El presidente Javier Milei, el 15 de diciembre, en un video compartido en sus redes sociales, afirmó que la inflación «avanza al 1% diario». Si se considera esta estimación inflacionaria desde el salto cambiario del 13 de diciembre, que representó un aumento del 118,3%, llevando el valor del dólar de $366,45 a $799,95, hasta la fecha actual, la inflación acumulada ha sido del 22%.
En contraste, el tipo de cambio oficial ha experimentado un aumento de apenas un 1,5%, ubicándose en 811,80 pesos este jueves.
Según este análisis, el dólar mayorista ha reducido su valor aproximadamente un 20% en relación con la inflación desde la devaluación del mes pasado.
Sin embargo, es relevante considerar que, con la devaluación de diciembre, la competitividad cambiaria alcanzó su punto más alto en 18 años. El Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM) medido por el BCRA llegó a 168 puntos el 13 de diciembre, en comparación con una base de 100 el 17 de diciembre de 2015, cuando la administración de Mauricio Macri eliminó el control de capitales previo.
Estos 168 puntos no se habían alcanzado desde principios de 2006, indicando que la competitividad cambiaria alcanzó un nivel sin precedentes en 18 años. No obstante, para el 3 de enero, este ITCRM había disminuido en 10 puntos, ubicándose en 158 puntos debido al aumento generalizado de los precios en el ámbito local. Además, el punto de partida del ITCRM fue de 77 puntos el 12 de diciembre, reflejando un retraso cambiario significativo que no se había registrado desde el final del segundo mandato de Cristina Kirchner en 2015.
Esta ventaja competitiva generada por la devaluación impulsada por el ministro Luis Caputo se desvanece rápidamente debido a la inercia inflacionaria, especialmente cuando el Gobierno ha propuesto una devaluación gradual y controlada del 2% mensual hasta marzo. ¿Cuál es la razón de esta decisión? Principalmente, con un dólar que se aprecia a un ritmo mucho menor que la inflación en el corto plazo, las tasas de interés en pesos se vuelven más atractivas, a pesar de ser negativas en términos reales.
El 18 de diciembre, la misma semana de la devaluación, el Banco Central implementó una serie de medidas para reducir los pasivos remunerados de la entidad, alineándose con lo anunciado por el equipo económico del nuevo Gobierno. Entre estas acciones, se decidió reducir la tasa de interés mínima para los depósitos a plazo fijo del 133% al 110% nominal anual, debido al excedente de liquidez y la alta inflación, como se explicó en un comunicado oficial.
Con tasas en pesos más atractivas que la devaluación y un dólar que, aunque elevado, pierde valor rápidamente, el Gobierno busca asegurar una mayor liquidación de exportaciones hasta marzo, período que precede a la cosecha gruesa en otoño, cuando se espera una alta temporada de exportaciones.
Salvador Vitelli, jefe de Research de Romano Group, destacó la necesidad de cambiar la perspectiva ante este nuevo escenario económico: «Estamos en una situación completamente diferente a la anterior. Se está intentando romper con la ilusión monetaria; habrá más inflación, pero también se sentirá en el bolsillo. Ya no se ve esa conocida idea de ‘gastar ahorrando’: comprar ahora porque se sabe que mañana estará más caro».
«La brecha ha disminuido considerablemente y sigue en niveles bajos históricamente hablando. Hemos alcanzado niveles que eran inimaginables considerando que aún no contamos con un programa económico sólido, con un plan de estabilización. Por ahora, estamos en una etapa de sinceramiento: del dólar, las tarifas, los combustibles, entre otros. Falta abordar el tema de los salarios. Entonces, para comenzar a hablar de un plan de estabilización, necesitamos observar una desindexación. ¿Por qué menciono esto? Porque, en última instancia, lo único que tenemos por ahora es esa conocida ancla fiscal, que llevará su tiempo en manifestarse; los resultados son lentos», comentó Vitelli en conversación con Urbana Play.
«No estamos en un escenario de sobreajuste, pero sí de inestabilidad. Si ajustamos por inflación, estamos en niveles muy similares en el mercado cambiario al período de marzo de 2020, previo al estallido de la pandemia. ¿Qué indica esto? Que el programa económico no estaba tan claro como para tener una brecha del 10%, como llegamos a tener, incluso con restricciones al mercado cambiario. Estamos viendo una reacción un tanto exagerada en términos de alza del dólar; inicialmente estaba a 900 pesos y subió a 1.050 pesos. Ajustado al día de hoy, el dólar de 195 pesos de octubre de 2020 es ahora un dólar de 1.700 pesos. Todavía existe una brecha, pero la resistencia nominal juega en contra. Por ahora, no estamos enfrentando un escenario de sobreajuste, sino de inestabilidad. Creo que enero será agitado en el ámbito cambiario; comenzarán a vencerse los plazos de pago de importaciones. La verdadera prueba comenzará a mediados o fines de enero, ya que el nuevo gobierno tendrá que hacerse cargo de los compromisos que ha asumido. Hoy vemos un Banco Central que prácticamente está comprando solo», expresó Salvador Vitelli.