Recientes desastres naturales en Pakistán y China volvieron a poner en foco los efectos del cambio climático y hasta las medidas para mitigar sus causas, como la producción de litio, insumo clave para la “transición energética” mundial y nueva oportunidad para la Argentina.
Por: Sergio Serrichio
Las inundaciones en Pakistán, por un deshielo más rápido de lo normal de sus más de 7.000 glaciares, provocaron 1.000 muertes, desplazaron 10 millones de personas y agravaron la crisis de un país ya conmocionado por el enfrentamiento entre el exprimer ministro, Imran Khan, acusado de corrupción, con el actual gobierno y la Justicia. El cóctel puso la economía al borde del abismo y derivó en un crédito de emergencia del FMI para evitar un colapso financiero.
La provincia china de Sichuan, origen de un tercio de la producción de litio con la que, sumada a la importación, fabrica el 70% de las baterías del país
En China una ola de calor y severas sequías forzaron un parate de actividad en la provincia de Sichuan, origen de un tercio de la producción de litio con la que, sumada a la importación, el gigante asiático fabrica el 70% de las baterías que alimentan la electrificación del parque automotor, clave para “descarbonizar” la matriz energética global y mitigar el cambio climático. La disrupción en Sichuan hizo que se perdieran entre 5.000 y 6.000 toneladas de producción de litio, calculó Susan Zou, analista senior de Rystad Energy, una consultora internacional.
De hecho, según un reciente estudio de la Asociación Mundial de Energía (en inglés, IEA), el litio es uno de los insumos más sensibles de las llamadas “tecnologías limpias” (baterías eléctricas, energía solar e hidrógeno), por la probabilidad y el potencial impacto de una disrupción de suministro.
El fenómeno se refleja también en la evolución del precio de los “metales básicos” y “minerales críticos”: mientras las cotizaciones internacionales del cobre, el aluminio, el níquel y el hierro duplican hoy, en promedio, los valores de 2015, el del cobalto se multiplicó por tres y el del litio por más de diez.
Las cotizaciones internacionales del cobre, el aluminio, el níquel y el hierro duplican hoy, en promedio, los valores de 2015, el del cobalto se multiplicó por tres y el del litio por más de diez
Al igual que Vaca Muerta (segunda reserva mundial de gas y cuarta de petróleo “no convencionales”) y las posibilidades de producción de “Hidrógeno Verde” a partir de los vientos patagónicos y la intensidad solar del NOA, la “transición energética”, que pivotea en gran medida sobre la provisión de baterías para electrificar el parque automotor mundial y alimentar la proliferación de celulares e “inteligencia digital”, ofrece a la Argentina otra enorme oportunidad. El país es ya el cuarto productor mundial del también llamado “oro blanco” a partir de dos plantas en producción: el Salar de Olaroz, de la empresa Sales de Jujuy, en esa provincia, y el Salar del Hombre Muerto, de Livent, en Catamarca.
“La producción de estas empresas posiciona a la Argentina detrás de Australia, Chile y China. En recursos (concentración de un material de interés económico) somos el segundo país a nivel mundial, detrás de Bolivia y en reservas (recursos con viabilidad económica de explotación) el tercero, detrás de Chile y Australia”, dice un borrador de la Secretaría de Minería sobre el tema. En 2021 se exportaron por USD 208 millones y en los primeros 7 meses de 2022 unos USD 335 millones, 203% más que en igual período del año previo. El litio ya explica, por sí solo, 15% de las exportaciones mineras del país y en julio, por primera vez, como informó Infobae, aportó más divisas que la plata.
Los valores aumentarán a medida que entren en operación 6 proyectos hoy en etapa de construcción que, se calcula, agregarán 144.000 toneladas anuales a las 37.500 toneladas actuales. Se trata de Centenario Ratones y Mariana, en Salta, Cauchari Olaroz, en Jujuy, Sal de Vida y Tres Quebradas, en Catamarca, y Sal de Oro, en un área fronteriza entre Salta y Catamarca. Este último proyecto, a cargo de Posco, una empresa surcoreana, sería el primero en producir Hidróxido de Litio (hasta ahora se produce Carbonato de Litio), a partir de 2026. Ejecutivos de la Posco visitaron el jueves al canciller argentino, Santiago Cafiero. Si a esos proyectos se suma la expansión de capacidad de las operaciones ya en marcha (65.000 toneladas, en dos fases) el aumento de la producción sería del 560% sobre el nivel actual.
