Economía

Mar del Plata 2023: Mucha gente, pocas compras, se quejan los comerciantes

Mientras los niveles de ocupación en hoteles y balnearios de la ciudad balnearia alcanza el 100 por ciento, en la mítica avenida de los pulóveres se percibe “una temporada mediocre”, según la visión de los empresarios. La sensación en los locales de venta de indumentaria en contraste con el aluvión turístico.

El martes 17 de enero de 2023, el Ente Municipal de Turismo (Emtur) de Mar del Plata procesó los datos turísticos de la primera quincena del año. Entendió que aún prevalece el turismo de cercanía, dado que el 78% de los turistas llegaron a la ciudad en auto, que el 16,3% lo hizo en ómnibus; y que solo el 4,2% y el 1,5% llegó en ferrocarril y avión, respectivamente. Del domingo primero al domingo 15, La Feliz recibió a 696.104 turistas, el número más alto desde que se elaboran registros de ingresos. Es decir: la mejor quincena de la historia.

Mar del Plata desborda de gente. Las plazas hoteleras alcanzan una ocupación de hasta el 100% durante los fines de semana, las plazas no hoteleras -casas y departamentos particulares- coquetean con niveles de ocupación similares, desde la intendencia emitieron un Registro Preventivo de Disponibilidad de Alojamiento para optimizar la llegada de más visitantes, largas colas en restaurantes y bares, los balnearios cuelgan carteles de “lleno”, boliches nocturnos trabajando a tope, evidencias de una ciudad colmada en la que es, por entonces, la mejor temporada de verano.

Lo que no arranca, lo que registra números por debajo de la media y más en comparación a la temporada anterior, es la compra de bienes: indumentaria, regalos, souvenirs. Mar del Plata, además del destino estival más elegido por los argentinos, es la capital del pulóver: una inscripción lo inmortaliza en el cartel que le da la bienvenida a los turistas. Sus razones tienen un legado histórico, un espíritu enraizado, una industria fuerte y hasta una avenida como firma de ese patrimonio: la Juan B. Justo, una arteria que corta al medio la ciudad y parte desde la esquina del puerto.

La avenida del pulóver, como los otros centros comerciales de la ciudad, experimentó un aluvión de gente en las primeras dos semanas del año. Los comerciantes tienen trabajo, reciben clientes, contestan preguntas pero no venden. “Mucha gente y pocas bolsas”, graficó el dueño de Sweaters Miriam, instalado en Juan B. Justo al 1400 desde la década del setenta. “De diez que entran te compran dos. El año pasado fue bueno después de la pandemia. Nos quedamos sin mercadería. Se está vendiendo en esta temporada, pero poco”, analiza. Su voz resume una sensación genérica.

Sol administra un local de venta de indumentaria en Juan B. Justo al 1600 desde hace poco menos de veinte años. “No es una buena temporada. El promedio tira para abajo. La gente pasea pero no se vende. Y todos los que vienen nos piden descuentos, descuentos, descuentos, promociones con tarjeta, ofertas. Nosotros ya estamos acostumbrados pero es cada vez más”, dice casi resignada. Cree -a su vez- en la incidencia de las primeras dos semanas del año cuando hubo sólo dos días nublados para que los paseos comerciales reemplacen las actividades de playa y que el turista sí está invirtiendo en el servicio gastronómico.

Oscar, dueño del local de camperas Gout en Juan B. Justo al 1400, vive cerca del polo gastronómico de Güemes y Olavarría y comprobó que los gastronómicos están de parabienes. “Las cosas imprescindibles no andan mal”, dice. En su rubro, muestra una cara desahuciada. “Hace muchos años que no he visto una temporada tan mala como ésta. Hay mucha gente, toneladas de gente pero sin plata. Entra, pregunta cuánto está y se va”, expresa. En el local que abrió el 4 de enero de 1990, había tres vendedores. Ahora está él solo. “Antes venían y compraban de a dos, de a tres camperas. Ahora no. La gente pide cosas más baratas: quieren llevarse un auto de lujo al precio de un rastrojero”. Las camperas de su comercio cuestan alrededor de 35 mil pesos.

Los empresarios del sector de indumentaria coinciden que están debajo del 70% de ventas por unidad en relación al año pasado: en términos nominales, por la inflación, es más dinero pero menos en cantidad de ventas efectivas. La temporada -concluyen- es mediocre. “Son temporadas para pasarlas”, dice, para suavizar el contexto, Guillermo Fasano, presidente de la Cámara Textil de Mar del Plata. “Hay mucha gente, pero la gente no está gastando mucho… El récord de público no es proporcional al récord de ventas. Para un récord de ventas tengo que ir doce años para atrás. Si ahí vendíamos mil unidades, ahora estamos contentos si vendemos 600. Ha habido una caída histórica en el consumo, en ventas, en volumen, en empleo”, resume. “Es cierto que la gente pregunta mucho y busca precios y promociones con tarjeta. En Juan B. Justo no he vuelto a escuchar más el ‘se vende bien’”.

La posición de Fasano devuelve más optimismo: “Ha venido mucha gente y se ha trabajado bien dentro de lo esperable y después de un invierno muy duro”. Asegura que en relación al año pasado la industria se encuentra un 10% más que el año pasado en venta por unidades. Pero advierte: “No todas las zonas son iguales. Es mejor la de Güemes que la de la avenida Juan B. Justo”. En la calle Güemes se distribuyó un polo comercial con marcas premium para un público de mayor poder adquisitivo. Le atribuye dos razones a la diferencia en el alza del 10% en comparación a la temporada estival de 2022: mayor cantidad de gente y un clima (el día nublado o lluvioso) que acompaña la venta.

Blas Taladrid, presidente de la Unión del Comercio, la Industria y la Producción de Mar del Plata, tiene una visión antagónica. El contrapunto es de índole meteorológico. “La afluencia turística es muy buena, debido a que los días han sido muy buenos para estar en la playa -expresa-. Eso ha generado un mayor derrame en los balnearios, en la hotelería y en lo gastronómico. La actividad del sector comercial la medimos mensualmente y no hemos podido hacer todavía la comparación con el año 2022, pero por los comentarios de los comerciantes se observa que los días lindos afectan un poco el consumo, que se necestaría días nublados para que la gente camine por los centros comerciales a cielo abierto y realice compras. Con este clima, la gente permanece más tiempo en la playa y el consumo se direcciona fundamentalmente a la gastronomía y los balnearios”.

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