Los analistas financieros, tanto en la Argentina como en el exterior, siguen de cerca la evolución de las variables de la economía local y efectúan sus proyecciones sobre el nivel que alcanzará el tipo de cambio al cierre del corriente año, tras la suba del dólar oficial a mediados de diciembre 2023, y teniendo en cuenta la espiralización posterior de la tasa de inflación.
Leer más: El dólar oficial se atrasa rápido y en el mercado prevén mayor ritmo de suba mensual“Con la brecha cambiaria en los niveles actuales y las reservas netas aún en territorio negativo, este ritmo de apreciación del tipo de cambio real podría resultar insostenible”, evaluó Barclays, que consideró “que lo más probable es que el Banco Central acelere la tasa de crawl hacia 4-5%” mensual, desde el 2% inicial.
“Después de que la brecha cambiaria inicial se redujera por debajo del 20%, ahora se ha ampliado al 50%. Esto es problemático, porque puede ralentizar la acumulación de reservas, en un contexto en el que se van a levantar los controles a la importación”, describió en un informe el banco británico.
”Una rápida apreciación del tipo de cambio real, combinado con un recorte forzado de los tipos de interés, la incertidumbre sobre la estrategia de estabilización y las condiciones monetarias siguen siendo laxas”, añadió.
Bank of America (BofA) proyectó un dólar oficial a $2.200 para fin de año, un alza de 172,1% para todo 2024. Si se tiene en cuenta la elevada inflación esperada, no se trataría de una devaluación dramática, más si se lo compara con el salto cambiario a lo largo de 2023, fue 356,3%, desde $177,16 a $808,45 en el canal mayorista que informa el Banco Central de la República Argentina.
Los analistas del gigante bancario norteamericano estimaron una suba del dólar “blue chip” o “contado con liquidación” de 162,7%, desde $1.004,92 que cerró 2023 a $2.640 para fin de 2024.
En este aspecto, un dato a destacar es el achicamiento de la “brecha” cambiaria, que en el presente sigue cerca del 50% según la cotización del dólar libre a considerar. En los cálculos de BofA quedaría reducida a 20% para fin de año. No obstante, no sería nada alentador que el gobierno de Javier Milei se vea obligado a mantener el “cepo” cambiario durante todo 2024, porque consideró que este control es la raíz de la diferencia entre las cotizaciones.
Los especialistas de Wise Capital puntualizaron que “para la Administración Milei, el ajuste fiscal es el único ancla del plan del Gobierno para bajar la inflación. (El ministro Luis) Caputo debe detallar cómo se va a llegar al equilibrio fiscal, o el mercado podría bajarle el pulgar y la brecha cambiaria podría dispararse para volver a ubicarse por encima del 100%. La inflación estimada para 2024 es de 213 por ciento”.
No todos los actores económicos ven una nueva devaluación discreta en el corto plazo. Según los contratos de dólar futuro en el Matba-Rofex y MAE (Mercado Abierto Electrónico), el crawling peg se acentuaría ligeramente al 2,9% en febrero (de $826,40 al cierre de enero a $850), para luego acelerarse al 5,6% durante marzo (a $898) y al 13,6% en abril (1.020 pesos).
Según Salvador Vitelli, jefe de Research de Romano Group, el tipo de cambio oficial de $800 representaba a fin de enero -por efecto de la inflación acumulada- unos $484, por debajo del tipo de cambio real de los tres primeros años de gestión de Alberto Fernández, y también inferior a los $496 equivalentes de 17 de diciembre de 2015, cuando el gobierno de Mauricio Macri levantó el control de cambios y llevó el precio del dólar oficial de $9,93 a 13,76 pesos.
Para darle dimensión a la devaluación que esperan los especialistas hay que recordar que durante el crítico 2002 el dólar oficial subió desde un peso, con el colapso de la convertibilidad, a $3,38 a fin de aquel año, 238%, aunque con una diferencia abismal en cuanto a la tasa de inflación, que hace 22 años alcanzó el 41% en doce meses, lo que significó una tasa de cambio históricamente elevada en términos reales durante el gobierno de Eduardo Duhalde y también durante la presidencia de Néstor Kirchner.
Una muestra de la relación que permite una aproximación para determinar si el dólar está “caro” o “barato” es el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (Itcrm) que mide el Banco Central, en base a la tasa de inflación y devaluación de la Argentina y la de sus principales socios comerciales.
El Itcrm tocó un pico histórico de 208 puntos -sobre una base 100 de equilibrio teórico- el 25 de junio de 2002, cuando el dólar oficial rozó los $4. Este mismo índice llegó a los 162 puntos el 14 de diciembre de 2023, inmediatamente después de la devaluación anunciada por el ministro Luis Caputo, que llevó al dólar mayorista a 800 pesos.
Hoy este tipo de cambio oficial, que se utiliza como base para las operaciones de comercio exterior, se ubica en $825,80, pero ante el impulso inflacionario la competitividad cambiaria fue perdiendo terreno, y el Itcrm se asentó en 118 puntos el 1 de febrero, apenas encima de los 114 puntos del 14 de agosto de 2023, cuando el entonces ministro de Economía Sergio Massa aplicó un salto de $62,65, equivalente a 21,8% en un día, para llevarlo a $350 por dólar.
“Es razonable tener un dólar competitivo antes de que comience la liquidación de la cosecha gruesa”, enfatizaron desde Wise Capital, aunque advirtieron que a este ritmo “se volvería a un tipo de cambio real similar al obtenido el día después del ajuste efectuado por Massa. Sin dudas que puede llegar a ser un dólar que no tiente al campo para liquidar la soja a partir de mayo”.
Por otra parte, el Itcrm está ahora claramente debajo de 148 puntos del 14 de agosto de 2019, luego de que el dólar mayorista trepara el 12 de agosto desde $45,40 a $55,75 en un día, una suba del 22,8%, después de las PASO de aquel año.
“Es claro que un dólar caro contribuye a incrementar las exportaciones, pero la experiencia de los noventa indica que no es el único factor relevante. Además de los precios internacionales, uno de esos otros factores es la capacidad para producir. Para ampliarla se requiere más equipos y tecnología -algunos importados-, y eso se logra con más inversiones. Para incrementarlas, se necesita estabilidad económica -tanto en precios como en actividad- y financiamiento, factores que han estado ausentes desde hace varios años”, destacó Jorge Day, del Ieral de la Fundación Mediterránea.
“Otro factor relevante es la disminución de los costos, tanto para producir como exportar. No sólo trámites internos, sino también externos, los cuales se reducen con los acuerdos comerciales. También se deben reducir las retenciones, un importante costo de exportar”, agregó el investigador de la Mediterránea.
“Si en un futuro no muy lejano la economía se llegara a estabilizar, llegando a una inflación muy baja, habrá menor demanda especulativa de dólares -no tendrá sentido atesorar en esa moneda-, y mayor oferta si entran capitales para invertir en el país. Es decir, el dólar podría terminar siendo más barato. Entonces, para mantener o incrementar la competitividad argentina, se requerirá haber trabajado previamente en esos otros factores que favorecen las exportaciones”, precisó Jorge Day.
Por: Juan Gasalla
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