Si bien estos impuestos sirven como protección para la industria automotriz, en realidad funcionan más como una fuente de ingresos para el estado.
La razón detrás de los elevados costos de los automóviles en Argentina es evidente al comparar con países vecinos como Chile, que no cuenta con una industria automotriz a proteger y donde los automóviles ingresan con mínimos impuestos de importación. Para ilustrar estas disparidades, tomemos el ejemplo del Citroën C3 en su versión más básica, el Pure Tech 82 Live Pack 1.2. Mientras que en Argentina este vehículo tiene un precio de 21.000 dólares según la cotización oficial de la moneda o 16.000 dólares en el mercado paralelo, en Chile el mismo modelo tiene un costo de apenas 9.000 dólares.
Este caso no es único. Por ejemplo, un Peugeot 208 Allure Pack, fabricado en Argentina y vendido en nuestro mercado por 29.300 dólares oficiales o 22.350 dólares en el mercado libre, tiene un precio de 19.500 dólares en Chile. Asimismo, una pick-up Chevrolet Montana Premier que en Argentina se vende por 40.000 dólares o 31.000 en el mercado libre, tiene un precio de 21.800 dólares en Chile. Incluso un modelo como la Ford Maverick Híbrida, con un precio en Argentina de 48.000 dólares oficiales o 36.000 dólares en el mercado libre, tiene un precio de 34.000 dólares al otro lado de la Cordillera de los Andes.
En Chile, se aplican tres impuestos: el «ad valorem», que grava un 6% sobre el precio de los autos en relación con su valor FOB (Free on Board), el IVA del 19%, y el impuesto Verde, que busca incentivar la compra de autos de bajas o nulas emisiones. Por otro lado, en Argentina, la carga impositiva sobre los automóviles es significativamente mayor, incluyendo un 54% de impuestos locales, que aumenta aún más con el impuesto interno, llegando incluso a superar el 100% en algunos casos.
El impuesto PAIS, que ha aumentado al 17,5%, y las retenciones del 15% a las exportaciones, antes del 3%, también contribuyen a encarecer la producción y exportación de vehículos en Argentina, reduciendo su competitividad en el mercado global.
Para los automóviles importados, el arancel del 35% aumenta aún más la carga impositiva. Incluso aquellos provenientes de países dentro del Mercosur enfrentan costos adicionales como el impuesto PAIS, el IVA y otros impuestos internos argentinos, lo que incrementa significativamente el precio final.
En resumen, los altos costos de los automóviles en Argentina se deben principalmente a una combinación de impuestos y aranceles, muchos de los cuales tienen un impacto negativo en la competitividad de la industria automotriz nacional. Si bien algunos de estos impuestos se justifican como medidas de protección, otros funcionan principalmente como fuentes de ingresos para el estado y deberían reconsiderarse para mejorar la situación del mercado automotriz argentino.
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