están paradas por falta de clientes, de precios y de definiciones del gobierno respecto al impuesto interno que hace 18 días esperan saber si bajará a cero en la escala 1 o quedará como está desde hace cuatro años.
Por: Diego Zorrero