Las subas en la cotización de la divisa informal encienden alarmas con bastante frecuencia; qué significan –según los analistas– los aumentos recientes, qué pasó en los últimos años y qué factores influyen en un segmento ilegal que está arraigado en el país.
El dólar blue volvió al centro de la escena. Al tocar los $378, la cotización informal de la divisa estadounidense quebró su récord nominal y encendió luces amarillas, al quedar nuevamente la brecha arriba del 100%. Y, si bien en términos relativos su valor está lejos del que alcanzó en otras disparadas recientes, la dinámica de las últimas semanas, con una demanda creciente y con emisión de pesos acelerada en diciembre, abre interrogantes entre inversores minoristas, empresas y funcionarios del Gobierno, que saben que el movimiento de este precio indica mucho más que el valor del billete estadounidense.
“Una disparada no fue. Es una suba nominal”, afirma Andrés Borenstein, economista jefe de la consultora Econviews, al analizar el reciente encarecimiento del dólar blue y cotejar esa evolución con el movimiento del resto de los precios de la economía. “Es lógico que, al vivir en un país con la inflación que tenemos, haya ilusión monetaria. También uno está acostumbrado a ver que el dólar oficial es un relojito, que todos los días sube un poquito, mientras que el blue por ahí, de repente, no sube nada por cinco días y a la semana siguiente vuela. Y cuando aumenta la velocidad, se percibe que es una locura cómo se disparó, pero no es tal cosa”, agrega el analista.
Es que la interpretación sobre el derrotero del dólar informal combina la foto de las últimas semanas con una película de largo plazo, que incluye escenas de tensión y momentos de calma inesperada. Solo en lo que va de 2023, la cotización de la divisa en el mercado ilegal subió $29 (8,4%). La tendencia alcista, en rigor, había comenzado en la segunda quincena de diciembre: el día 19 de ese mes el billete cotizaba en el segmento informal a $325 para la venta. De esta forma, en el último mes, el tipo de cambio paralelo acumula una suba de $50 (13,3%).
Pero una mirada más amplia en el tiempo muestra que, de punta a punta, la suba del valor del tipo de cambio paralelo estuvo por debajo de la inflación en 2022. Mientras que en todo el año el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró un alza del 94,8%, según el Indec, el dólar informal pasó de $208 a $346, lo cual arroja una suba nominal del 66%. En otras palabras, el dólar blue subió un tercio menos que el promedio de los precios de la economía.
Similar fue la dinámica del tipo de cambio oficial, cuya demanda está restringida y acotada por el estricto cepo cambiario que administra el Banco Central. Entre enero y diciembre de 2022, esa cotización pasó de $108,48 a $184,63 (subió un 70%) y, pese a lo firmado por el Gobierno en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), completó otro año de atraso relativo.
“Al observar cómo se mueve el dólar, hay que ver el contexto y romper las barreras nominales. En algunas provincias en estos días superó los $384, y parece un dólar excesivamente caro. Pero, con este valor actual, el blue está apenas por encima del promedio que tuvo en 2022″, dice el analista Salvador Vitelli, especialista en finanzas, mercados y negocios agropecuarios, quien advierte que, al cotejar la evolución del dólar informal a lo largo del tiempo con la evolución de la inflación, la cotización al cierre de esta edición está $15 por debajo del promedio que tuvo en 2021 y es $26 inferior al valor promedio que tuvo en la gestión de Alberto Fernández. “Eso muestra que, en términos reales, el blue no está tan caro”, sugiere el especialista, formado como contador público, aun cuando los valores en cuevas, arbolitos y cuentas de Whatsapp de operadores de dólar blue, mostraron máximos históricos en la última semana.
