El precio de los medicamentos más utilizados en la Argentina duplica, triplica y hasta cuadruplica el salario mínimo, en relación al valor que tienen en Estados Unidos y a otros países desarrollados y de la región.
El problema es más acuciante en el caso de los medicamentos de alto costo, que superan los 418.000 pesos.
Así lo indica un estudio de la Unión Argentina de Salud (UAS), que detalla que en el caso de la aspirina, su valor “en nuestro país es 4 veces más alto que en Estados Unidos en relación al salario mínimo”. El ibuprofeno en Argentina casi duplica el precio en Estados Unidos (también el paracetamol) y supera el doble si se compara con Brasil”.
Además, explica que en la Argentina los medicamentos “utilizados para el tratamiento de la Diabetes Tipo II, cuestan tres veces más que en Estados Unidos”, según los datos tomados en base a la consultora PxQ.
El informe indica que en agosto “los precios de los medicamentos continuaron aumentando sin control, con gran dispersión entre productos, muchos de los cuales se incrementan muy por encima del índice inflacionario”.
En particular, en el caso de fármacos de alto costo, “algunos productos duplican el precio que tienen en Reino Unido y España”.
El estudio indica que “la evolución de precios de los medicamentos utilizados en internación durante el mes de agosto 2021 con respecto al mes anterior fue del 4%, duplicando el porcentaje de aumento general de precios”.
El informe detalla el aumento de precios de medicamentos en la Argentina en el mes de agosto de 2021, ya que ese mes “los medicamentos ambulatorios aumentaron 3,2%, por encima del IPC general, que fue de 2,5%; fue el mes con menor índice de aumento de todo el año”.
Sin embargo, “muchos productos aumentaron muy por encima del índice inflacionario durante este año (25,3% el primer semestre)”.
En la industria, cinco laboratorios aumentaron sus precios más de 40,3% (que fue inflación acumulada año calendario) y 11 de 29 laboratorios “aumentaron sus precios por encima del índice inflacionario”.
Cabe destacar que las monodrogas más dispensadas en los últimos años en el país han sido: Aspirina, Levotiroxina, Ibuprofeno, Paracetamol, Enalapril, Clonazepam, Alprazolam, Losartan, Bisoprolol.
“Si se compara con el año anterior, el aumento de precios alcanzó 74,70% en el mercado total; 77,11% en los medicamentos de venta bajo receta y al 57,45% en los medicamentos de venta libre, superando en más de 23% la variación interanual a agosto de los precios al consumidor que según el Indec fue de 51,4%”.
Por otra parte, “la evolución de precios de los medicamentos utilizados en internación durante el mes de agosto 2021 con respecto al mes anterior fue del 4%, duplicando el porcentaje de aumento general de precios. Y se estima que durante el mes de septiembre el aumento nuevamente alcanzará 3.5%-4%”, frente a un IPC que se habría acercado al 3 por ciento el mes pasado.
Además, el “aumento de precios de medicamentos de alto costo también supera ampliamente los de otros países: 13 de los 30 medicamentos de alto costo más utilizados superan los 418.000 pesos”.
Del total, 23 “aumentaron su precio por encima de 21% en el primer semestre de este año; 9 de los 30 aumentaron por encima del IPC general de 25,3%. “Un vasodilatador, tiene actualmente un costo de 17.168.068, las 28 ampollas, luego de haber aumentado 31% en el primer semestre del año y 107% acumulado anual”.
Según el informe “una inmunoglobulina humana aumentó 47% en el primer semestre (145% acumulado anual) y una insulina aumentó 30%, con un costo de más de 21.000 pesos”.
“Un ejemplo del impacto de un producto en el presupuesto de una cobertura de salud: el consumo de un anticuerpo monoclonal en el período 01/2020 – 06/2021, que utilizan 17 pacientes: históricamente el costo total para la entidad era de $893.932.216, pero el consumo actualizado a junio último es de 1.106.436.500 pesos”.
El informe subrayó que “nuestro país el Estado no controla los precios de los medicamentos de alto costo, lo que dificulta la cobertura y accesibilidad”.
Además, “todavía está pendiente la creación de una Agencia de Evaluación de Tecnologías Médicas que traiga racionalidad a la cobertura, con parámetros internacionales y protocolos”.
Tampoco se alcanzó “el consenso en un mecanismo a nivel nacional para que la cobertura de este tipo de medicamentos que insumen cada vez un mayor porcentaje de los presupuestos de salud, tenga un menor impacto y baje el riesgo de cobertura”.