Economía

Pronostican un fuerte descenso de la inflación en Argentina 2025

El banco de inversión Morgan Stanley llevó a cabo un análisis exhaustivo de la situación macroeconómica de Argentina y evaluó las oportunidades de inversión tanto en términos financieros como reales.

El optimismo de Wall Street respecto a las reformas implementadas por Javier Milei está ganando terreno de manera significativa. Morgan Stanley pronosticó que la inflación se reducirá considerablemente hasta alcanzar un 31% el próximo año, y resaltó la importancia del ajuste fiscal llevado a cabo por el Gobierno.

En un extenso informe de 55 páginas, ocho analistas de Morgan Stanley examinaron la situación macroeconómica del país, así como los sectores más atractivos para los inversores.

En términos generales, los economistas de Morgan Stanley señalaron: «Somos optimistas sobre la estabilización macroeconómica, pero reconocemos los numerosos desafíos que deben abordarse con políticas flexibles».

«Observamos una mejora significativa en las cuentas fiscales y externas, aunque mantenemos una postura cautelosa con respecto al programa de reformas por el momento», agregaron.

En particular, expresaron su «optimismo en relación con el crédito, mientras que permanecemos cautelosos sobre la renta variable».

Morgan Stanley proyectó que la inflación alcanzará el 207% este año, para luego descender abruptamente al 31% el próximo año (en contraste con las estimaciones del último informe de expectativas del mercado (REM) publicado por el Banco Central, que preveía un 210% y 58% respectivamente). Asimismo, anticiparon que la actividad económica se contraerá un 3,3% en 2024 y experimentará una recuperación del 3,6% en 2025.

El título del informe ya sugiere la visión de los expertos de Morgan Stanley: «Un ajuste estructural que justifica la permanencia».

«Nuestros economistas creen que el ajuste podría estar muy adelantado, con Argentina logrando un superávit primario del 0,8% del PBI en 2024. Esto implicaría un ajuste fiscal considerable de 3,8 puntos porcentuales en un año, aunque por debajo del objetivo oficial y del FMI de un superávit primario del 2%», explicaron.

«Si las autoridades finalmente implementan un ajuste total de 6 puntos porcentuales a lo largo de tres años, como prevé el FMI, esto estaría en l percentil más alto de todos los ajustes fiscales realizados entre 1990 y 2019. Aunque es probable que un ajuste de tal magnitud y complejidad sea cuestionado por el mercado, hasta ahora los indicios son positivos», afirmaron.

En cuanto a los vencimientos de la deuda:

Pago con reservas del Banco Central: «La opción más viable sería replicar la estrategia adoptada por Argentina en enero de este año. Básicamente, ante la falta de divisas para realizar los pagos, el gobierno emitió pagarés intransferibles en dólares al BCRA a cambio de dólares, los cuales se utilizaron parcialmente para abonar a los tenedores de bonos. Al mismo tiempo, el gobierno también reembolsó pasivos en pesos al BCRA para evitar aumentar los pasivos totales con la entidad. Para que esto funcione, el BCRA debe contar con reservas en dólares. En nuestro escenario base, las reservas de divisas aumentarán en 13.000 millones de dólares en 2024, lo que permitiría al BCRA ayudar con el pago de US$2.700 millones en enero de 2025».

Acceso al mercado: «El objetivo debería ser que el gobierno pueda repagar los bonos sin depender del BCRA, siendo la fuente más probable la emisión de nuevos bonos externos en el mercado. El FMI prevé un retorno a los mercados en 2025 con una cantidad de 1.500 millones de dólares, una proyección que actualmente parece muy optimista pero no imposible».

«Si dentro de 12 meses el ajuste se desarrolla según las hipótesis de nuestros economistas, con un repunte en el crecimiento, un superávit primario del 1-1,5% y un amplio superávit por cuenta corriente, el ambiente debería ser muy positivo. El avance en las reformas estructurales aumentaría las probabilidades de este escenario. Sin embargo, los rendimientos de los bonos deberían disminuir significativamente».

«Kenia pudo emitir bonos con tasas en torno al 10%, y aunque dudamos que Argentina pueda lograr cifras tan altas, sería ideal obtener bonos a largo plazo, por ejemplo, a 10 años, para no aumentar los vencimientos hasta 2035. Sin embargo, si la única opción es un bono a 2030, sigue siendo preferible a no contar con ninguna alternativa. En términos de tamaño, si los mercados están verdaderamente abiertos para Argentina, es probable que se acerque más a los 3.000-5.000 millones de dólares que a los 1.500 millones».

Reestructuración de la deuda: «En un escenario más pesimista, en el que el ajuste fiscal o por cuenta corriente se desvíe y no haya suficientes divisas para pagar los bonos, el Gobierno podría sugerir una reestructuración de la deuda».

En cuanto a la relación con el FMI:

Morgan Stanley planteó dos posibles escenarios, con «cualquier combinación intermedia».

En primer lugar, «un programa anticipado y de menor envergadura: dado que el programa actual expira a finales de 2024, las autoridades podrían discutir un nuevo programa con el FMI en el segundo semestre de ese año y finalizarlo a finales de año para que el primer desembolso se produzca en febrero de 2025. Suponemos que este programa será de menor envergadura que el actual».

Sin embargo, «aun con este supuesto, la falta de reembolsos significa que el FMI proporcionará a Argentina entradas netas tanto en 2025 como en 2026. La ventaja es que ayudará a Argentina a reconstruir sus reservas de divisas, quizás incluso en parte para ayudar a reembolsar los bonos en moneda extranjera».

«La desventaja es que, al pedir más prestado por adelantado, la exposición del FMI aumenta aún más a Argentina, alcanzando un máximo de alrededor del 1.500% de la cuota (lo que puede no ser aceptable) y los gastos por intereses aumentarían en alrededor de 1.000 millones de dólares al año», detallaron.

«Un nuevo programa concentrado en la fase inicial ayuda a reconstituir las reservas de divisas, pero aumenta los costos por intereses», advirtieron.

En segundo lugar, podría haber «un programa posterior y más amplio que se ajuste mejor a los reembolsos: En otro escenario, Argentina espera hasta el segundo semestre de 2026 antes de aceptar un nuevo programa del FMI».

De este modo, «los reembolsos se ajustarían mejor y se evitaría un aumento excesivo de los gastos por intereses. La desventaja sería que Argentina no aumentaría tanto sus reservas de divisas, mientras que el mercado también podría estar más preocupado por la falta de un programa del FMI durante un ajuste muy difícil. En este escenario, igualamos el tamaño del programa a aproximadamente el pendiente hoy».

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