¿Lluvia de propuestas?
Para eso, claro, deben llover inversiones. Los anuncios en litio superan los USD 4.200 millones, cuentan en la Secretaría de Minería, encabezada por Fernanda Ávila, exsecretaria de Minería de Catamarca, que junto Salta y Jujuy integra el “triángulo del litio” argentino dentro del homónimo sudamericano que forman la Argentina, Chile y Bolivia.
Los anuncios de inversión en litio en el país superan USD 4.200 millones para la extracción a partir de salmueras, lo que exige un largo tiempo de exploración, desarrollo y aprendizaje
Hace un año, cuando los diputados Marcelo Koenig y Carlos Heller, ambos del Frente de Todos, presentaron un proyecto para declarar el litio “de interés estratégico”, las provincias productoras se pusieron en guardia, porque lo vieron como la avanzada de un proyecto de nacionalización. Desde la “Mesa del Litio” Salta, Catamarca y Jujuy recordaron que “como marca la Constitución”, las provincias son dueñas de los recursos.
Un incipiente debate es si la Argentina puede apostar a la producción de baterías de litio porque, además de litio, para hacerlo debería conseguir niveles extraordinarios de inversión e importar grandes volúmenes de cobalto, grafito y níquel y consumir más cobre y aluminio (de producción propia o importada) y afrontar un mayor desafío ambiental.
Por ahora, el discurso del gobierno nacional es “acompañar el desarrollo de la industria y trabajar en forma coordinada con las provincias de la Región del Litio” con la idea de impulsar el desarrollo de proveedores locales, avanzar en el agregado de valor y vincular la producción al sistema científico y tecnológico.
Del dicho al hecho …
Más allá de las buenas intenciones, el proyecto de flexibilización del “cepo”, para que la minería en general y el litio en particular atraigan inversión, impulsen la exportación y arrimen USD 1.700 millones más de aquí a fin de año no logró aún el visto bueno de provincias y empresas. “Estamos trabajando entre todas las partes para llegar a una solución consensuada que resuelva las necesidades de la industria, pero en el marco de las posibilidades que permite situación económica”, dicen desde el Gobierno.
El triángulo del litio sudamericano, precisa un exhaustivo “Informe sobre el mercado mundial del litio” de la consultora Economía & Energía, del economista y experto energético Nicolás Arceo, explica el 56% de las reservas mundiales del mineral. Sumando el 10% de América del Norte, resulta que dos tercios de las reservas mundiales de litio están en el lado occidental del mundo, aunque otros minerales críticos (tierras raras, paladio, cobalto) están más concentrados en oriente.
Gracias al litio las exportaciones mineras nacionales bordearían “en un escenario conservador” USD 6.100 millones en 2025 y USD 8.600 millones en 2030 y sumadas a las de oro, plata y cobre arrimarían USD 18.500 millones anuales de aquí a ocho años, calculan en despachos oficiales.
En abril pasado ya había 2.168 empleos vinculados al litio. “El empleo en el sector vinculado al mineral blanco viene creciendo a tasas interanuales de dos dígitos”, dice un documento, y destaca la “vital importancia del litio en la transición energética y electromovilidad, indispensables para combatir los efectos del cambio climático”, por ser un “insumo clave en la producción de baterías de alto rendimiento, sin las cuales no resultará posible compensar la intermitencia de las fuentes de energía renovables, como la solar y eólica”.
Acuerdo de Escazú
En Minería resaltan además el respeto a estándares de sustentabilidad, uso eficiente de agua y energía, articulación con las comunidades locales y cumplimiento del “Acuerdo de Escazú”, de acceso a la información y participación ciudadana, alcanzado en esa ciudad de Costa Rica en 2018 y ratificado por la Argentina el año pasado.
