El Gobierno dispondrá una fuerte suba de la tasa de interés, que llegará a niveles récord, para frenar la dolarización, y el Banco Central tendrá las manos libres para operar sobre el dólar; Massa se reservó un golpe de efecto: el Mercado Central importará alimentos sin pagar aranceles.
Por: Pablo Fernández Blanco
Todavía sorprendido por el dato de inflación de abril, que estuvo por encima de las expectativas del Palacio de Hacienda y del Banco Central, el ministro de Economía, Sergio Massa, pondrá en marcha desde mañana un paquete de medidas y decisiones para intentar moderar la suba de precios.
Algunas de ellas podrían ser consideradas extremas, en el contexto efervescente del Frente de Todos y la política económica que mostró la Casa Rosada desde la llegada de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner al poder.
El set más importante de decisiones incluye tres puntos: esta semana se aplicará una fuerte suba en las tasas de interés, como anticipó LA NACION, que será complementada con una mayor intervención del Banco Central para administrar el crawling (devaluación paulatina) y se acelerarán las discusiones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con China (por los swaps) y con los países del denominado BRIC para facilitar el intercambio de monedas con Brasil. De hecho, Massa viajará el 29 de mayo a Beijing con la expectativa de traerse algo más de lo que tiene.
De las tres medidas anteriores, la más efectiva, ambiciosa y arriesgada es la suba de las tasas de interés que afectará, entre otras cosas, a los plazos fijos. Alrededor de ese punto se suscitaron las mayores discusiones en la reunión que se hizo ayer en Hacienda. El ala más ortodoxa de Economía sugería llevarla a un valor muy alto, de alrededor del 110%. Esa propuesta quedó en el camino. La tasa llegará a poco menos del 100% -97%-, algo que de todas maneras sigue siendo un gran golpe de timón.
Alcanza con recordar que a fines de abril, el Banco Central llevó la tasa de 81% a 91%, el valor más alto en 20 años, por encima incluso del récord de Mauricio Macri (86% en septiembre de 2019). El nuevo número que se conozca esta semana, entonces, volverá a marcar un récord.
Desde mañana, el Banco Central tendrá un rol aún más activo en la administración del dólar. Massa les ordenó a sus autoridades (Miguel Pesce es el presidente, pero Lisandro Cleri, el hombre de confianza del ministro en la entidad monetaria) un amplio margen de acción para sofocar corridas cambiarias.
Pesce, Cleri y la mesa de dinero del Banco Central podrán volcar todo su poder de fuego para intervenir sobre los denominados contado con liquidación (CCL, la operación financiera que permite sacar dinero del país) y el MEP (la alternativa para comprar dólar de forma legal por fuera del cepo cambiario).
Economía todavía lamenta que la corrida del mes pasado desbarajustará los números de la inflación, que de todas maneras corre a una velocidad cada vez más alta desde fines del año pasado.
El equipo económico definió, también, un conjunto de medidas complementarias. Para moderar el efecto de las subas de las tasas de interés que encarecerá los préstamos, se reducirán las tasas del programa Ahora 12 para los intereses de los saldos.
Desde la semana próxima, bajará nueve puntos porcentuales el costo del financiamiento en 12 cuotas. El objetivo es promover el consumo de productos fabricados en el país. Economía estima que representan 5,8 millones de operaciones mensuales por un total de más de $250.000 millones.
Además, se dispondrán mayores reintegros para los consumos con tarjeta de débito que hagan los sectores vulnerables.
El Gobierno volverá a mirar al Mercado Central para “ordenar a los formadores de precios”, sostuvieron. La apuesta es que si se logra frenar parcialmente el ritmo de los aumentos en ese punto neurálgico del comercio mayorista, sus efectos se podrían replicar en otros puntos minoristas. Medidas de este tipo se intentaron en el pasado con escaso éxito.
A través de la Secretaría de Comercio Interior, Massa busca abaratar el precio efectivo de venta al público de productos frescos (frutas, verduras, hortalizas, carnes) y productos secos no perecederos (alimentos de primera necesidad). El Mercado Central sumará el rol de importador directo de alimentos. Lo hará con arancel 0. En otros términos, la Argentina importará comida. Es toda una novedad en un gobierno kirchnerista.
El Gobierno generará fideicomisos público/privados para la compra de productos alimenticios. Cada comercio de cercanía podrá ser cuotapartista aportando fondos para la compra centralizada. Se supone que así obtendrá mejores precios.
En tanto, los puesteros del Mercado Central no pagarán cánon por 90 días si cumplen con los precios máximos fijados por la Secretaría de Comercio.
Este es el ejemplo que difundió oficialmente el Ministerio: ante la negativa de los mayoristas y las grandes empresas se podría abastecer a los supermercados chinos y almacenes de cercanía con una canasta de productos definidos por la Secretaría de Comercio, importados por el Mercado Central, para “romper con el abuso de precios” que realizan esas empresas a la hora de abastecer estos puntos de venta de cercanía. Esa canasta sería controlada por la Secretaría para que los comercios de cercanía cumplan con los precios máximos de venta.
La ambiciosa suba de las tasas golpeará el nivel de actividad. Es algo que tiene claro Economía. Para intentar contrarrestar ese efecto no deseado, se pondrán en marcha diversas medias.
La AFIP lanzará un nuevo plan de pago de hasta 84 cuotas para la deuda corriente de las empresas y las personas con el organismo, mientras que también dispondrá medidas de alivio fiscal, como dicen en el Palacio de Hacienda, para la moratoria de las cuotas con tasa Badlar.
Massa anunciará una decisión que le implicará tensionar al máximo sus capacidades de equilibrista. Le dará prioridad absoluta en materia de importaciones a la compra en el exterior de bienes de capital con SIRA a 360 días, el mecanismo para pedir permiso para traer cosas de afuera, que funciona como una traba para la actividad.
Con vistas a acelerar el comercio exterior, se creará la Unidad de análisis de las Operaciones de Comercio.
Economía también promete eliminar aranceles y relajar normas antidumping para “reducir el precio efectivo de las importaciones de ciertos insumos difundidos, fomentar la competencia en ramas altamente concentradas y disminuir los precios a lo largo de la cadena de valor”.
Si se cumple la promesa del ministro, debería comenzar a llegar a la Argentina vidrio, plástico o acero de países como China, Omán, India, Corea, Estados Unidos, Brasil, Perú y Países Bajos, entre otros orígenes.
Massa comunicará más medidas a lo largo de la semana.
Pablo Fernández Blanco