Más allá de los promedios y de los valores nominales, en la gestión Fernández-Fernández el dólar blue registró récords en términos reales (es decir, con la cotización corregida por inflación). El máximo se dio en octubre de 2020, en un contexto de creciente emisión monetaria y déficit expandido tras el impacto de la pandemia de Covid 19. El dólar informal llegó entonces a $195, pero, ajustado por la inflación acumulada desde entonces y hasta ahora, ese valor hoy representaría una cotización superior a $620, según estimó Vitelli. A su vez, el anterior pico del año pasado, cuando el blue tocó los $338 a fines de julio, en un escenario de incertidumbre política y financiera tras la salida de Martín Guzmán del Ministerio de Economía, implicaría hoy un valor del informal en torno a los $480.
Razones de la suba
“Es lo más parecido a un mercado de verdad”, dice a LA NACION un operador del dólar blue, al intentar explicar cómo y por qué se mueve la divisa en el mercado informal. Se trata de una cotización con reglas opacas y muchas veces inciertas. Se desconoce quiénes son y cuántas las personas que intervienen y qué valor tienen los montos operados. Y las presiones de la oferta y la demanda inmediata suelen explicar los grandes sacudones de precios. El cambio de un número en una pantalla de computadora o un mensaje reenviado a través de Whatsapp alcanza para marcar la tendencia de cientos de arbolitos y agentes que manejan la divisa en la informalidad, un espacio marginal pero influyente en un país en el que más del 40% de la economía está en negro.
Además del intercambio informal y de bajos montos que hay en las calles, en locales de cambio y hasta en hoteles, existen cuevas especializadas en mover sumas mayores, de US$10.000 o US$50.000 por “ticket” (los ‘corretas’, como se los conoce en la jerga). “Son mayoristas, que abastecen a los más chicos, y mueven de verdad el mercado. Ahora, con los celulares, todo es más fácil”, dice otro operador, en referencia a entidades que operan en o al borde de la clandestinidad, y suelen ser blanco de operativos de fuerzas de seguridad.
Y mientras esa dinámica migró de la tradicional peatonal Florida hacia diferentes barrios de la ciudad e, incluso, al delivery de dólares por moto, es allí donde suelen aparecer las “manos amigas” que ayudan a frenar disparadas. “Es un mercado totalmente informal y que un gobierno en general no puede manejarlo ni intervenir, pero todos sabemos que cada tanto se ha intervenido. Hay mucha plata negra en gente cercana a los gobiernos, sindicatos o empresas con parte de su negocio informal, y en un mercado que no es tan líquido, algunas ventas consiguen a veces que el precio no se dispare”, explica ese operador.
En las últimas semanas, una serie de factores micro y macro se combinaron detrás de la suba del blue. Como se mencionó, su retraso frente a la inflación hizo que su valor luciera “barato” para los ahorristas, y eso alimentó su demanda. También impactó en ese escenario la estacionalidad: a fin de año, muchas familias tienden a tratar de dolarizar parte de su excedente de ingresos, luego del cobro del aguinaldo, o en la previa de las vacaciones al exterior. A eso se sumó la brecha entre el blue y el ‘dólar Qatar’ (que le suma al minorista oficial un 100% entre recargos e impuestos), que derivó demanda al informal. Al mismo tiempo, la puesta en marcha del ‘dólar turista’ para viajeros extranjeros, que reciben un tipo de cambio cercano al MEP al usar tarjetas emitidas en el exterior, retiró parte de la oferta que antes iba al blue.
“El hecho de que el ‘dólar Qatar’ estuviera más alto le puso un benchmark [punto de referencia] al informal, porque se generó un incentivo para demandarlo. Y mientras la herramienta para turistas se puso en marcha, se frenó un componente de abastecimiento”, resume María Castiglioni, economista de C&T Asesores Económicos.
Mientras tanto, esas condiciones micro en el mercado paralelo generaron la oportunidad de hacer un ‘rulo’ al comprar y vender entre el blue y el MEP. “En general, los valores entre los paralelos deberían tender a ser parecidos, pero no siempre pasa. El Gobierno puede intervenir en el MEP, los turistas van al MEP y eso hace que valga menos. Por eso hay gente que hace el ‘puré’, aunque se expone a cuestiones impositivas”, explica Juan Ignacio Paolicchi, de Empiria Consultores.
