Quien esté al frente del siguiente mandato tendrá poco margen de maniobra para atacar la fragilidad económica
Por: Sofía Diamante
Si bien todavía faltan 10 meses para que comience el próximo mandato presidencial, las urgencias económicas que habrá que atacar en las primeras semanas con un nuevo shock de confianza ya son claras y unánimes entre los analistas económicos. En un escenario base en el cual el Gobierno evita una devaluación brusca y descontrolada del tipo de cambio oficial, la herencia para la siguiente gestión implicará igualmente atacar el déficit fiscal, en un contexto de 40% de la población en la pobreza, inflación en un piso de 120% interanual y un Banco Central (BCRA) sin reservas.
El margen de maniobra, por lo tanto, es limitado. El Estado argentino finalmente llegó al punto de no tener más herramientas para financiar el gasto, que hace años supera ampliamente los ingresos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) estableció junto con el Gobierno una meta de déficit fiscal de 1,9% del PBI para este año, pero las consultoras económicas dudan de que se logre ese objetivo en medio de las elecciones presidenciales y tras el impacto de la sequía. Por lo tanto, proyectan una rojo primario más cercano a 3% del PBI.
El ministro de Economía, Sergio Massa, transitará este año financiando el déficit con una mayor emisión monetaria. Por un lado, el Banco Central avaló comprar dólares a $300, mientras que, al mismo tiempo, les vende las divisas a los importadores a $215. Por otro lado, la entidad monetaria comprará deuda soberana en el mercado secundario para darle liquidez a los inversores, que luego se dan vuelta y le compran de nuevo otros títulos al Tesoro o a organismos nacionales (la Anses), a cambio de mayores tasas de interés.
Esta mayor emisión no es gratis para la economía que, por un lado, ya tiene un piso de inflación mensual de 6% hasta septiembre (proyectada por los consultores), y que en marzo incluso superó todos los pronósticos al ubicarse en 7,7%. Por otro lado, empeora el balance del Banco Central. La entidad monetaria tiene cada vez menos dólares genuinos en la parte de los activos, pero crecen a ritmo acelerado los pasivos remunerados (es decir, las Leliq, que es la deuda que emite el BCRA todos los días para absorber pesos de la economía). Esta situación complicará a la próxima gestión cuando quiera quitar el cepo porque sobrarán pesos y podrían forzar una devaluación más profunda de lo necesario.
“La herencia económica hay que analizarla desde el lado de los flujos, por un lado, y del stock, por el otro. En lo que se refiere a los flujos, lo más relevante tiene que ver con lo fiscal. El próximo gobierno va a tener que ir a un equilibro fiscal porque ya no hay manera de financiar el déficit. El mercado de deuda extranjero está cerrado hace rato y el de pesos también parece haber llegado a un límite. El financiamiento monetario ya es plenamente inflacionario, es inviable. Detrás de eso, habrá que corregir los precios relativos, como los valores de las tarifas y del tipo de cambio. El próximo gobierno va a necesitar tener un tipo de cambio oficial que sea consistente con el nivel de reservas”, analiza el economista Martín Vauthier, de la consultora Anker.
“En la parte de los stocks, también es complicada la situación porque hay un deterioro del balance del Banco Central, que hoy tiene muy escasas reservas netas y muchos pasivos en pesos, que equivalen a casi dos veces y media la base monetaria. Esta es la consecuencia de varios años de financiamiento acumulado del déficit fiscal, que es lo que está detrás de la actual fragilidad macro”, agrega.
El déficit fiscal será, por lo tanto, la prioridad, según coinciden los analistas. Esteban Domecq, director de la consultora Invecq, proyecta que el Gobierno finalizará este año con un déficit fiscal de 3% del PBI y con un desbalance financiero total (cuando se le suma el pago de los intereses de la deuda) de 5% del PBI. Por otro lado, dice, el balance del BCRA terminará con reservas netas negativas y con una masa de Leliq que superará el 10% del PBI (hoy equivale a 7,5%).
“Hay un excedente de pesos que, cuando la economía no lo puede absorber, termina metido en las Leliq. Esto tiene un costo fiscal que impide bajar la inflación. Con estos niveles de inflación, el déficit cuasifiscal [del Banco Central] está en casi 6% del PBI. Si le sumamos el déficit primario, más los intereses de la deuda, el Estado tiene un déficit de casi 11% del PBI. Para seguir conteniendo el déficit en las Leliq, se necesita que cada vez haya más inflación”, explica Domecq.
En lo que se refiere al tipo de cambio oficial, el economista dice que el dólar a $60 que heredó el presidente Alberto Fernández en 2019 equivale hoy a $270. Sin embargo, el tipo de cambio oficial actual es de $215. “Tenemos un atraso del tipo de cambio de 25 puntos. Junto con tarifas, hay una alta distorsión de los precios relativos. Alinear eso implica soltar inflación escondida en el arranque del nuevo gobierno, si se quieren atacar los problemas de entrada. Eso será inflacionario y contractivo, por eso proyectamos que la economía recién encontrará un piso en el segundo trimestre de 2024″, dice el economista de Invecq.
A diferencia de lo que ocurrió con la herencia económica que dejó Cristina Kirchner en diciembre en 2015, actualmente “la situación está sincerada”, opina Domecq. Hoy hay una inflación superior a 110% anual y una pobreza que alcanza al 40% de la población.
“La crisis ya está manifiesta, está a la vista de todos que tenemos un problema. Es una herencia que no esconde un problema, está entre nosotros. A fines de 2015, la inflación era 30%, la recesión recién comenzaba y la pobreza alcanzaba al 30% de la población. Hoy ya tenemos un PBI en caída y una pobreza e inflación mayores. La realidad está entre nosotros. Hoy el ingreso real está 23% debajo de 2017”, describe el economista.
Por lo tanto, proyecta que el próximo gobierno deberá contener el frente social mientras se hacen correcciones importantes en el frente fiscal y monetario. “Si no resolvemos el problema fiscal, monetario y cambiario, el ajuste lo va a seguir haciendo la parte baja de la pirámide. El proceso de ajuste ya está entre nosotros hace cuatro años y se está acelerando. Estamos en el peor de los ajustes porque es un ajuste desigual, regresivo, que ajusta en los que menos tienen”, dice Domecq.
El economista Camilo Tiscornia dice que “el gobierno actual y el kirchnerismo en general han hecho de patear problemas el núcleo de su política”. En otras palabras, amplía: “Significa tratar de maximizar el corto plazo sin pensar demasiado en el largo plazo. Esta política dura lo que dura el stock que pueda haber y en algún momento se presenta el fututo, porque nada es infinito; en algún momento aparece la restricción. Ahora ya no alcanzan los recursos y hay que ver por dónde se empieza a ajustar porque llegó el largo plazo y les cayó a ellos. La cantidad de problemas es infinita”.
Entre ellos, destaca a la pobreza como un tema central. “Cualquier gobierno que arranca en una situación social muy delicada tiene un enorme condicionante para realizar cualquier corrección macro que haya que encarar, que son muchísimas en este momento. Está el problema del déficit fiscal, el de las Leliq, el atraso de tarifas, el cepo, la falta de dólares. La característica que va a marcar al próximo gobierno es que no tiene margen para no hacer cambios profundos. Este gobierno está cerca de que termine su mandato, no tiene incentivos a hacer nada. Al próximo no le queda otra que hacer cambios profundos porque no hay más margen de maniobra”, concluyó el director de C&T Asesores Económicos.
Sofía Diamante