La discusión monetaria se mete en la sociedad con el derrumbe del peso. Enviados de Milei fueron a EE.UU. a explicar el plan. Cristina se agarra de los pelos. Y el PRO ensaya una foto apurada
Por: Fernando González
La dolarización dejó de ser un entretenimiento de café en la segunda semana de abril. El lugar geográfico de la certeza fue, una vez más, la ciudad de Washington. En esos días, los cientos de economistas, banqueros y financistas que asistieron a la Asamblea de Primavera del Fondo Monetario Internacional se encontraron con dos palabras que atravesaban las reuniones en las que se hablaba de la Argentina: dolarización y Javier Milei.
Le pasó al economista jefe, argentino él, de un banco europeo de primerísima línea. ¿Es cierto que la Argentina va a ir a un plan de dolarización? Era la pregunta que más le formularon en los salones del FMI y del Banco Mundial sabiendo que el hombre había nacido en la tierra del fútbol, de la soja y de la inflación.
Le pasó también al consultor Alejandro Catterberg, director de Poliarquía. En una de esas reuniones en Washington, para hablar en su caso de las chances electorales de Horacio Rodríguez Larreta, de Patricia Bullrich, de Sergio Massa y de Daniel Scioli, con doscientos empresarios e inversores terminó respondiendo una cantidad de preguntas sobre Javier Milei similar a las que había respondido sobre sus adversarios. Algo estaba cambiando.
No solo se trataba de las encuestas. En los sondeos electorales Milei pasaba el 20% y comenzaba a amenazar con meterse en el escenario de ballotage desalojando al Frente de Todos o a Juntos por el Cambio. Y al no admitir discusiones internas ni disputas electorales dentro de su movimiento (La Libertad Avanza), también consolidaba sus chances para salir primero como candidato presidencial en las PASO, todavía detrás del oficialismo y la coalición opositora cuando sumaban a todos sus candidatos.
Pero había otras señales, incluso más contundentes que la alquimia impredecible de los sondeos. Días antes del arranque de la Asamblea del FMI, los ejecutivos principales de los organismos de crédito internacional recibieron a dos influyentes a los que ya conocían bastante bien: Emilio Ocampo y Marcelo Etchebarne.
Ocampo ha pasado a ser considerado en este tiempo algo así como el padre teórico de la dolarización. Profesor de Finanzas y de Historia Económica en la ultra liberal Ucema, docente de Finanzas en la Universidad de Nueva York y con un master en la Universidad de Chicago, Milei y sus seguidores lo elogian y se regocijan con sus múltiples apariciones en la prensa argentina.
El blog de Ocampo es una muestra gratuita del trabajo que el economista viene haciendo para instalar a la dolarización como la panacea de los males económicos de la Argentina. Sus últimos cinco posteos llevan los siguientes títulos: “Dolarización e hiperinflación” (13 de abril); “Qué pasaría con el Banco Central y las Leliq bajo una dolarización?” (27 de febrero); “Sobre la constitucionalidad de una dolarización” (26 de febrero); “¡Sí se puede dolarizar!” (24 de febrero) y “Dolarización: una solución desde hace 22 años en Ecuador” (24 de noviembre). Hay otros artículos de 2022 promoviendo la dolarización, pero el objetivo está claro. Como diría Litto Nebbia, quien quiera oír que oiga.
El otro delegado de la dolarización ante los organismos de crédito en Washington, Marcelo Etchebarne, es un abogado especializado en fusiones, adquisiciones y reestructuraciones de deuda. Asesoró al comité de acreedores en la reestructuración de la deuda de YPF; participó en la reestructuración de la deuda de Vicentín (que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner intentó expropiar sin éxito); representó a los bonistas que demandaron a la Argentina en el canje de deuda en default y también al Banco Barclays y al suizo UBS en otras instancias de la negociación de la deuda argentina. Suele aparecer en la señal CNN de EE.UU., o en las británicas The Economist o Financial Times. Lo que se dice, un experto de las finanzas internacionales. Para el kichnerismo, es un simple operador de los fondos buitre.