En el Gobierno siguen de cerca el tema, pero sostienen que la suba del blue se dio por la demanda de “350.000 argentinos que salieron o están saliendo al exterior” y encuentran una oportunidad al ver que el informal está más bajo que los financieros. Pasado ese factor estacional, estiman, habrá menos presión sobre la demanda y el precio tenderá a estabilizarse.
Los factores macro, mientras tanto, también impactan sobre el mercado cambiario y las cotizaciones libres. Entre los pasivos monetarios (pases y Leliq), la intervención sobre el mercado de deuda para sostener el precio de los bonos en pesos y la implementación del dólar soja en diciembre, el Banco Central emitió más de $1,4 billones, según estimaciones de GMA Capital.
Y ese “exceso de pesos”, dice el economista Federico Furiase, también explica la suba del dólar blue, que luego se replicó en el MEP y el CCL. “No lo asociaría a un evento de riesgo sistémico, sino a un reacomodamiento en un contexto de exceso de pesos que dejó diciembre, en un momento en el cual, como ocurre hacia la segunda mitad de enero, hay una reversión en el margen del aumento estacional en la demanda de dinero”, afirma el director de Anker Latinoamérica. “Esa es una de las razones por las cuales el Central va a mantener la cautela con la tasa de interés antes de bajarla, a pesar de las señales de la desaceleración de la inflación”, concluye.
Los riesgos de una brecha que se consolida
Mientras el dólar oficial se acerca a un valor de $190, las cotizaciones de los paralelos duplican y aún más ese valor, con el blue arriba de $370 y los financieros superando los $330, de acuerdo con los valores del viernes al mediodía. Más allá de vaivenes temporales, la distancia entre los diferentes tipos de cambio se consolidó, a medida que la economía argentina profundizó desequilibrios, como el monetario y el fiscal, y endureció el cepo cambiario, en una dinámica que traba el funcionamiento de la economía y socava las posibilidades de crecimiento.
“Cuanto más alta es la brecha, mayores son los incentivos a sacarle todas las reservas al Banco Central para ir al dólar oficial. Eso ocurre siempre, y si uno mira la evolución de las importaciones, cuando hay brecha crecen a una tasa que no se correlaciona con la suba en el nivel de actividad”, explica Juan Ignacio Paolicchi, economista de Empiria Consultores, sobre la dinámica externa derivada de las restricciones al mercado cambiario. Inversamente, el esquema desincentiva la liquidación de importaciones, a la espera de un mejor tipo de cambio, tal como pasó con las dos ediciones del dólar soja a las que recurrió el Gobierno en septiembre y diciembre.
“En algunos rubros, si para definir los precios se toma una ponderación, 50% al dólar oficial y 50% al blue, el ajuste es cercano al índice de inflación” (Juan Ignacio Paolicchi, Empiria Consultores)
Otra consecuencia negativa de la brecha se plantea en materia de inflación. Entre las limitaciones por el acceso al dólar oficial para la importación de insumos o productos, la incertidumbre sobre el costo de reposición o la menor oferta derivada de ese esquema, algunos precios de la economía tienden a tomar al dólar paralelo como referencia. “En algunos rubros, si se hace una ponderación 50% al oficial y 50% al blue o contado con liqui, el modelo de inflación da mejor y ajusta más cercano al dato del índice de precios que finalmente sale”, plantea Paolicchi.
Atento a la suba de los paralelos y la expansión de la brecha, el ministro de Economía, Sergio Massa, anunció un plan para recomprar bonos de deuda por más de US$1000 millones. Presentada como una idea para “mejorar el perfil de deuda”, fija centralmente un mecanismo que le permite al Gobierno intervenir en el mercado financiero para intentar contener la brecha cambiaria, al enfocarse en operar sobre los bonos más utilizados en las operaciones de dólar MEP y ‘contado con liqui’. Para eso, destinarán dólares que el Tesoro mantiene encajados en el Banco Central, en una decisión que también abre interrogantes por la disponibilidad de divisas y el impacto de la sequía, que ya está afectando a la baja las proyecciones de exportación de la cosecha 2023.
Esteban Lafuente