Lo que continúa: inflación, negociación con el FMI y subas urgentes de impuestos para completar el ajuste

El Ministerio de Economía descuenta que los primeros meses del año serán los más críticos en materia de suba de precios. Los números del plan Caputo que dependen del Congreso y el rol silencioso del Fondo Monetario

La economía termina el 2023 en una situación inflacionaria inédita en las últimas tres décadas, en medio de un cambio de gobierno reciente que tomó medidas drásticas apenas tomó el mando y que experimentará durante la primera etapa del 2024 los efectos prolongados de la devaluación del tipo de cambio y la liberación de precios de diciembre. Ese impacto que descuentan ya el Gobierno, los inversores y los asalariados, se traducirá en índices de precios de entre 25 y 30% en diciembre y sin una desaceleración marcada para enero y febrero.

El ministro de Economía Luis Caputo dio inicio a su plan económico de emergencia que incluye un ajuste fiscal de 5,2% del PBI en un solo año, que deje al sector público en superávit primario y en equilibrio financiero. Dicho de otra forma, que ese superávit financie el costo de los intereses de deuda que afrontará el Estado nacional en 2024.

La ausencia de esas necesidades de financiamiento serán el grado cero del plan Caputo. Otra parte provendrá de la urgencia de la recomposición de reservas, para lo que la devaluación ayudó en las tres semanas de gobierno libertario.

Ese salto cambiario en una sola toma, y que tendrá una actualización mensual muy por debajo de la inflación, será puesta a prueba durante el verano. En el equipo económico reconocen que hay un riesgo en que la nominalidad de la economía termine por “comer” la competitividad que ganó el tipo de cambio real tras la devaluación.

De todas formas, en los pasillos oficiales defienden la medida y creen, a contramano de muchos analistas, que la devaluación no es el principal driver de la fuerte aceleración de precios de diciembre, que estaría en torno del 30 por ciento. “El traslado a precios de diciembre fue muy poco por el tipo de cambio, sino por la liberación de todos los Precios Cuidados. Es más, la devaluación amainó la expectativa inflacionaria porque eliminó la incertidumbre para los importadores sobre qué precio de reposición iban a tener, algunos pensaban a $1.500″, arriesgaban desde un despacho.

El ajuste fiscal completo que pretende el Gobierno dependerá de muchas cosas, algunas más a mano de decisiones del Poder Ejecutivo y que podrían ser inmediatas, como el corte en el gasto de transferencias a provincias o de obra pública, pero otras dependerán del visto bueno del Congreso, en especial algunas sobre incrementos de ingresos. La suba de las retenciones, el blanqueo, Bienes Personales y Ganancias dependerán de la instancia parlamentaria.

A grandes rasgos, el refuerzo de recaudación tributaria que necesita el gobierno de Milei es de 2,2% del PBI. El cambio que más ingresos aportaría a la AFIP sería el del impuesto PAIS (0,8% del Producto Bruto). La vía principal será el pago de importaciones: Caputo anunció que las compras al exterior, tanto de bienes como de servicios, pasarán de pagar una alícuota de 7,5% (algunos productos lo hacían por una tasa menor) hasta 17,5 por ciento. Ese salto de 10 puntos porcentuales engrosará el colchón recaudatorio.

En segundo lugar, el Gobierno se recostará sobre una suba generalizada de derechos de exportación (0,5% del PBI), que en una primera versión incluía una alícuota mínima de 15% para todos los productos que se vendan al exterior. El Ministerio de Economía estima que habrá otro 0,5% del PBI que llegará por los cambios en Bienes Personales, el blanqueo de activos y la moratoria.

En las primeras semanas del año también volverá a tener relevancia el Fondo Monetario Internacional. En el Palacio de Hacienda mantienen bajo siete llaves los pormenores y el contorno de las negociaciones en marcha, aunque descartan una inyección masiva de fondos de manera inmediata. Sí se mantendrán en los límites del acuerdo Extended Fund Facility (EFF) actual. Pero aseguran que si hubiese desembolsos nuevos, no serán para financiar al Tesoro sino solamente como refuerzo de reservas.

La hoja de ruta es aún incierta, pero en el Palacio de Hacienda aseguran que el vencimiento de USD 1.900 millones con el organismo se pagaría con los dólares que fue acumulando el Banco Central en las últimas semanas y los que, calculan, seguirá acopiando en la primera parte de 2024. En diciembre hubo un préstamo puente de la CAF para pagar los USD 920 millones.

En el mercado hay algún consenso sobre cuáles serán los desafíos más urgentes del año. Para el director de Analytica Ricardo Delgado, “los temas centrales son los archi conocidos. Una inflación desbocada, desequlibrio fiscal externo, restricciones. Para mí lo que tiene que hacer el Gobierno es una vez pasada esta primera etapa de corrección de precios relativos y stocks (Leliqs y deuda con importadores) tiene que avanzar hacia la unificación del tipo de cambio, sin hacerlo bajar la inflación es imposible”, arriesgó en diálogo con Infobae.

“Hay que comunicar bien esa secuencia. Está faltando un acuerdo lo antes posible que postergue pagos con el Fondo para obtener algún financiamiento extra para llegar a mayo y junio y esperar que la soja haga su rol. Veo un año partido en dos: una primera parte compleja y una segunda en que sin capacidad de generar un clima de mayor consenso y de búsqueda de soluciones consensuadas, la estabilización de precios será muy difícil”, concluyó.

Para María Castiglioni Cotter (C&T Asesores Económico), por su parte, “el 2024 tiene una primera etapa en el final del mandato anterior que es resolver la emergencia económica, estabilizar y evitar la hiperinflación. Implica un proceso que ya comenzó que es corregir los precios relativos, tipo de cambio, servicios y otros congelados, que arrancó con mucha rapidez pero que aún falta”, dijo a este medio.

“Esto en un contexto de un Banco Central quebrado que el gobierno tiene que sanear para levantar el cepo para poder volver a ser un país atractivo para las inversiones”, dijo Castiglioni Cotter y agregó que “la estabilidad macro requiere una pata fiscal muy desafiante que es cumplir con el equilibrio financiero, que implica aprobar en el Congreso todas las medidas que apuntan a eso. Y también corregir expectativas de inflación y que la gente crea que esto ayuda a eso”, mencionó.

“Las cuestiones fiscales y monetarias son los desafíos que tiene el Gobierno para afrontarlos, que no se disparen las brechas, que esos pesos en el BCRA se vuelquen al mercado financiero, ese gran desafío de escasez son los principales temas, los más urgentes. También un desafío será cómo contener a los sectores más afectados que son los jubilados y la clase media y baja”, completó.

Por último, Santiago Manoukian, de Ecolatina, hay tres objetivos vinculados entre sí. “El primero es instrumentar un plan de estabilización que ataque de lleno a la inflación para transitar un sendero sostenido de desaceleración, comenzar a normalizar el funcionamiento de la economía y generar condiciones para acceder a financiamiento internacional”.

“Los tres tienen muchas aristas y muchos detalles pero son los tres principales: atacar la inflación viene de la mano de la recuperación del salario y baja de la pobreza; el segundo, empezar a atacar distorsiones de la economía; y el tercero, el acceso al financiamiento, es importante porque los vencimientos de deuda empiezan a crecer en 2025, se duplican respecto a este año”, planteó Manoukian.

“Eso va a depender de la estabilización y la unificación del tipo de cambio, y volver a acumular reservas y recuperar la credibilidad de la política económica”, concluyó el economista.

Por: Mariano Boettner

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