Para el banco Goldman Sachs, uno de los más importantes de Wall Street, la economía argentina es “un caso aparte”.
Así lo definió en un reciente informe que analiza el escenario macro del país, en el que advierte que “sin anclas fiscales o monetarias” se enfrentarán “vientos de frente” en los años 2022 y 2023 y vuelcan una conclusión contundente: “El peso se tiene que devaluar”.
Los autores del informe advierten sobre la “acumulación de desequilibrios macro y financieros”, y ponen el foco en la evolución del dólar oficial, la brecha cambiaria y las presiones devaluatorias, la suba en la inflación y el recurrente déficit fiscal que se financia con emisión monetaria por parte del Banco Central.
Además, señala el documento, hay “crecientes “distorsiones micro y una asignación de recursos ineficiente por un set de controles de precios, al trabajo, al comercio, al tipo de cambio y a los activos financieros”, combinadas con “una débil credibilidad política”.
En ese contexto, los analistas de Goldman Sachs sostienen que el acuerdo con el FMI, para refinanciar los abultados vencimientos de corto plazo (US$19.020 millones en 2022 y US$19.270 millones en 2023), sigue siendo “un tema abierto de difícil e incierta resolución” y que la responsabilidad principal es del Gobierno, por su “tibia disposición para avanzar en un ajuste macro”.
En ese escenario, desde Goldman Sachs proyectan un escenario sombrío para 2022. Según las estimaciones del banco, el PBI local crecerá 9,9% este año (luego del desplome del 9,9% en 2020), pero ese ritmo de crecimiento se desacelerará “significativamente” el año próximo: se prevé un alza del 2,9% del PBI (“o potencialmente menos”, plantea el documento). Esto se debe al peso de “los desbalances macro, micro y las distorsiones de precios relativos, el declinante stock de capital físico, la falta de reformas que estimulen el crecimiento y la pobre credibilidad de la política”.
Esa cifra está en línea con las estimaciones del mercado y atrás de la visión del Gobierno, que en el proyecto de Presupuesto había estimado una expansión del 4% en el nivel de actividad.
En cuanto a la inflación, esperan que “se mantenga muy alta”. Con un proyectado del 50% para este año, Goldman Sachs estima que hay 10 puntos de “inflación reprimida” acumulada por los controles de precios y la gestión de las tarifas de servicios públicos. “Las expectativas de inflación están desancladas y la dinámica es altamente inercial/persistente. Esperamos que se mantenga en torno al 50% en 2022, debido a la veloz expansión de la liquidez doméstica por la monetización del déficit fiscal” y los “controles de cambios y precios”, a los que calificó de “crecientemente ineficientes e insustentables”.
En ese punto, los analistas de Goldman Sachs fueron lapidarios y aseguraron en su informe que “el peso se tiene que devaluar”. El informe advierte sobre la brecha cambiaria en torno al 100% y anticipa “una devaluación considerable” que llevará al tipo de cambio oficial 160 por dólar a fines de 2022. De todas maneras, advierten que “sin un marco de política creíble, sostenida en un ajuste fiscal estructural y una política monetaria más estricta, la ganancia de una devaluación de la moneda posiblemente sea efímera porque estimulará la inflación”.
Los autores del documento del banco también advierten que la caída del déficit fiscal de este año estará maquillada por la contabilización del giro de los DEG del FMI (1% del PBI) y el impuesto a la riqueza (0,6% del PBI). “En ese contexto, se proyecta que el balance fiscal primario se ampliará en 2022, incluso si hay un ajuste modesto”, dice el documento.
Con respecto al acuerdo con el FMI, sostienen que “un nuevo programa podría conllevar a un sendero de ajuste fiscal en el mediano plazo”, aunque advierte sobre la baja credibilidad que podría conducirlo al fracaso. “Las tensiones internas dentro de la administración de Alberto Fernández y la coalición gobernante sobre, entre otros temas, la cuestión fiscal, plantean un espacio limitado para ajustes y reformas fiscales estructurales”, sostiene el informe.