Vuelven a los muy malos registros de enero y febrero. También las farmacias sufren fuertes retrocesos en sus ventas, en especial de medicamentos.
El fuerte aumento de las ventas en las cadenas de supermercados en la semana previa y en la primera posterior al inicio de la cuarentena, allá por marzo, fue un “espejismo”, dijo a Infobae Juan Vasco Martínez, director ejecutivo de la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), la entidad que agrupa a las grandes cadenas supermercadistas (Coto, Carrefour, Walmart, La Anónima, Día, Libertad, Cencosud, entre otras).
Por entonces, en vistas del estricto confinamiento inicial, muchas familias se sobrestockearon de productos de todo tipo, en especial alimenticios y de limpieza e higiene. Pero luego las ventas en supermercados cayeron, acicateadas por dos fuerzas: la caída en los niveles de consumo, debido a la fortísima la recesión, y el espacio que los autoservicios barriales, mayormente chinos, le fueron ganando a las grandes cadenas por razones de cercanía y ahorro de tiempo.
Datos de la consultora Scentia indican que ya en abril las ventas en las cadenas cayeron 1,2% respecto del mismo mes de 2019 (año muy recesivo) y que la variación en los primeros cuatro meses del año fue de apenas 1,4%, bien lejos del aumento de 12,1% que habían registrado en marzo.
Los autoservicios o negocios barriales pudieron mantenerse en terreno positivo, aunque la suba decayó a menos de la mitad de lo que había sido en marzo. Otro canal que perdió notoriamente fue el de Farmacias: de un aumento de las ventas de 3,8% en marzo pasó a una caída de 7,5% en abril y no la pasó mejor en mayo.
Todavía no están los datos definitivos, pero lo que viene desde cadenas y almacenes barriales, dijo a Infobae el director ejecutivo de Scentia, Osvaldo del Río, apunta a que en mayo los niveles de consumo habrían caído a los niveles de enero y febrero, meses muy malos respecto a los ya pésimos guarismos de 2019. Son muy malas noticias. En el primer mes de este año las ventas habían caído 4,2% y en el segundo marcaron 0% de variación, pero por el sólo hecho de que, por ser año bisiesto, fue un febrero de 29 días. Si no, dice del Río, se habría registrado una caída cercana al 3%.
En abril, los autoservicios empezaron a avanzar sobre las cadenas por las restricciones de traslado y porque la gente debe esperar menos tiempo del que insume ingresar y comprar en un supermercado. Así, el ticket promedio de los “chinos” que históricamente promediaba 3 ítems, creció a 7, dijo del Río, quien además precisó que 77% de los ítems vendidos en las cadenas y 90% de los vendidos en almacenes barriales son de menos de $ 100, claro signo de la anemia de la demanda.
77% de los ítems vendidos en las cadenas de supermercados y 90% de los vendidos en almacenes barriales son de menos de $100
Con la vuelta de las ventas a los niveles de principios de año y si en junio se mantienen las tendencias de mayo, el primer semestre del año cerraría con un crecimiento de ventas por ambos canales (cadenas y autoservicios barriales) de entre 2,5 y 3% sobre niveles de consumo que llevaban cuatro años de retroceso: en el mismo período de 2016 las ventas habían caído 4,5%, en 2017, 3,1%, en 2018 1,5% y en 2019 se habían desplomado 7,2%.
El magro aumento, además, es sobre una canasta focalizada en lo precautorio o indispensable y con los consumidores habiéndose ya ahorrado por la fuerza gastos en salidas, esparcimiento, indumentaria, transporte, etc. Según los relevamientos de Scentia, en los primeros cuatro meses del año la venta de alimentos creció 12,8% y la de productos de limpieza e higiene hogareña 12,5%, pero la de bebidas sin alcohol cayó 2,2%, la de bebidas con alcohol 3,8% y la de bienes de consumo “impulsivo”, asociados al trajín cotidiano, nada menos que 17%.
Aumentó la venta precautoria y de bienes
“Mayo fue un poco peor que abril, que había sido peor que marzo”, enfatizó Juan Vasco Martínez, el director ejecutivo de ASU. La retracción del canal supermercadista, explicó, tiene que ver con la ventaja de “cercanía” que tienen los negocios barriales, pero también con restricciones de horario y limitaciones a la cantidad de clientes que pueden circular en los súper e incluso, en algunos lugares del interior, a limitaciones de productos que pueden vender (por caso, no indumentaria en lugares en que los súper son un canal importante de esa familia de bienes).
Además, Martínez señaló que los súper enfrentan aumentos de costos. Una primer razón, dijo, es que tienen 30% del personal sin trabajar, sea por razones de edad (lo que llevó incluso a contratar personal de reemplazo) o por tratarse de personal de tareas específicas, como patios de comida o servicios hoy cerrados. De resultas, dijo, los súper pagan el 100% de los salarios de una nómina efectivamente reducida en términos de asistencia a trabajar y lo hacen sin acceso sectorial al ATP, el programa por el cual el gobierno pagó en abril parte de los salarios del personal de 280.000 empresas.
Otra causa del aumento de costos son imposiciones provinciales o municipales. Por ejemplo, señaló el ejecutivo, aumento de tasas municipales en el partido de Vicente López o el extraño caso de San Luis: las cadenas deben llevar la mercadería al aeropuerto provincial y enviarla a sus establecimientos con transportistas locales. No sólo se agrega un eslabón a la cadena de distribución: también obstáculos como tener que cargar mercadería en espacios abiertos en días de lluvia.
La proyección del sector, dijo el director de ASU, es que las ventas anuales bajen entre 3 y 4% respecto de 2019, que fue un año muy malo. “Todo el gasto de la familia está direccionado a alimentos y bebidas. No hay un panorama inmediato ni a futuro alentador”, señaló.
Según el director de ASU, la imagen de los supermercados quedó asociada a los datos de marzo que publicó el Indec casi dos meses después del “espejismo”, pero no refleja la realidad. “Es como esa gente que tiene 65 años y en Facebook pone una foto de cuando tenía 40”, ejemplificó.
“Nosotros mantenemos a rajatabla los precios del 6 de marzo, tenemos controles y competimos con sectores donde salir con un ticket fiscal es casi misión imposible”, dijo el ejecutivo.
Osvaldo del Río, de Scentia, destacó además el caso de las Farmacias, que vieron caer fuertemente las ventas de medicamentos, que representan el 70 % de su facturación, y para capear la situación empezaron a vender, como las cadenas de farmacias, más productos de higiene y cosmética. Eso sucedió porque la gente redujo las consultas médicas y, por tanto, la compra de remedios recetados.
Derivaciones de una cuarentena que se vuelve a estirar para -supuestamente- defender la salud.
Por Sergio Serrichio.
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