Cuando estuvieron ante los directores de los organismos de crédito, Ocampo desplegó los argumentos que viene sosteniendo en público a favor de la dolarización en el caso de un triunfo de Milei. No se haría de inmediato; primero se llevaría a cabo de un plan de estabilización para frenar la inflación y se necesitarían poco más de 10.000 millones de dólares para comprar los pesos circulantes. ¿De dónde saldrían esos dólares? Una parte saldría de la renegociación con esos mismos organismos a los que les hablaban (el FMI y Banco Mundial), y la otra parte la aportarían capitales privados sobre los que no sueltan muchos detalles.
Este domingo, incluso, Ocampo reavivó el debate a favor de la dolarización en su cuenta de Twitter. “Los argentinos están hartos del peso, que no es una moneda, sino una manera de robar que usan los políticos. La gente quiere una moneda que sirva para lo que sirve una moneda. La historia demuestra que si los políticos controlan la moneda, no habrá estabilidad de precios”.
En las redes sociales, Ocampo abandona el academicismo económico y utiliza un lenguaje agresivo que se acerca al discurso de Milei. En ese mismo hilo de tuits, ataca directamente a quienes los libertarios consideran sus mayores adversarios.
“Al redoblar la apuesta y descalificar la dolarización, los dirigentes de JxC profundizan su error original. En algún momento se tendrán que desdecir. La Argentina que viene no tendrá muchas opciones para estabilizar. Y las alternativas a la dolarización tienen pocas chances de éxito”, agrega Ocampo.
En la misma línea, utilizando argumentos más políticos que económicos, otros economistas también defienden en las redes la religión dolarizadora y radicalizan sus discursos. Es el caso de Carlos Rodríguez, rector del CEMA y ex viceministro menemista en los dorados ‘90 con Roque Fernández, y también el de la economista Diana Mondino. “Hay que dolarizar; los políticos nos someten al peso mientras ellos ahorran en bolsos que rebalsan en dólares”, tuitea la cordobesa, muy requerida por los medios y adoptando un ritmo de campaña electoral. Su nombre es el que más suena como posible acompañante de fórmula de Milei.
El regreso de la dolarización como tema de debate de la campaña electoral venía creciendo, pero se volvió central en la discusión política y económica cuando se disparó la corrida cambiaria de las últimas semanas. Con el terror instalado en la sociedad por la suba descontrolada del dólar, la posibilidad de un cambio abrupto en la economía pasó de la tertulia del círculo rojo a discutirse en los noticieros del cable o entre los pasajeros del colectivo. Todo ganancia para Milei. Con el dólar volando hacia la estratósfera, la idea de que nuestros pesos se pueden convertir en moneda estadounidense por arte de magia parece imbatible.
Preocupados por el avance de la idea de la dolarización entre sus votantes, los economistas de Juntos por el Cambio salieron a dar la batalla desigual en los medios y en las redes. Martín Redrado, quien trabaja en el proyecto presidencial de Horacio Rodríguez Larreta, respondió que “la dolarización es una simplificación del problema porque la base del problema es fiscal; no monetaria”.
Hernán Lacunza, el último ministro de Mauricio Macri y antes de María Eugenia Vidal, se declaró sorprendido por tener que debatir a esta altura sobre la dolarización. “El regimen monetario es una consecuencia; primero tenés que hacer una reforma muy profunda. Discutir la dolarización es un salto mortal y nosotros tenemos una tendencia a las soluciones mágicas”, explicó.