Un gráfico previo da cuenta del notable aumento de la producción mundial de litio en 2017 y 2018, seguida por caídas en los dos años siguientes y una fuerte recuperación el año pasado, a medida que se restablecieron las cadenas mundiales de suministro. Casi todo el aumento de la producción inicial, dice el informe de Economía & Energía, se debió a Australia, que explica más de la mitad de la producción mundial, seguida por Chile, China y la Argentina.
Australia picó en punta
Australia aprovechó el envión inicial de demanda y precio del litio gracias a las tecnologías de explotación de “rocas pegmáticas” (roca dura), más rápida y similar a la minería tradicional, pero de mayores costos operativos que la aplicada en salares, como se hace en la Argentina. Extraer litio de salmueras tiene menor impacto ambiental (menos uso de reactivos químicos), pero tiempos más largos de prospección, desarrollo y aprendizaje y mayores costos de capital. Esto último es una desventaja para la Argentina (alto riesgo crediticio, incertidumbre y “cepo” cambiario), pero a su vez indica que a medio y largo plazo puede ser uno de los principales productores mundiales.
Como fuere, expertos y consultores internacionales (con excepción de un informe de Goldman Sachs que parece sobreestimar los aumentos de producción) proyectan demanda mundial y precios firmes por varios años.
El litio se usó tradicionalmente en la fabricación de vidrios, cerámicas y la producción de lubricantes, pero la explosión del mercado de vehículos eléctricos, con Elon Musk y Tesla como mascarón de proa, hizo que hoy dos tercios del consumo global sea para fabricar baterías, fenómeno que se intensificaría en los próximos años, con epicentro en Asia, desde donde China concentra más de la mitad de la demanda mundial de litio.
“En un escenario de adopción más acelerada de vehículos eléctricos los proyectos disponibles no alcanzarían a cubrir la demanda a partir de 2024″, precisa el informe de “Economía & Energía”.
De hecho, un informe de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), calcula que la demanda de carbonato de litio equivalente, que en 2021 fue de 465.000 toneladas, ascenderá en 2030 a 2,1 millones de toneladas, un aumento de más del 350% en 9 años. En 2021 las exportaciones chilenas de litio sumaron USD 979 millones, poco más de 4 veces las argentinas.
Otro informe de la Asociación Mundial de Energía (IEA) sobre el mercado mundial de vehículos eléctricos sustenta esas proyecciones. Las ventas de vehículos eléctricos, incluyendo los híbridos, precisa, se duplicó en 2021, alcanzando un nuevo récord de 6,6 millones de unidades, para llegar a un parque de 16,5 millones, el triple del que había en 2018. En 2022, dice el reporte, se venden por semana más vehículos eléctricos de lo que se despacharon en todo 2012. El año pasado, la mitad de las ventas mundiales de vehículos eléctricos (3,3 millones) ocurrió en China, que es además el país más avanzado en la circulación de camiones eléctricos.
En ese contexto, todos se mueven buscando asegurar tanto la provisión de litio como la de baterías.
En la semana que pasó, Toyota anunció que invertirá USD 5.300 millones en EEUU y Japón para producir sus propias baterías.
Dos días antes, Honda y la coreana LG habían informado otro acuerdo de USD 4.400 millones para construir otra planta en EEUU, que empezaría producir baterias entre 2024 y 2026, amén de un acuerdo con Panasonic (principal proveedor de Tesla) por otros USD 2.900 millones y otro con Toyota para una planta de USD 2.360 millones en Carolina del Norte.
Ford firmó un joint venture de USD 7.800 millones con la surcoreana SK On para construir tres plantas de baterías en EEUU y General Motors anunció una inversión de USD 2.600 millones para una nueva planta de baterías de LG en Michigan.
Todo eso, en pocos días.
La Argentina puede aprovechar la oportunidad, si recuerda que el tiempo no se detiene.