El objetivo es tratar de contener los precios y fortalecer los salarios luego de tres años de caída.
Fue una reunión de poco más de una hora en el Museo del Bicentenario, en la que expusieron el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.
El titular del palacio de Hacienda fue el preferido. «Profesor», «técnico», «sólido» lo describieron los seis empresarios con los que dialogó LA NACION para reconstruir el encuentro. La versión más difundida según la memoria de estos hombres y mujeres de negocios, que en su mayoría pidieron reserva de su nombre, es que fue el único funcionario aplaudido. En líneas generales, hubo una buena recepción del mensaje del Gobierno («lejos del tono de amenazas y bajadas de línea», reconocía un participante), pero el ministro de Economía sorprendió porque estableció «prioridades claras».
Allí, Guzmán reconoció que «el cepo no permite a la economía desarrollar todo su potencial». «No buscamos converger hacia un sistema de liberación financiera. Eso le hace mal al país y ni siquiera hay alguien en el mundo que lo respalde. Tampoco buscamos mantener un esquema de capitales como el que tenemos hoy, ya que no está alineado con el esquema de favorecer inversiones en la economía real», dijo el ministro, según informaron sus voceros.
«Fue una buena presentación de Martín Guzmán, pensando en el crecimiento, la reconstrucción del crédito, la integración del crédito y planteando las bases para una recuperación de la actividad no efímera», contó uno de los participantes.
El ministro insistió en su objetivo de inflación en torno al 29% y del crecimiento de un mercado interno traccionado por los salarios, que deberían superar ese número en al menos tres puntos. También, enfatizó en la necesidad de trabajar en la «integración al mundo» y de «recorrer un camino conjunto» entre el sector público y el sector privado.
Luego, arengó a los empresarios: para eso, contrastó las proyecciones de consultoras sobre inflación y caída del PBI con sus propios números, menos graves, como en un tono de «no todo es tan malo como parece». Apoyado en los resultados del REM que mensualmente publica el Banco Central, dijo que, durante el Gobierno de Mauricio Macri, las estimaciones eran más optimistas que los valores finalmente ocurridos, mientras que en 2020 todas las proyecciones diagramaron un escenario más pesimista del real.
El mensaje principal, coinciden los participantes, fue que el salario real este año se debe recuperar, por lo que los precios deberán estar por debajo de los aumentos salariales. Además de los mencionados, otros funcionarios que participaron del encuentro fueron Cecilia Todesca (vicejefa de Gabinete), Mercedes Marcó del Pont (AFIP), Paula Español (secretaria de Comercio Interior), Claudio Moroni (ministro de Trabajo) y Miguel Pesce (titular del Banco Central).
Adrián Kaufmann, gerente de Arcor; Amancio Oneto, de Molinos Río de la Plata; Jean Carlo Aubry, de Nestlé; Karla Schlieper, de Mondelez; Juan Garibaldi, de Danone; Teodoro Karagozian, de TN Platex; Mario Ravettino, de ABC; Joaquín de Grazia, de Granja Tres Arroyos; Claudio Drescher, de Jazmín Chebar; Alberto Weber, de Gador; Gustavo Pelizzari, de ELEA; Daniel Herrero, de Toyota; Laura Barnator, de Unilever; Lorena Bula, de Procter & Gamble; Marcela Barroso, de Ledesma; Martín Ticinese, de Cervecería Quilmes; Luis Galli, de Newsan; Juan Vasco Martinez, de ASU; Martín Berardi, de Ternium; Everton Negresiolo, de Acindar; Javier Madanes Quintanilla, de Aluar; Sergio Faifman, de Loma Negra; Guillermo Petracci, de Unipar Insupa; Diego Ordoñez, de DOW Química / PBB Polisur; Pablo Gaynecotche, de VASA; Javier Quel, de Tetrapak; Sergio Affronti, de YPF; Pablo Ruival, de Arauco; Christophe Dumont, de Monsanto / Bayer; Diego Pino, de Transclor; Damián Seltzer, de Bridgestone; Iván Szczech, de Camarco y Funes de Rioja, de COPAL, completaron la lista de presentes por parte del sector privado.
Alfredo Coto y Miguel Acevedo (AGD) habían sido invitados pero no asistieron. Otros titulares de empresas, como Paolo Rocca o Hugo Sigman, delegaron su presencia en CEO de sus compañías. Uno de los presentes advirtió por la falta de referentes y se lamentó por la falta de presencia de «los pesos pesados».
El discurso de Cafiero fue una introducción «más en tono político», describió un ejecutivo, quien planteó que la presentación de Kulfas resumió los pasos a seguir. El ministro de Desarrollo Productivo habló de armar «mesas sectoriales» que reúnan a toda la cadena de valor y que evitaran reproches cruzados a la hora de encontrar culpables cuando se detectan «distorsiones en los precios». Este último entrecomillado estuvo en boca del ministro varias veces, recordaron los empresarios. El objetivo propuesto es monitorear que las correcciones de precios realmente tengan que ver con las correcciones de costos.
«Kulfas dijo que no hay que buscar culpables sino soluciones, y ahí estamos de acuerdo», elogió uno de los empresarios presentes. Sin embargo, advirtió también sobre las «contradicciones» y las «disputas internas» en el Gobierno, entre los funcionarios dialoguistas y los que atacan a los «formadores de precios».
Más adelante llegó el turno de los comentarios de los empresarios. El micrófono comenzó a circular por la mesa y alrededor de una docena de ejecutivos y dueños de compañías tomaron la palabra. Hubo un reclamo común por la informalidad laboral, más centrado en el sector textil y del supermercadismo, pero la palabra protagonista en esas intervenciones fue «vacuna». Preocupados por el plan de vacunación, los empresarios se ofrecieron para participar en la logística y ejercieron algo de presión para que los trabajadores esenciales pudieran estar inmunizados pronto.
«Hubo buen clima. Cada sector expuso su situación particular», dijo a este medio otro de los asistentes, conforme por lo escuchado y los intercambios que tuvieron lugar en el encuentro. Los empresarios coincidieron en que fue una reunión «amena» y positiva, pero algunos advirtieron que también cumplió el rol de advertencia. Fue la confirmación de algo que ya estuvo demostrando el Gobierno en las últimas semanas: vendrán mayores controles de precios, con monitoreos más minuciosos.
Uno de los presentes describió al encuentro como una «exhortación» a que el sector privado sume su parte para llegar a tres números clave: un 29% de inflación, un 25% de depreciación del tipo de cambio y entre tres y cuatro puntos de recuperación salarial por arriba del aumento de precios.