A cargo de la estrategia económica de Patricia Bullrich, Luciano Laspina se trenzó por Twitter con la legión dolarizadora que acompaña a Milei en las redes. “Ni cepo cambiario ni dolarización. Moneda nacional convertible (que no es tipo de cambio fijo sino tipo de cambio único) y libre elección de monedas. Eso es libertad y no populismo. No hay que cambiar de collar; hay que dejar de ser perros”, propuso Laspina, quien se tomó el trabajo de responderles uno por uno a todos los que lo criticaron, que fueron muchos y a veces con grosería e insultos.
“Ya está Luciano; la gente quiere dolarizar”, lo desafió un colega. La batalla contra este nuevo fundamentalismo no será fácil.
Más cerca del candidato radical Facundo Manes, pero en su rol de economista independiente, Marina Dal Poggetto, confesó el sábado en CNN Radio que está cansada de tener que discutir sobre la dolarización. Y dio sus razones. “Te vas a exponer a un shock externo más temprano que tarde. Y además, para dolarizar, se requiere consistencia fiscal. Entonces, suponer que el programa monetario te va a obligar a hacer lo que hay que hacer es naif y muy peligroso. Son propuestas que encantan a quienes no las entienden y terminan acelerando la corrida”, completa.
Quizás por eso, Cristina Kirchner prefirió desechar la discusión técnica ya que su fuerte no es la economía y el kirchnerismo no tiene hoy economistas sólidos para participar de la batalla contra el fantasma de la dolarización. No es ninguna casualidad que un abogado (Sergio Massa) esté al frente del ministerio de Economía batallando contra la crisis cambiaria y la inflación galopante, y que el economista Axel Kicillof esté a cargo de la gobernación bonaerense con los resultados catastróficos a la vista.
La Vicepresidenta prefirió concentrarse en la cabellera adolescente de Milei y también en sus ojos azules, para poder compararlo con la calva de Domingo Cavallo y meterlos en la misma bolsa con la Convertibilidad de los ‘90; con la década menemista y con el estallido económico y social del 2001. Nada dijo sobre la pública amistad de los Kirchner con el ex ministro; sobre los elogios que ella le hizo y ahora se difunden, ni sobre el asesoramiento que les dio para resguardar los 500 millones de las regalías petroleras de Santa Cruz en bancos suizos. “Sus ojos azules muy grandes se abrieron”, cuenta el tango de Gardel.
El crecimiento de Milei en las encuestas y la facilidad con la que se instaló en la sociedad el debate por la dolarización han encendido los motores de la preocupación tanto en el Frente de Todos gobernante, como en la coalición opositora de Juntos por el Cambio. Cristina Kirchner ha tomado cartas personales en el asunto. Marginó a Alberto Fernández de la conducción del peronismo y se aseguró de volver a tomar las decisiones sobre las candidaturas para que haya una lista única en el oficialismo.
Será Sergio Massa el candidato presidencial (o Daniel Scioli si la corrida cambiaria y la inflación se llevan puesto al ministro), como será Kicillof el candidato a a la reelección en la Provincia y cada vez más claro que será ella misma la candidata a senadora. Los fueros parlamentarios bien valen una traición a sus promesas, sobre todo cuando se mantiene pendiendo sobre su cabeza una condena a seis años de prisión por fraude al Estado.
Algo parecido le sucede a Juntos por el Cambio. Los conductores del PRO, Macri, Rodríguez Larreta, Bullrich y Vidal, decidieron sonreir el viernes para la foto que los muestra unidos porque los sondeos señalan sin dudar que la confrontación salvaje por las candidaturas y por el liderazgo opositor no convence ni a aquellos que bailaban Tan Biónica en las noches de victoria.
Hace nada más que dos semanas, Macri hablaba en la Rural ante los empresarios más importantes de la Argentina. Criticaba con ferocidad a Rodríguez Larreta y elogiaba alegremente a Milei.
Ahora es el tiempo de dar marcha atrás y recordar donde estaban los aliados y donde los rivales. De cambiar el discurso y decir que todavía hay cenizas donde hubo fuego. A ciento cuatro días de las PASO, el riesgo es que ya sea tarde para que les crean.
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